XII

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Skinny no sabía que hacer, Jasper y Peridot se veían amenazantes, era realmente sorprendente, porque la más pequeña veía a Jasper como si fuera a matarlo de mil formas distintas, mientras que Jasper veía con sorna y desprecio a Peridot.

—¡Miren quien es! ¡Anita la huarfanita!— se burló Jasper haciendo que los dientes de la pequeña Peridot rechinaran.

—Cuida lo que dices montaña sin cerebro— Carnelian estaba en pose de ataque por si necesitaban parar a Jasper, pero la rubia los sorprendió con una orden —Llevense a Lazuli— luego de decir eso Jasper lanzó un golpe, que Peridot esquivó de milagro, la velocidad era la clave si llegabas a pelear con Jasper, ya que para ser muy grande y ejercitarse casi diario era lento.

Un golpe voló nuevamente hacia Peridot, quien volvió a esquivar, está vez agachandose y dando un pequeño salto hacia atrás, Skinny agradecía que Jasper estuviese tambaleante por el alcohol, de otro modo la rubia estaría perdida.

—Deja de esquivar maldita enana— blasfemo Jasper lanzando una patada que impactó un poco en la rubia, quien no había previsto ese movimiento, era una locura enfrentar así a Jasper, más si eres menos de la mitad de lo que es esa montaña.

Jasper quiso atacar nuevamente a la rubia, pero un tambaleo hizo que se fuera de espaldas al suelo. Era la oportunidad de Peridot, por fin podría propinarle un golpe a Jasper, y justo cuando iba a hacerlo se detuvo.

No se detuvo por recordar la gran amistad que tenían.

No lo hizo porque simplemente era casa ajena o algo así.

No detuvo su ataque por piedad.

Lo hizo porque si hubiera propinado el golpe le habría pegado a Lapislázuli.

La morena se había interpuesto entre el golpe de la rubia y su novio, haciendo que Peridot tuviera que parar el golpe para no lastimar a la chica.

—Lazuli, muévete— fue la orden que lanzó Peridot, pero la de cabellos azules no se movió ni un centímetro.

—No Peridot... No puedo dejar que se maten a golpes, no es correcto— las lágrimas bajaban por sus ojos, sin afectar el tono seco que mantenía su voz.

La rubia iba a replicar, decirle que no era su asunto y hacer que Skinny se la llevara, pero en lugar de eso fue arrojada con fuerza contra un mueble, haciéndola gemir de dolor, haciendo que las palabras se atascasen en su garganta, y esa imagen fue suficiente para desatar la furia de la rubia, quien le dio un golpe seco en la nariz a Jasper, quien se retorcio de dolor en ese instante, Skinny y Carnelian sacaron de ahí a Lapislázuli, quien intentaba zafarse inútilmente para tratar de detener la pelea, pero ya era tarde, alguien iba a conocer el infierno ese día, y ninguno de ellos se decidía a sí sería la menuda rubia o aquella montaña albina.

...

Jasper estaba agotado y tirado en el piso, su nariz estaba llena de sangre, lo cual lo obligaba a respirar por la boca, sus nudillos estaban rojos por la sangre que tenían y estaba algo adolorido.

La rubia por su parte cojeaba hacia la salida, respiraba con dificultad y estaba totalmente cansada y adolorida, tenía un corte en la ceja y varios más en los brazos y espalda, su ropa estaba arruinada, llena de mugre, sangre y con rasgaduras por doquier, sus lentes estaban a salvo de milagro, también tenía el labio abierto y probablemente tendría pedazos de cristal en la espalda y hombros, sus manos estaban llenas de astillas y tenía la mejilla cubierta de sangre, vio el auto aparcado afuera, cosa que le alivió, probablemente Skinny habría ido por ella para llevarla a casa, aunque necesitaría ayuda para subir al auto en su estado actual.

El delgado al ver su reflejo por el retrovisor bajó corriendo del automóvil, siendo que la rubia tenía un aspecto espantoso, fue a socorrerla rápidamente, y luego de llamar a una empresa de limpieza y al doctor de la familia llevó a la rubia a su auto, donde no habían rastros ni de Lazuli ni de Carnelian.

Los Rescatistas (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora