Era un sábado por la mañana y las ganas de levantarme eran pésimas, y que nadie me diga que quiere moverse. Al contrario todos preferimos dormir, comer y dormir y si eso ir al baño...
Salí a dar una vuelta por el parque y me encontré con Petunia. Llevaba unas bolsas muy pesadas y parecía querer ayuda.
-¡Hola Doña Petunia!-Dije yo de lejos mientras me acercaba a saludarla.
-Pero si es mi querida Peyton.-Dijo ella agarrándome por los mofletes y pellizcándome tras haber dejado ls bolsas en el suelo.
-Déme una de sus bolsas.-Dije yo y ella no se tomó ni el tiempo de contestar que ya me estaba poniendo todas las bolsas en las manos. Vaya fe me tenía Petunia.
Como ella vivía no muy lejos, me tomé la molestia de acompañarla y ayudarle a organizar las compras.
-Doña Petunia, ¿porque usted nunca me ha dicho que tenía un hijo de mi edad?-Cuándo se lo pregunté confusa, pareció pensar si responderme o no.
-Peyton, en realidad Noah es mi hijo pero él es solo un chico que volvió hace poco de vivir con su padre. ¿Sabías que mi marido y yo estamos divorciados? -Negué con la cabeza y ella siguió contándome.- El padre de Noah ha hecho que todos los recuerdos que tenemos con él sean eliminados para no poder recordarle. Es tan doloroso... saber que en alguna parte en este mundo hay un hombre que es el padre de mi hijo, el cuál él mismo se ha eliminado de nuestra memoria.-De repente lamenté haberle preguntado eso porque vi como lágrimas se formaban y querían escapar de sus ojos.
-Yo...Lo siento.-Dije sonriéndole y dándole un abrazo. Estuvimos hablando de todo y nada mientras Petunia y yo recogíamos toda la casa y fregábamos los suelos. Mientras charlábamos y cantábamos a lo loco, alguien tocó el timbre.
-Ya voy!!-Dije alegre mientras cantaba "Break Free" de Ariana Grande.
Abrí la puerta y me encontré a Noah con el rostro empapado en sangre y con muchas heridas. Lo apoyé en mi hombro pues no podía caminar y lo llevé hasta el sofá asustada. No sabía por donde empezar. Noah apenas se quedaba de pie. Me preguntaba como logró llegar hasta aquí.
Cuándo Doña Petunia vio esa escena chilló despavoridamente y se desmayó.
-Un problema más....-Dije yo refiriéndome a que me tocaba cargar con doña petunia hasta el otro sofá.
Traje un bol lleno de agua templada con una toalla y desinfectante. Ésta la remojé y le quité con ella los restos de sangre a Noah. En cierto modo no era normal que él viniese así pero no era el mejor momento para cuestionarse cosas como esa. Lo recosté en el sofá y se durmió mientras yo le curaba todas aquellas heridas que más tarde serían cicatrices.
Veía como su pecho subía y bajaba irregularmente y sus manos temblaban. Sus pestañas eran largas y finas, sus labios carnosos y su piel era ahora de un color pálido. Su pelo azul estaba ahora lleno de sangre.
Coloqué mi mano en su hombro como apoyo emocional mientras finalizaba el cuidado de sus heridas.
Finalmente, Doña Petunia se levantó y Noah despertó.
En su brazo parecía que habían escrito con la mas fina de las agujas algo en otro idioma. Pasé mi dedo por encima delicadamente y Noah gimió. Ví como abría los ojos rápidamente.
-¿Estás mejor?-Él ni contestó. Se había quedado dormido plácidamente de nuevo y estaba roncando.
Después de un rato, tuve que irme a casa. Estaba todo bastante ruidoso, me asomé al salón y vi un hombre y una mujer que no conocía.
-Peyton ya has llegado! Ven a conocer a Jack y Diana.-Dijo mi madre. Les di a todos dos besos y les miré. Les sonreí y nos instalamos. Mi mano seguía dentro de mi manga así que no había ningún problema de momento.
-Yo soy Jack Tiers y esta es Diana Tatum. Somos honrados con tu presencia.-Me dijo mientras me hacía una reverencia.
Jack Tiers era un hombre de unos cuarenta años. Su pelo casi blanco y su barba negra mostraban un ser bastante cansado por el tiempo.
Diana Tatum, mucho más joven que Jack, tenía una melena rubia y unos ojos color verde. Ella tenía unos colmillos bastante vistosos que la hacían ver intimidante.
-Y ¿que os trae por aquí?-Pregunté mirando al suelo.
-Hemos venido por ti. En Rhowen todo el mundo habla de una chica de 19 años y con tus mismas descripciones físicas; chica alta de ojos color marrón y pelo ondulado castaño. Queríamos ver a que se referían con los rumores expandidos sobre alguien parecido a ti.
-Y ¿que rumores hay en Rhowen sobre esa chica de 19 años??
-Dicen que en la cuarta media luna oscura de Rhowen un nuevo poder hará nacer un nuevo mundo.
-Y ¿cuándo es la cuarta media luna oscura?
-Cada cuatro años.
-Ya veo...-Dije seria. Estos dos no me daban muy buena espina. ¿Para que vendrían a verme?
-Y ya sabeis cuándo es esta cuarta media luna?
-Fue hace dos semanas.-Dijo él sonriendo bastante extrañamente.-¿Te ocurrió algo hace unas dos semanas tal vez?
Yo negué. Pero realmente sí me había ocurrido... Había salido a ver el amanecer aquel día en Creepy's, cuando la luna se fue a dormir y el sol se despertó. No dudé en ser cortante con ellos, no me fiaba ni un pelo.
Ellos se fueron tras charlar con mamá y papá y fui a darme una ducha. Bajé al salón y me di cuenta que algo me molestaba. Algo bastante raro. Dos desconocidos me buscaban a mí, Peyton, una chica que vivía en un rincón del mundo y venían de Rhowen, el supuesto reino feérico.
-Mamá...
-Dime cariño.
-Porque has dejado que esa gente entre en casa. No me caen bien.
-Porque son amigos de Petunia.-Me dijo ella. Al terminar de comer fui a tumbarme en mi cama. Me acordé de Noah y lo llamé.
-¿Peyton, eres tú?-Preguntó Noah.
-De momento si... ¿Todo bien? ¿Te sientes mejor?-Le dije mientras hablaba suave para no asustarlo. Lo de hoy podría haberlo dejado en shock y lo último que yo quería era asustarlo más.
-No sé como llegué a casa tras ese ataque...-Dijo él con tono de voz angustiado.-Me acorralaron y me obligaron a hablar de una chica de 19 años parecida a ti.
Tras seguir hablando noté que el sueño me entraba y colgué. Aunque mi cabeza murmuraba cosas.
No podía ser... ¿Había más gente que me buscaba?
¿Serían como aquel Jack Tiers?
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Susúrrame tu nombre ©
Teen Fiction-Peyton no quiero que mueras.-Sollozaba Eliot. Tobias, detrás de él, estaba al borde de las lágrimas. Noah Y Gregor solo me miraban tristes, arrepentidos de lo que estaba ocurriendo. -Lo sé, pero soy la única que puede salvaros. Sobre todo después d...