10. Profecía

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Era una noche oscura, esta vez la luna no se hizo presente.

En las calles, muchas sombras que se dirigían hacía nosotros. Estábamos en casa escondiéndonos de todo el mal que pudiese ahuyentar la poca valentía que nos quedaba para no mearnos encima de miedo. Mi madre, nerviosa, me tranquilizaba abrazándome y estrujándome. De repente la puerta se cayó y de golpe empezaron a entrar las sombras.

-Cuidado con los Hamptons. Pueden estar dónde menos lo esperas!-Decía mi madre temblando y chillando mientras escapábamos.

-Pero mamá, porque debería tener cuidado con los Hamptons?-Dije yo.

Desde pequeña me habían contado la extraña historia entre los Hamptons y los Brooks. Jamás he conocido a alguien de esta familia, la cual lleva atormentándonos desde hace años. Pero si en algún misero caso conociese a algún Hampton, creo que no lo odiaría ya eso dependiendo de sus acciones personales.

Mi madre tropezó con algo y cuándo fui a ayudarla las sombras la cogieron.

-Cuídate. Te echaré de menos.-Me dijo ello por última vez mientras era arrastrada a la oscuridad perpetua. Pero las sombras también comenzaron a acercarse a mi. Y de repente...

-Aahh!-Dije ahogándome.

Maldita pesadilla...Dijo mi voz interior.

Me levanté jadeando y con lágrimas en los ojos. No dejaba de tener visiones y/o sueños desde hace dos semanas. Y eso me atormentaba porque no se lo podía contar a nadie. Traté de olvidar lo ocurrido y soñado y me fui a lavar la cara con agua fría.

Hoy domingo, era día de ir al granero a ordenar y cotillear. Me encantaba recogerlo y poder así encontrar cada vez nuevas cosas. Subí conmigo una escoba y abrí las ventanas del granero. Barrí todo desde arriba hasta abajo y luego traje cajas de cartón. Que bien se sentía estar en el granero. Desde la muerte del abuelo Max, ya nadie venía aquí. ¿Que sería de la abuelita Wendy? Llamé a aquella residencia pero nadie me contestó que lo que quería escuchar.

-Como me gustaría tener algo del abuelo Max...-Dije pero tropecé con la escoba y me caí. Algo cayó encima de mi mano cuando la escoba tiró todo lo que había en la estantería del granero.

Diario de un aventurero. Pero espera... ¿esto no era el carnet de mi abuelo?!

Me puse a saltar de emoción y carraspee como si eso fuese a ayudarme a volver a la normalidad. Me senté en el limpio suelo y hojee el diario de mi abuelo Max.

Pociones, recetas, magia... Todo estaba ahí. Lo cogí con cuidado y fui directo a mi cuarto. Lo hojee hasta la tarde.

Ahora que lo pensaba, seguía sin saber que tipo de ser feérico era yo. No se porque pero tuve una necesidad de llamar a Noah para preguntarle que tal iba, si podía ayudarme. Pero como sabía que él estaba cansado, decidí visitarle.

Doña Petunia me dejó pasar y la escenita me hizo gracia. Noah cocinando en ropa interior y bailando la macarena.

-Dale a tu cuerpo la vida macarena...-Comencé a cantar. Él chilló cuándo me vio pero no subió a cambiarse. Nos pusimos a bailar durante un rato hasta que Noah vio el carnet.

-Peyt, ¿que es eso que llevas en la mano?

-El diario de mi abuelo Max. Él era un Praesidio del rey. Es decir un guarda. Mi abuelo fue una de las personas más honradas que conocí.- Le decía yo mientras pasaba mi mano por la portada del carnet.- Y aquí dentro hay de todo.

Lo hojeamos y Noah empezó a ensayar algunos hechizos. Él como era un guerrero era complicado para él.

-Peyton... ¿puedes intentar traerme ese vaso con este hechizo??

-Lo intento si se rompe eres tú.

Dije motus a plena voz y hice como que yo misma arrastraba el vaso. En pocos segundos después estaba aquí mismo, aquel vaso se encontraba ahora en mis manos intacto.

-¿C-como lo has hecho tan rápido?

-No lo se...-Dije yo. Me quedé boquiabierta y fascinada por mi propia acción. Noah llamó a su madre y me dijo que era hora de destapar el tatuaje.

-Mamá, ¿sabes de que tatuaje se trata??-Dijo él mientras destapaba y enseñaba mi tatuaje. Ella se mordió el labio preocupada.

-Hijo....-Dijo aun mas preocupada-Ella es una auguratricis.

-No puede ser...-Dijo Noah en shock. Se levantó con las manos en la cabeza.-Ahora todo tiene sentido Peyton.-Sonreí incómodamente... Hasta que doña Petunia agarró a su hijo.

-Hijo aléjate de ella!-Dijo ella con miedo en su voz.

-No pienso alejarme de ella. No es mala!

-Es una orden!

-Mamá... Escúchame por favor.

-Hijo yo....

Yo no sabía que hacer, Doña Petunia no confiaba en mi. Pero tampoco entendía la razón.

-No se preocupen, yo me voy. Pero antes querría saber... ¿que soy?-Dije antes de esconder el tatuaje y mostrarle a Doña Petunia que no tenía la mera intención de hacerle daño.

-Los auguratricis también conocidas como adivinas en el idioma humano, eran personas que controlaban el poder lunar. De ahí proviene tu tatuaje de la media luna.-Dijo ella mientras se alejaba de mí.-Hay una profecía que dice que la próxima auguratricis que nazca desatará una guerra sin igual en los tres reinos: humano, Rhowen y el inframundo, reino que pocos han podido visitar. Sin embargo la profecía habla de una media luna blanca, la tuya es negra.

Petunia no había acabado que Noah le puso la mano en el hombro y le trajo un vaso de agua.

-Mamá, ve a descansar y yo sigo con Peyton, ¿vale?-Dijo Noah. Su madre estaba tan confusa que no parecía parpadear y con movimientos lentos, logró subir a su cuarto.-¿Estás bien, Peyton?

Yo asentí con la cabeza y me desplomé en su sofá. Ya no sabía que hacer, me daba miedo tan siquiera el hablar y decir algo erróneo.

-Peyton, escúchame. No le hagas caso a mi madre. Yo sé quién eres y jamás serías capaz de hacer algo así. Te conozco...-Decía el mientras me daba sus dos manos y me miraba a los ojos. Yo solo tenía ganas de llorar y de ir corriendo a decirle a mamá que alguien había sido cruel conmigo pero no podía.

Sin embargo... ¿sería aquella profecía real?

Susúrrame tu nombre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora