17. Rivalidad

18 3 0
                                    

Seguía preguntandome que hacían Jack, Caleb y Diana aquí. Estábamos sentados, en un silencio bastante incómodo. Era hora de saber que hacían estos tres en casa de Noah, y porque vinieron sin avisar.

-Que os trae por aquí otra vez?- Pregunté.

-Tenemos nuevas noticias.-Dijo Diana mientras bebía agua y miraba a Tobias guiñándole un ojo.

-¿Noticias?-Pregunté confusa mientras la tensión entre Tobias y Diana me daba ganas de vomitar.

-El consejo de los 12 seres se pospone hasta último aviso. Vuestros padres nos han dicho que os digamos que no vendrán hasta dentro de otras dos semanas.-Dijo Jack.

Cuándo Jack mencionó que el consejo se pospondría, los chicos me miraron espantados y horrorizados. Sin embargo, la cara de horror de Eliot cambió rápidamente, no hizo más que apretar los puños. Creo que estaba enfadado con algo o alguien.

De mientras yo solo seguía mirando a cada una de las personas que estaba en aquella sala confusa.

-Gracias por venir a informarnos de esto en persona.-Agradeció Noah. Yo me olía a que no solo habían venido a informarnos, también habían venido a vigilarnos.

-Es hora de que nos vayamos...-Informó Caleb. Los tres se fueron y la tensión no se hizo tan notoria como antes. Todo estaba ahora en calma.

Dí un gran suspiro y subí a ducharme con agua fría.

Minutos después me coloqué la ropa interior en el baño, me enrollé una toalla alrededor del cuerpo, fui a la habitación de Doña petunia y cerré el pestillo para que nadie entrase ni molestase.

Puse música en alto y empecé a bailar frente al espejo. Me reía conmigo misma, no se me daba bien bailar y parecía un poco absurda y hortera. Me dispuse a buscar ropa en mi mochila que pudiera servirme ahora. Por suerte encontré una camisa que me venía bien, me la puse y decidí buscar un pantalón. Busqué pero nada, ni modo de encontrar un pantalón en mi mochila. ¿Podría habérmelo olvidado en casa? Probablemente.

Por reflejo, volví a mirar en el espejo y esta vez Tobias estaba detrás mio. El problema es que... Yo seguía sin pantalón.

-Bonitas piernas.-Dijo Tobias sonriendo y mirándome. No le vi la gracia y rápidamente me mosqueé por la vergüenza que estaba pasando.

-¿A ti no te han enseñado a pedir permiso antes de entrar?-Pregunté yo seria. No me di cuenta de que seguía medio vestida hasta que me acordé de lo que estaba buscando. Me sonrojé rápidamente y por suerte, Tobias me dio un pantalón corto que tenía al lado, me quedaba bien.

Yo me limité a peinar mi pelo mojado mientras él se olvidaba de que yo estaba aquí y empezó a hablar en voz alta.

Me hizo acordarme de las voces que escuchaba en clase, ¿serían de él? Podría ser.

Pero aquellas de la cafetería y la enfermería o la casa, no.

-No puede ser...-Susurró Tobias oculto en sus pensamientos.-Tenemos que encontrarlo antes de lo previsto..-Volvió a decir.

-¿Encontrar el qué?-Le pregunté curiosa. Él se dio cuenta de que hablaba en voz baja y me miró alarmado.

-Oh, nada. Eliot y yo tenemos que resolver unos asuntillos...-Respondió él sin una pizca de gracia en su voz. Mientras salía del cuarto yo le seguí.

En la planta baja, Eliot y Noah nos esperaban. Por lo que veía nos iban van a decir algo.

-Malas noticias. Parece que tenemos que viajar a Rhowen. Tobias y yo partiremos mañana por la mañana, así que no os molesteis en decir nada al colegio.-Nos dijo Eliot serio. Al fin me dirigía un mínimo de palabras.-Ah, sí, Noah, dile a tu amiga que siga escondiendo su tatuaje.-Suspiré porque por un momento si había creído que le caía mejor, pero no era el caso.

¿Cómo se había enterado de lo de mi tatuaje? Tenía que descubrirlo, pero no me lo iba a decir ahora.

El tema principal; ¿Tenían que viajar? A Rhowen?

Rhowen era mi reino natal. Según mi madre yo había nacido alli, pero cuándo mi padre encontró trabajo en tierra firme tuvimos que mudarnos.
Muchas veces papá viajaba ahí, pero como ya mencioné, se me tenía la entrada prohibida por ser una normalem.

Aunque ya no lo era...

Nunca había visitado Rhowen. Así que la idea de hacerlo, después de todo, no era tan mala.

-Me apunto!-Dije eufórica. Tobias me miró como si fuése la idea más alocada del mundo y negó con la cabeza.

-Tú, te quedas aquí.-Ordenó Tobias.

-Si quiere venirse que venga.-Dijo Eliot divertido y sonriéndome por primera vez.

-No! Ella se queda aquí. Y no hay nada más que hablar. Nos va a entorpecer la misión.-Finalizó Tobias rojo de ira. Empujó a Eliot desafiándolo con la mirada.

-¿Por qué no puedo ir?-Pregunté triste.

-Claro que puedes venir.-Volvió a decir Eliot, como si haciéndolo provocase a Tobias.

-Te he avisado Peyton. Si vienes te estás metiendo en la boca del lobo. Nadie sabe lo de tu poder y que yo sepa, no has declarado tener poderes al reino. Pueden encerrarte para todo lo que te queda de vida si entras al reino y no lo informas.-Dijo Tobias para finalmente irse cerrando la puerta de golpe cabreado.

-Peyton..-Me dijo Noah.-Tobias se refiere a que si vas, puedes morir. Nadie conoce nada sobre tu poder y alguien podría usarte para hacer contigo cosas muy crueles. Solo intentamos protegerte...

Miré a Noah, en sus ojos se reflejaba el miedo y el dolor y entendí que esta vez no podría ir a Rhowen.
Sin embargo, Eliot seguía perforándome con su mirada. Él si quería que yo fuese.

-Sabes Eliot, me das mucho asco. Pensaba que siendo simpática contigo podríamos ser tan cercanos como somos Tobias y yo. Todo esto por una estúpida pelear familiar.-Dije y me agarró por el cuello, estampándome contra la pared. Noah quiso acercarse y Eliot no le dejó.

-No vuelvas a mencionar a mi familia.-Me amenazó él con los ojos que se tornaban de color rojo carmesí.

No podía ser lo que creía... ¿Los Hamptons eran vampiros?

No conocía nada del problema de los Hamptons y los Brooks pero Eliot seguía odiándome.

-Eliot... Suel...Tame-Traté de pronunciar con dificultad. Él seguía ahogándome. Mi tatuaje se hallaba en mi mano derecha, la cual no dudé en usar para sacármelo de encima. No sabía como, pero de un movimiento paralicé a Eliot, quién abrió los ojos de par en par sorprendido. Yo caí rendida al suelo y tosí con todas las fuerzas que tenía, respirando grandes bocanadas de aire para no desmayarme.

Deshice el hechizo y él recobró su postura. Sus ojos seguían estando rojos, pero ya no quería hacerme daño, yéndose así sin más.

Mi consciencia solo repetía la misma palabra una y otra vez: rivalidad.

Rivalidad era lo que Eliot Hampton estaba creando y dejadme deciros que yo no iba a perder.

Susúrrame tu nombre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora