No se cuentos minutos o horas pase sollozando en la calle, las imágenes que ese demonio me había mostrado seguían en mi cabeza y los gritos de la gente rebotaban en mis oídos, pero en algún momento mi cuerpo no pudo más y ahí en esa calle, me deje arrastrar lentamente hacia algún otro sueño.
Cuando tuve la fuerza necesaria para abrir los parpados, una imagen hermosa se proyecto ante mí, miles de candelabros iluminaban una instancia sin fin, una biblioteca con más estanterías de las que mis ojos podía ver y con más libros de los que jamás podría leer.
Los libros siempre habían sido una buena compañía para mi. Desde niño crecí con las historias que mi padre me contaba, las cuales iban desde cuentos sobre reinos lejanos y antiguos plagados de magos y brujas hasta relatos de amores de verano y tragedias desgarradoras. Mi padre consideraba a los libros como su amante, siempre observe que los cuidaba y acariciaba como tal.
Poco a poco me incorporé y comencé a recorrer los pasillos de la biblioteca a un paso lento y suave, iba leyendo los títulos de las obras mientras mis manos buscaban su suave tacto. A pesar de que seguía afligido por las imágenes de la guerra, este lugar le brindaba a mi corazón una calma que no llegaba a entender.
-¿Le gusta lo que ve?- escuche para mí sorpresa una voz de mujer, era una voz calmada y seca.
Miro hacia enfrente y se encontró con una mujer hermosa, era alta, casi de mi estatura, de cabellos negros y ondulados, tenía unos pequeños ojos que miraban directamente los suyos, un lunar adornaba su labio en la parte derecha, poseía una belleza notable. La mujer vestía una toga blanca y una corona de oro brillaba en lo alto de su cabeza.
-Es hermoso- respondí sin apartar la mirada de sus ojos – Siempre he creído que los libros nos enseñan a vivir-
-No se equivoca- dio media vuelta y añadió – Sígame
Así lo hice, iba unos pasos por detrás de ella, su andar mostraba soberbia acompañada de un porte perfecto. Mientras caminábamos por los pasillos mis ojos y manos continuaban explorando las miles de obras presentes.
Continuamos de la misma forma un tiempo, hasta que ante nosotros aprecio una inmensa sala, parecía ser el centro de la biblioteca. En esta había un par de sillones, un arpa, una mesa con pergaminos en ella, pero lo más hermoso era la fuente en medio de la instancia, con una base de mármol y lo de más tallado en piedra por esta fuente corría el agua más cristalina que jamás había visto.
-Tome asiento- dijo la mujer
Ella ya lo había hecho, en el primero de los sillones, así que Eiden camino hacia el otro e hizo lo mismo.
-La sabiduría, representa la búsqueda de conocimiento, no importa si eres un hombre o un dios, la sabiduría te vuelve más listo, más cauto; nunca se dejes engeñar no existe hombre ni dios que lo conozca todo, ni si quiera las Furias, aquellas que ven y manejan los hilos del destino pueden saberlo todo-
No sabía a de dónde venía todo esto, pero aun así las palabras brotaron de mi boca.
-¿Qué hay de Dios? ¿No es cierto que Él lo sabe todo?- después sintiendo un nudo en su garganta agregó - ¿y qué me dice del Diablo?
-Ni si quiera ellos- su voz siempre iba acompañada de una calma reconfortante – No conozco al Dios del que hablas, ni a ese Diablo, pero siempre recuerda que la verdad tiene más de una versión. Si un hombre crece creyendo que el fuego no quema así será en su cabeza hasta que sienta las llamas en su piel. Tenga presente que la única verdad que importa, es aquella verdad en la que usted creas-
Reflexione las palabras de la mujer y no pude evitar pensar en las imágenes que me había mostrado el Diablo. Nada tenía sentido ya, primero dudo de su humanidad cuando su piel fue sustituida por un material sintético y su rostro desapareció, después el mismo Satanás lo hizo dudar de la naturaleza del hombre y ahora esta mujer le decía que nada era cierto, o por lo menos no del todo.
-Si nada es cierto, ¿Por qué tus palabras tendrían que serlo?-
-No comprende, mis palabras son ciertas mientras usted crea que lo son- la mujer pareció notar la confusión que se formaba en mis rostro así que continúo – Déjeme preguntarle ¿Qué es la vida?-
-La vida...- una pregunta difícil, hace ya años que no me tomaba un minuto para formularme esa misma pregunta, a pesar de esto me aventure a decir – La vida es el amor, la alegría, el deseo y el placer. Estar rodeado de gente que te ama y de la gente que tu amas. La vida es escuchar las risas de los niños o ver un hermoso amanecer-
-¿Y qué hay del dolor? ¿El sufrimiento? ¿El odio? ¿No son estos sentimientos parte de la vida?-
-Lo son pero...- sus palabras se perdieron ya que la mujer lo interrumpió
-Voy a decirle un secreto que pocos hombres desvelan. La vida es lo tu quieres que sea, solo tú puedes decidir qué quieres que mueva tu vida, el odio o el amor, el altruismo o el egoísmo, si bien es cierto que los hombres tienden a torcer su camino, los hombres buenos siempre lo encuentras de vuelta. Para ser feliz tienes que conocer tu verdad, tu realidad. Entender quien eres poner tu verdad a prueba y aprender si las llamas queman. Se esta haciendo tarde ya y pronto tendrá que irse. ¿Tiene alguna otra pregunta?-
Pensé muy bien antes de hablar, no sabía si regresaría a este lugar o si volvería a ver a esta mujer, tenía que ser cuidadoso en lo que preguntar, pero en el fondo, ya sabía lo que quería saber.
-¿Que me esta pasando?¿Que son estos sueños?-
-Por algún motivo incierto, fue elegido, de entre todos los hombres para entender, tal vez tenga miedo, tiene motivos para sentirte asustado, pero al finalizar, será uno de los pocos hombres que entiende lo que es ser un humano. Es hora de irte-
-Muchas gracias por compartir su sabiduría conmigo bella dama-
-No es nada, Eiden, necesitaba entender la verdad antes de continuar- por primera vez en el día, la mujer sonrió – Ahora, duerma-
Y de pronto todo se obscureció.
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Sueños Del Alma De Un Hombre
NouvellesUna hisotoria de un hombre, que, mediante sueños entendera a su forma la naturaleza humana y los problemas que la aquejan