Estaba un poco mejor. Después del somnium malum, no podía ir a clases. Mi estado no me lo permitía aún.
Pero en vez de eso, decidí vengarme de Jessica y Ferrian, lo cual si podía permitirme hacer.
Mandé a Tobias a comprar cosas mientras pensaba como vengarme. Media hora después vino corriendo.
-Arañas?-Pregunté.
-Listo.-Dijo satisfecho.
-Telarañas falsas?
-Listo.
-Huevos?
-Listo!
-Es hora de la venganza.-Dije de una vez preparandonos para espantar a Jessica y Ferrian. Colocamos las arañas y el resto de cosas en la taquilla de Jessica, todo muy bien decorado. Los huevos estaban cuidadosamente colocados en la puerta para que nada más la abrieran, se cayeran encima de ellos. Los dos temían a las arañas, lo que quería decir que hoy serían los hazmerreíres del instituto.
Tobias y yo nos escondimos detrás de una taquilla. Intenté mirar si había alguien, pero Tobias me envolvió con sus brazos haciéndome sonrojar. Él me obligó a darme la vuelta y a mirarle.
Qué raro... Tobias tenía un corte en el labio bastante profundo. Parecía bastante reciente y no era de la pelea que tuvieron él y Eliot en la cafetería.
-Como te has...-Empecé a decir cuando él puso su mano en mi boca, callándome.
Se escucharon unos pasos y como bien sabéis la curiosidad mató al gato. En este caso la curiosidad calló a Peyton. Quería ver como mordían el polvo, pero Tobias, cada vez que me movía, me pegaba más a él. Sus latidos eran notorios, estaba demasiado relajado y sabía que haciéndome eso, yo me pondría más nerviosa.
Aproximadamente minutos después, Jessica llamó a Ferrian para que este le abriese la taquilla como siempre hacía y se escuchó en los pasillos como chillaban y lloraban.
Tobias me soltó y orgullosa me acerqué a las víctimas.
—La próxima vez pensadlo dos veces antes de hacer cualquier cosa.-Dije sonriendo con superioridad mientras les hacía una foto con mi móvil. Tobias y yo chocamos los cinco felices.-Puaj, apestáis a huevo.
Y como siempre, disfruta de la venganza mientras puedas.
El profesor Leo Tomson nos acompañó a dirección bastante inquieto, ¿sus mejores estudiantes hacían este tipo de cosas?
-Estáis castigados, ¿cómo se os ocurre hacer algo así?!-Dijo él serio.
-Debería castigarles a ellos por contaminar nuestro medio ambiente...-Contestó Tobias serio haciéndome reír.
Finalmente, decidieron castigarnos como era debido. Es decir, haríamos de animadoras en el próximo partido de Baloncesto. Con solo pensar en ello me moría de risa. ¿Tobias con una falda de animadora? Todo un espectáculo digno de admirar.
Sin embargo, las clases no habían terminado, era la hora de comer. Nos sentamos en la mesa de siempre y más tarde vinieron Noah, Greg y Eliot.
-Te dije que no era así.-Dijo Gregor, mosqueado.
-Que si!!-Respondió el pelo azul llamado Noah.
-Según la ley de Darwin...-Se puso a decir Eliot indiferente. Los chicos hablaban de cosas científicas y realmente me daba mucha pereza escucharlos. Tobias y Eliot se pusieron a molestarse el uno al otro y eso me hizo gracia. Me reí, pero esta vez todos me miraron como si estuviesen viendo un espectáculo. No podía dejar de reír, extrañamente me sentía rebosada de energía y felicidad, así que me dispuse a compartirla con mis amigos, contando yo también chistes malos.
-¿Qué le dice un espagueti a otro espagueti?-Pregunté yo conteniendo la risa.-¡Dame más salsa!
Estallé de risa, no podía contener las carcajadas y mis ojos lloraban sin cesar. Los chicos me miraban como si estuviera loca y realmente no los culpaba porque lo estaba.
Andrew y Juliet ya no frecuentaban nuestro grupo. Juliet ni siquiera venía al instituto y Andrew hacía días nos había dicho que los populares eran mejores que nosotros.
Asi que aquí estabamos Gregor McAllen, Tobias Hampton, Eliot Hampton, Noah Tiers y yo, Peyton Brooks. Todos nosotros éramos seres feéricos que no sabíamos aún a lo que nos íbamos a enfrentar.
Pronto terminó el tiempo de estar en la cafetería y nos dieron el día libre. Según el profesor Tomson, todos los profesores tenían reunion sumamente importante.
Los chicos y yo regresamos a casa. Pero había algo raro.
-¿Qué hace el coche de Jack aquí?-Preguntó Noah. Miré a Gregor y este tenía cara de estar furioso. Parecía querer matar a alguien con tan solo mirarle.
-¿Qué tal si entramos?-Balancé yo. Noah me miró y se peinó el pelo con los dedos.
-Chicos debo irme. Nos vemos mañana.-Dijo Gregor yéndose repentinamente, sin dejarnos hablar.
Entramos a casa de Noah, que estaba a menos de 5 minutos de mi casa y nos quitamos los zapatos.
-Oh. Ya habéis llegado.-Dijo Jack. Cuándo fue a saludar a Eliot y Tobias me adelanté.
-Jack, estos son Eliot y Tobias Hampton. Chicos este es Jack Tiers.-Dije presentándolos.
-Tiers, Jack Tiers?-Preguntó Noah. Lo conocía solo por su nombre, parecía ser.
Ahora que me daba cuenta, ellos dos tenían el mismo apellido. ¿Qué raro no? ¿Sería aquel padre del que habló doña Petunia y que habría eliminado los recuerdos de su mujer e hijo? Ni idea.
Jack comenzó a toser descontroladamente y se puso muy nervioso.
-Asi es.-Dijo él. En la cocina se escuchó como alguien abría y cerraba la nevera, minutos después vimos salir a Diana y a un chico de nuestra edad o tal vez un poco más.
-Hola ricuras...-Dijo Diana sensualmente. A Tobías parecía que se le iban a salir los ojos cuando vio el escote de Diana, que llevaba un corse negro de cuero esmaltado que iba a juego con sus pantalones negros apretados y sus botas negras.
-Diana Tatum estos son Eliot y Tobias Hampton. Chicos, esta es Diana.-Dije repitiendo lo mismo de antes. Aquel chico que estaba con Diana era un desconocido para mí por lo que le sonreí inocentemente.
-Caleb.-Dijo él, tímido.
-Eliot, Tobias, Noah y Peyton.-Dije presentándonos. Caleb y Noah se miraron por un segundo y los dos se sonrojaron.
Si bien lo sabía... Aquí olía a lío amoroso. Pero no era hora de historias de amor.
Me acordé de Gregor, que se fue nada más escuchar el nombre de Jack. ¿Serían imaginaciones mías? No lo sé.
¿Por qué nos habían visitado? Tocaría descubrirlo.
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Susúrrame tu nombre ©
Teen Fiction-Peyton no quiero que mueras.-Sollozaba Eliot. Tobias, detrás de él, estaba al borde de las lágrimas. Noah Y Gregor solo me miraban tristes, arrepentidos de lo que estaba ocurriendo. -Lo sé, pero soy la única que puede salvaros. Sobre todo después d...