2. Gemelos extraños

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Hoy era mi primer día de universidad.

Aunque parezca ilusionada, la verdad que me entristece el año escolar.

Era alguien bastante reservada. Nunca podía hacer verdaderamente amigos ya que no soportaba la hipocresía por encima de todo y solía decir las cosas a la cara en cuanto me pasasen por la cabeza. Cuándo hay que llorar llora y cuándo debas reír ríe. No hay nada tan simple. Pero parece  que a muchas personas no les gusta escuchar las verdades. Lina y Mason, mi hermana y mi hermano, eran mis mejores amigos. Siempre comíamos juntos y nos contábamos todo.

Pero ahora que estaba en la universidad, esperaba que eso fuera a cambiar.

Encima de mi cama había una camisa de manga corta blanca y un pantalón rasgado por la rodilla tejano.
Que yo supiese esto no era un concurso de rodillas para ir con eso al aire en pleno septiembre.

-Mamá..-Supliqué mientras le hacía entender que no era normal ir con cosas rotas a clase.

-No!!-Dijo ella severamente y tuve que ponerme el conjunto mientras me miraba con su sonrisa diabólica.

Bajé al salón y desayunamos en familia mientras papá y mamá nos contaban que les tocaba hacer hoy. Una misión de no me acuerdo el que.

-Adiós! -Dije mientras le di un beso a papá y otro a mamá.

Cogí las llaves de mi moto y fui al garaje.

Wow... Mi padre había hecho una estantería con mis cascos de moto. Escogí uno al azar y me lo puse mientras sacaba a Teddy. Le di un par de golpes y vi que seguía teniendo gasolina.

Dejé mi moto en el parking escolar.

Había algo que no cuadraba. Todos me estaban mirando.

-Que extraño...-Susurré. Sería por mi pantalón rasgado? Si es que se lo dije a mamá y ni caso me había hecho! Ahora sería el hazmerreír de la universidad...

Vi como alguien señalaba detrás mío y fue ahí que me giré. Había alguien detrás de mi. Aquel chico que se mareó en el centro comercial. Le sonreí pero él me apuñalaba con su mirada. Parecía derrochar odio por el cuerpo, como si yo le diese repulsión.

Contemplé aquel extraño ser. Decidí irme aunque muchos murmuros se seguían escuchando y él seguía ahí parado.

Entré al establecimiento escolar y por equivocación me pusieron en la peor clase.

Si mi vida era lo peor, imaginaos ahora con Jessica y Ferrian. Los noviecitos de primer año, que no paraban de acosar a los nuevos Geeks de la universidad. Por desgracia los conocía del último año del instituto, donde se crearon mil "supuestos"rumores de ellos dos poniéndose los cuernos.

Yo solo quería una simple vida no una miserable y con estos dos, nada me aseguraba lo contrario. Todos los asientos estaban ocupados, menos uno.

Este estaba situado al lado de un chico que llevaba gafas y tenía el pelo negro que le tapaba la cara. Tenía también una capucha encima de su cabeza y parecía estar demasiado concentrado como para percatarse de que me estaba sentando a su lado.

En un movimiento rápido me fijé que en el final de la sala se encontraba aquel ser raro, que seguía mirándome con odio.

-Hola a todos. Yo soy Leonardo Tomson pero podéis llamarme Leo.- Mencionó nuestro nuevo profesor principal.

-Señor Leo le han dicho que su nombre rima con me meo?-Abundantes risas se escucharon en el fondo de la clase, haciendo que el nuevo profesor tomase otro complejo.

-Así que sois ese tipo de alumnos? No os preocupéis. Ahora poneros a trabajar,quiero que me escribáis toda la trayectoria profesional que tenéis pensado hacer hasta que tengáis 30 años. Y nada de bromitas, con un chasquido os puedo reprobar el semestre.-Amenazó mientras nos miraba uno por uno.

Todos se pusieron manos a la obra,al parecer el Señor Tomson los había intimidado.

Yo por mi parte me puse mis auriculares, y comencé a escribir. Me apetecía ser business manager, ya sabéis los que están por encima de la gente que se ocupa de analizar las marcas y de promocionarlas.
Me apetecía decir cosas como: ¡¿Jerry, dónde está mi café?! Mientras colocaría mi mano en la frente.

Al terminar mi redacción que duró literalmente no más de 5 minutos, me puse la capucha encima de mi castaña melena y iba a dormirme cuando sentí algo blandito y frió en mi cara. Unas hojas de papel y un bolígrafo.

-No no..Señorita usted esta aquí para estudiar no para hacer la siesta!-Decía el señor Leo.

-...

-No va a contestar??

-...

-Humm parece que tendré que llamar a sus padres.

-No! De acuerdo... Mire profesor, son ellos los que se han reído de usted no yo. Creo que lo mas justo aquí es que deban ser ellos quiénes paguen. Y mire, yo sí he escrito alguna que otra cosa...-Le murmuré mientras le mostraba mi redacción.

-Señorita...Brooks? Aquí mando yo, usted sigue mis reglas.-Dijo él autoritariamente, como si supiese lo que yo estaba pensando. Quería un poco de calma pero joder, nadie la daba.

De repente sonó el timbre y agradecí a mi poca suerte, el haberme sacado de tan desastroso lio.

Me puse los auriculares y sin querer choqué con alguien.

Solo sigue tu camino.

Hice caso a mis pensamientos y seguí, pero alguien me lo impidió.

-No piensas disculparte?-Dijo con arrogancia en la voz y agarrándome del antebrazo.

Giré mi rostro hacía la persona que me hablaba de tan mala manera y descubrí que no era nada mas y nada menos que el pelo gris. Solté una risílla falsa, vaya hipocresía tenía este muchacho.

-Encima te ríes?-Volvió a responder él. Su agarre cada vez me dolía mas, pero quería que viese que yo era mucho mas fuerte que él. Que sus palabras no iban ni a rozarme.
Le miré directamente a los ojos. No me había percatado que estos tenían motas de color verde en un fondo azul. Le desafié con la mirada, que viese que el odio no iba a quitarle la ignorancia.

-Veo que quieres hacerte la chica dura,eh?-Dijo él, sin sorprenderme. Obvio.

Él aflojó su agarre pero no me soltó.

-No vuelvas a aparecer por aquí, siquiera mirarme o habrá serias consecuencias.-Finalizó antes de desaparecer en el siguiente pasillo.

Me acababa de dar cuenta que media universidad me estaba mirando, algunos tomándome fotos.

Salí a trote rápido de aquel lugar, más furiosa que nunca. Si ese chico quería vérselas conmigo no iba a conseguirlo.

Yo en mi mundo, él en el suyo.

Eso me dije mientras llegaba a casa y aparcaba. Subí a mi cuarto sin saludar a nadie y me tumbé en mi cama cansada. Puse mis manos detrás de mi nuca y reordené los acontecimientos que habían pasado entre ayer y hoy.

-No entiendo porque me mira así de mal...-Murmuraba yo mientras me acordaba de que tenía un gemelo. El gemelo lo había visto una sola vez pero había sido más agradable que su hermano que no hacía más que poner muecas groseras.-Vaya gemelos más extraños...

Susúrrame tu nombre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora