.Preocupado. 3/5

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Jack

Por más pesados que mis ojos estuvieran, había algo que me decía "despierta" y con un poco de esfuerzo logré que mis ojos se abrieran recibiendo los tenues rayos de luz que entraban a través de la cortina en la ventana. Volví a cerrarlos... ¿Qué? Estaba agotado.

Después de media hora, volví a abrirlos está vez por casi por completo. Iba a estirarme un poco, pero mi brazo aún estaba alrededor de la cintura de Elsa, quien dormía plácidamente envuelta en mis brazos. No pude evitar sonreír, acostada ella me parecía más pequeña. Escuché su lenta y tranquila respiración, lo cual por alguna razón me calmaba. Aunque a decir verdad, ella siempre me calmaba.

Era un poco extraño para mí, aun no terminaba de adaptarme a esto del noviazgo, la mayoría del tiempo no sabía si estaba haciendo las cosas bien, lo más probable es que no... ¿o sí?... ¿Quién sabe? Pero no era tan difícil poner una sonrisa en el rostro de Elsa, o quizá a mí se me hacía muy fácil eso... ¿ven? Nunca sabía si hacía las cosas bien, o simplemente las hacía porque sí. Aunque creo firmemente que era más porque me gustaba hacerlas.

De pronto, alguien tocó la puerta tres veces — Elsa... — demonios — Elsa, es tarde, ¿por qué no has despertado aún? — el cerrojo de la puerta se forzó. Por un momento palidecí, hasta que recordé que la noche anterior le había puesto llave — Agh, odio que ponga llave.

Escuché sus pasos alejarse, pero sabía que solo iba a ir por la segunda llave de la puerta.

Mierda. No quería hacerlo, pero comencé a despertar a Elsa.

— Elsa — susurré — Nena despierta.

— Shhh... durmiendo — murmuró adormilada removiéndose en la cama.

Rodé los ojos, ¿por qué las mujeres tienen el sueño tan malditamente pesado?

Me levanté de la cama y cubrí completamente a Elsa con la sábana. Me coloqué mi pantalón y mis zapatos con gran velocidad... ¿y mi camisa?

Escuché los pasos de la madre de Elsa frente la habitación. Mierda, no iba a salir por la ventana porque me escucharía, así que solo oculté la ropa de Elsa bajo la cama y antes de que la puerta se abriera, me metí al baño sin tener el tiempo suficiente de cerrarla por completo, solo había una pequeña abertura, pero igual corría el riesgo de que me viera.

— Elsa, ya son más de la diez. Te dije que ibas a salir hoy.

Elsa balbuceó aún dormida, podía verla por el pequeño hueco que había dejado en la puerta, y prácticamente ni siquiera hacía un esfuerzo por abrir los ojos. Pero entonces, sus ojos se abrieron como platos y se sentó rápidamente en su cama mirando hacia todos lados, probablemente buscándome.

— ¿Estás bien, cariño? ¿Tuviste una pesadilla? Estás pálida.

Contuve una risa. Sí, claro, una pesadilla.

— Yo... no, estoy bien — suspiró aliviada — ¿Qué me decías?

— Tengo que pedirte un favor.

— Claro... ¿Qué favor? — preguntó Elsa, miró alrededor de la habitación. Parecía confundida.

— No hay nada en la despensa, vas a ir al súper mercado y compraras lo de esta lista — Elsa tomó el pequeño papel arrugado — Te dejaré la tarjeta de crédito cerca del mueble del televisor.

— De acuerdo.

— Bien... Por cierto, ¿Quién te dio esa camisa? Nunca te la había visto.

Elsa carraspeó — ¿A qué hora llegaste a noche?

Oops, Baby I Love You  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora