19. Peligroso

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Me seguí acercando a ellos hasta que me vieron.

-¿Os molesto chicos?-Susurré yo también para no asustarlos. Juliet al verme ahogó un gritó y Tobias se puso enfrente escondiéndola.

-Vete.-Me dijo Tobias amenazante, acercándose a mi.

-Pero...

-¡He dicho que te vayas!-Me chilló Tobias, como si rugiése de golpe. Me asustó y varias lágrimas amenazaron con salir. Sentí tanta ira y frustración que apreté los puños y sentía que mi cabeza estallaría en cualquier momento.

Abrí la puerta de la casa de Noah y subí a coger mis cosas. Eliot y Noah levantaron la mirada al escuchar como Tobías me chillaba y como yo subía las escaleras.

Sin dejar un solo momento de mirar enfrente, salí de la casa cerrando la puerta bruscamente y fui a la mía.

No me molesté siquiera en ir a mi cuarto, me senté en el sofá a oscuras y me puse el pijama. No tenía ganas de comer, y me planteé si volver a hablar con los gemelos o no.

Varios minutos después de relajarme, encendí la tele para poner Youtube y me puse a cocinar unos buenos macarrones.

Yendo a tirar el paquete de tomate frito que usé para la salsa, vi como la basura estaba llena y me tocaba tirarla. Suspiré.

Tirando la basura, divisé a Tobias en la calle de enfrente, acercándose.

-¿Que quieres?-Le pregunté fríamente yo. Él me miró y trató de sonreírme mientras se rascaba la nuca nervioso. Como vi que no hablaba, decidí volver a casa y cerré la puerta bruscamente.

-Peyton ábreme. Soy yo.-Dijo Tobias golpeando la puerta tras yo haberla cerrado.

No dije nada y me preparé a subir las escaleras para irme a dormir.

-Por favor....ábreme.-Me suplicó él.- Lo siento por lo de antes, sé que no estuvo bien haberte gritado de esa manera.

Me detuve. Durante un instante tuve una lucha interior sobre si escucharle o no. Bajando las escaleras, escuché más atentamente a ver que decía.

-Sé que soy un idiota por tratarte así pero entiéndeme. Juliet no puede hablar con nadie. Sería peligroso que la gente supiera que está con nosotros.

-Idiota.-Susurré mientras sabía que dejándolo entrar, más tarde me arrepentiría de mi decisión.

-¿Me perdonas? ¿Y de paso me abres la puerta?-Dijo él. Después de varios minutos le abrí la puerta y lo dejé pasar.

Me senté en el sofá, junto a una tarrina de helado de caramelo salado. Él me miró divertido mientras intentaba robarme la cuchara y comer de mi helado.

-¿Te has preparado para ir a Rhowen?-Le pregunté yo cambiando de tema.

-No.-Me contestó él.-No he tenido tiempo.

-Lo siento por haberte cabreado.-Murmuré mientras miraba al suelo. Era difícil no sentirse curiosa cuando de todas las cosas que me ocurrían, de pocas conocía la razón.

-No pasa nada. Eliot es más culpable que tú. Nunca había actuado así con nadie.

Yo no hice más que asentir.

-Está siendo muy desagradable conmigo y si me sigue buscando, me va a encontrar.-Le confesé yo a Tobias.

-¿Será que volvemos a casa de Noah?-Me preguntó él mirando la hora. Yo volví a asentir, subiendo arriba para agarrar algunas que otras cosas para mañana.

Tobias quiso subir conmigo y hasta me preguntó si necesitaba ayuda para vestirme. Me reí y le dije que no hacía falta, así que esperó abajo hasta que estuviera lista. Le encendí la televisión y le di unas patatillas que tenía por ahí tiradas para que no se aburriese.

Me duché y preparé mi mochila, debía haber tardado una media hora o poco más en total.

-¿Tobias?

Nadie respondía. Bajé completamente las escaleras y rodée el sofá.
Tobias se encontraba profundamente dormido. Me reí y tuve que taparme la boca para que no me escuchase.

Me acerqué para despertarle y avisarle de que era hora de irnos cuando vi que sus manos temblaban. Murmuraba cosas en un idioma extraño y comenzaba a tener mini espasmos. ¿Estaría teniendo una pesadilla?

-¿Tobias?-Volví a repetir asustada. No lograba despertarlo y los espasmos se hacían más intensos.-Tobias, ¡despierta!-Grité yo.

No sabía que hacer para despertarlo así que intenté zarandearlo y agitarlo para que se despertara. Puse mi mano en su pecho para ver si su corazón latía rápido y ahí fue que se despertó asustado.

Despertó con los ojos rojos y con la respiración entrecortada. Me apartó de un movimiento rápido y fuerte, empujándome contra el mueble de la televisión, agitándolo todo y rasgándome con sus uñas, que se habían vuelto afiladas.

-Ouch...-Dije yo con el brazo y la espalda adoloridos. Me había estampado contra la punta del mueble de la televisión y sentía que me costaba respirar y moverme.

-¡Peyton! ¡¿Estás bien?!-Me preguntó él asustado con sus ojos rojos. Pensaba decirle que si hasta que sentí como un líquido caliente y escarlata recorría mi antebrazo. Me miró y abrió más los ojos.

-Creo que me has rasgado un poco.-Le dije yo mientras me sentía mareada. La cabeza me daba vueltas y no podía respirar.

-Mierda... Mis uñas contienen esporas venenosas que ,con el contacto de la piel, infectan.-Dijo mientras se acercaba a mí. Me ayudó a ponerme en pie y me sentó en el sofá.-Joder Peyton, nunca te acerques a mí cuando estoy teniendo pesadillas...

-Pero...-Traté de pronunciar.-Solo quería ayudarte.-Le dije yo. No sé cuando se fue, porque ya no llevaba la noción del tiempo, solo sé que cuando volvió, tenía las manos llenas. Me había tumbado y sentía como los párpados me pesaban.

-Lo siento mucho, esto va a doler. Si quieres odiarme tras esto, lo entenderé.-Dijo él antes de hacerme un torniquete en el antebrazo.- Tu sangre huele muy bien Peyton. Si fuera un vampiro salvaje, ya te hubiera vaciado de ella.

Trató de ser gracioso, pero yo solo abrí bien los ojos. Me acordé del primer encuentro que habíamos tenido los gemelos y yo y como Eliot se mareó tras haberme hecho un corte con el ticket de una prenda de ropa.

-Tobias.-Le supliqué yo con dificultad. Si tenía esporas en mi sangre, significaba que solo podría sacarlas si él me chupaba la sangre.-Si tienes que hacerlo, hazlo. No quiero morir.

-No morirás mientras estés conmigo, no te preocupes.-Me dijo él. Echó la mesa a un lado y se arrodilló en frente mío, moviéndome el brazo para poder sacarme las esporas.

-¿Estás preparada?

Mientras él se preparaba, yo solo podía pensar en que cada vez me daba más cuenta de algo: «el mundo feérico estaba resultando ser más peligroso de lo que yo creía».

Susúrrame tu nombre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora