Capítulo 11: Besos de Hielo

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Hacía frío. Estaba acostado sobre tierra y hacía frío, la niebla me rodeaba y todo era muy obscuro, intente buscar la luz en el cielo pero todo estaba cubierto por nubes grises. Me levante poco a poco mientras mis ojos se acostumbraban a la densa noche.

Algunos segundos después las difusas figuras a mí alrededor cobraban sentido, se volvían formas, estaba en una especie de bosque pero era... diferente, los arboles no tenía ni una hoja, sin embargo se elevaban interminablemente hasta al cielo, la tierra era igual de seca, no había senderos y no había nadie más. Seguí caminando, me metía entre el bosque y pensaba en casa, pensaba en todo lo que cambaría cuando despertara, pensaba en mi familia y mi novia, incluso añoraba un poco mi aburrido trabajo, todo era tan lejano y a la vez tan cercano.

A si fue mi trayecto por un largo tiempo, solitario y amargo hasta que por fin la vi. Estaba de espaldas pero podía decir que tenía una figura hermosa, un cabello plateado que destacaba sobre todo lo demás en ese muerto bosque.

-¿Sientes el frío?- tenía una voz alegre, era totalmente diferente a lo que esperaría de ese lugar

-Claro- no sabía que más decir

Se volteo lentamente y por fin pude observar su rostro, era fino, de un blanco pálido, era como si su rostro fuera esculpido en mármol. Era muy hermosa

-Conozco como los demás trabajan, casi todos de ellos van y te enseñan algo ¿No es así? Te dicen quienes son y que quiere, yo no soy como ellos, soy más...caprichosa-

-¿Entonces debería cerrar los ojos e ir con el siguiente?-

-Solo quiero jugar un poco, aparte si siguieras tu camino estarías demasiado cerca del final- su voz era un poco juguetona – ¿Te gustan las adivinanzas? Vamos, juguemos, si adivinas quien soy puede que te muestre algo- término con una pequeña risa

-Está bien, juguemos- siempre me habían gustado las adivinanzas, los acertijos o rompecabezas pero la verdad después de tan larga noche, estaba cansado.

-Soy muy vieja pero también muy joven, llego discretamente a llevarme algo y en su lugar dejo llantos y tristeza, muchas personas buscan el roce de mis fríos labios, les gusta tenerme cerca pero al final todos me temen-

-¿La noche? ¿La obscuridad?-

-No lo creo- soltó otra pequeña risa – Vamos inten...-

-Dame más pistas- lo dije de forma seca esperaba que así entendiera

En lugar de contestarme, la mujer comenzó a andar entre los árboles, parecía mecerse con delicadez y lentitud, yo comencé a seguirla iba algunos pasos atrás de ella, podía escucharla tararear una canción.

-Nadie me dice que hacer, nadie me controla y casi todos me odian. Mientras algunos me veneran, me dan regalos y me hacen ofrendas, otros huyen de mi o intentan ahuyentarme - esta vez su voz era un poco triste – La verdad es que aunque a veces sea misericordiosa nadie me ama...me gusta el calor...pero mis besos solo son de hielo-

-La muerte. Eres la muerte-

La mujer detuvo de pronto, veía al suelo con la mirada perdida.

-Lo soy- ella seguía con la mirada en el suelo- Como adivinaste te daré respuesta a tres preguntas-

Esta era una gran oportunidad para mi, tenía que pensar muy bien mis preguntas.

-¿Por qué luces tan triste?-

Soltó un suspiro, su mirada seguía clavada en el suelo.

-Eres la primera persona que me pregunta eso, eres diferente- quito la mirada del suelo prosiguió con su caminata – Yo he visto el mundo cambiar, al igual que los demás que conociste, he estado aquí desde casi el principió. Cuando todo comenzó era divertido, no lo negare regalarles besos a hombres y mujeres... recuerdo aquellos días de la peste donde todo era más fácil si bien al principio los niños eran difíciles me acostumbre , todos los hombres mueren ¿No lo sabías? yo era feliz hasta hace algunos años, veía a hombres festejar la vida, el conocimiento, incluso algunos tenían aprecio por el miedo o el tiempo, pero nadie a mí, los pocos hombres que me amaron fueron aniquilados y hasta ellos al final me tenían miedo-

-Tal vez la gente no te ame, pero te teme, te respeta, estas presente en la vida de la mayoría de personas todo el tiempo ¿No es eso suficiente?-

-Simplemente no es lo mismo, solo haz la siguiente pregunta-

-¿Cómo lo haces?-

-Es un poco complicado de explicar, yo puedo estar en diferentes lugares al mismo tiempo, hay demasiados muertos en el mundo-

-Eso no fue muy claro-

-Nunca dije que tan claras fuerana ser las respuestas, se que ya lo sabes pero no eres el primero en venir aquí y solo quedan dos posibles preguntas que puedes hacer- guardo silencio un momento para voltearse mirarme fijamente- O quieres saber cuándo vas a morir o quieres saber a dónde van los muertos, vamos quita esa cara de sorprendido, los humanos no son tan complejos como les gustaría creer-

La muerte tenía razón, alguna de esas dos preguntas eran las que me estaban rondado la cabeza, la segunda sería algo que podría abrirme las puertas al entendimiento humano, mientras que la primera me podría ayudar a mí.

-¿A dónde van los hombres al morir?-

-Los humanos son tan predecibles, te daré la respuesta pero no es lo que quieres- sus ojos seguían clavados en mí, eran intimidantes

-Vamos, solo suéltalo-

-Yo te podría hablar de infiernos y cielos, del paraíso y el purgatorio, te cantaría canciones de mundo felices de alegría eterna, te contaría sobre una obscuridad infinita y abrasadora donde todo llega a su final, pero nunca sabrás la verdad, nunca nadie la sabe, no hasta que prueban mis fríos labios-

Así que no me respondería nada, lo único que aprendí es que los hombres no sabemos nada de la muerte y nunca lo sabremos.

-No te desamines, eres especial, pero no tanto como para que te cuente ese gran secreto- por fin me volvió a sonreír – Te diré algo sobre mí, tengo poemas y canciones, personas que alardean no temerme e incluso me enfrentan abiertamente, al final todos me temen. nadie esta listo y ante los ojos de todo, soy muy injusta-

Los arboles parecieron cerrarse ante mí, me asechaban y se cerraban nublando mi vista, sentí como caía pero nunca llegue a sentir el golpe.   


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