Los rayos de luz golpearon el rostro de la chica de orbez azules, quien despertó de golpe, se protegía con su brazo mientras retrocedía en ese sofá lujoso, iba a levantarse, pero sintió algo en su mano, sintió miedo de quitar aquella frazada y descubrir que era algo desagradable, empezó a temblar, quería salir corriendo de ahí, pero los recuerdos de cuando intentó escapar se agolparon en su mente, haciéndola hiperventilarse y con ello empezar a llorar.
Se destapó para poder respirar mejor, trataba de hacer que el aire entrase a sus pulmones, respiraba erraticamente, bajó la mirada limpiando sus lágrimas, y ahí se percató que no estaba sola.
Sujetando su mano se encontraba una pequeña bolita vestida de verde, cabello rubio y unos lentes enormes, mejillas rojas y algo hinchadas, pecas esparcidas en aquel pequeño rostro, la imagen de esa pequeña niña la conmovió, haciendo que dejase de llorar, llenandole de preguntas la mente, sus ojos se enfocaron en la nada, mientras que su mente empezó a crear miles de hipótesis.
"—Tal vez es su hermana—" fue el primer pensamiento que hizo un surco en su mente, pero fue desechado "—No, una chica tan linda no puede ser familiar directo de ese... tipo—" trato de pensar quien sería la pequeña rubia que sostenía su mano y tenía rastros de llanto en su rostro, acarició con cuidado su cabello, aquel cabello que tenía un peinado antigravedad muy curioso, que al contrario de su apariencia era muy suave, tanto que la peliazul no podía dejar de pasar sus dedos por el, trazando figuras aleatorias en el, una pequeña sonrisa se asomó en los labios de la morena, estaba totalmente inmersa en ella, hasta que algo desagradable cruzó su mente.
—Ellos me metieron en una caja— las palabras resbalaron por sus labios con asombro, el cual fue mayor al divisar una enorme caja, la misma en la que la habían metido luego de drogarla y golpearla, luego de casi violarla, sintió de nuevo aquellas ásperas manos, aquel aliento asqueroso en su mejilla, aquel bulto entre sus piernas, aquel cabello de colores junto a esa piel reseca, aquellos ojos mirándola con lujuria... aquella voz que la llamaba princesa, sintió ganas de vomitar y sus ojos se aguaron, ya no estaba en el cómodo sofá, estaba en el oscuro sótano de la gran casa de Bismuto, ya no era de día, sino de noche, ya no era el tacto de la pequeña rubia la en su piel, sino eran las grandes y toscas manos de Bismuto despojandola a la fuerza de sus prendas, enseñando su enorme miembro con orgullo, regodeandose por la persona con quien la usaría, dejando marcas de mordidas en su cuello, acariciando la feminidad de la ojiazul con las rasposas yemas de sus dedos, haciéndola retorcerse con asco bajo su tacto, disfrutando de su dolor, de sus gritos y súplicas, pidiendo piedad, llamándola princesa, sintió de nuevo aquel fétido aliento en su rostro, aquellos tirones bruscos en su cabello, aquellos golpes que le propinaban para que se quedase quieta.
—Por favor, no llores— una suave voz luchaba por sacarla de aquel estado deplorable en el la chica estaba, pero la voz se escuchó lejana para la chica de cabellos azules, quien estaba ajena a su alrededor —Por favor, para— aquellas palabras llenas de dulzura querían encontrar a la chica que en ese instante estaba pérdida en un lago de frustración, miedo, tristeza, emociones que sobrepasaban a la pobre, haciendo que la voz sonará como si estuviese dentro de un túnel, un túnel donde sus inseguridades y miedos la retenian, un túnel donde por más que gritara, nadie la oiria —Despierta, nadie te hará daño— una voz dulce y joven intentaba sacarla de aquel limbo en el que estaba, que quería tranquilizarla a cualquier costo, pero no servía de nada, la chica seguía sintiendo esos dedos abrirse paso hacia su feminidad, aquellas mordidas que la llenaban de repulsión y dolor, simplemente no podía dejar de sentirlas —Tranquila, ya no está aquí... no llores— la voz perdía seguridad, perdía volumen, se volvía poco a poco un murmullo tembloroso, inseguro, lleno de temor, temor por lo que ella podría estar pasando en ese momento.
—Linda, despierta— la voz sonó por última vez, y fue la única en la que logró escucharla con nitidez, aquella voz rota, que exigía su atención, y fue la voz que la sacó de ese limbo, porque no era la voz de aquella montaña de músculos con piel reseca, manos ásperas, y aliento fétido, era una suave voz femenina, eran unos dedos delgados, era una piel suave, era un aliento que olía a menta y caramelos, era una pequeña chica rubia que la miraba con lágrimas en aquellos ojos esmeralda, con sus pómulos hinchados por llorar.
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Los Rescatistas (Terminada)
FanfictionLos prostíbulos son ilegales ¿No es así? La trata de personas es ilegal ¿Me equivoco? El sexo sin consentimiento es violación... ¿Cierto? Los héroes no visitan prostíbulos, no ayudan a la trata de personas y definitivamente no tienen relaciones sex...