-Papi.-lo llamó Neal cuando estaban por salir del estudio.
-¿Que pasa, piccolo?
-No me... no me diste los reglazos.-murmuró y soltó un sollozo lastimero.
-Ajá... es verdad. Y como veo que entiendes que lo que hiciste está mal te voy a perdonar los diez azotes que te faltan.-el niño sonrió y se guindo al cuello de su padre agradeciéndole.-Alto, jovencito, no creas que siempre será así ¿no?.-Neal hizo un puchero muy cómico pero no dijo nada, solo asintió con su cabecita.
-Lo lamento, mucho.-susurró.
-Lo sé, y como hoy me encontraste de buen humor voy a tratar de convencer a mamá de que te deje salir.-eso sorprendió a su "adole-niño", como sus padres lo llamaban, pues generalmente era mamá la que convencía a papá de darle permiso.
-Gracias, gracias, gracias, gracias, papiii.-dijo saltando alegremente.
-Piccolo, he dicho que intentaré convencerla- dijo haciendo énfasis en las últimas dos palabras.- no quiero que te entusiasmes mucho, y si no llegó a conseguir el permiso nada de malas caras ni contestaciones, por que no importará el buen humor del que esté le daré una buena calentada a ese traserito tuyo ¿entendido?.
-Si, papi.
-De acuerdo, salgamos.
Padre e hijo salieron de allí juntos, cada uno por su lado. Al entrar a la cocina Neal corrió hacia su madre, quien al verlo le abrió los brazos, sosteniendolo en un fuerte abrazo.
-Lo siento, mami, lo siento mucho. No eres una controladora y-y lamento haberte hecho creer que pasaría lo mismo que cuando tu eras joven... y-yo... de verdad lo lamento.-dijo llorando en el pecho de mamá.
-Shh... shh... cariño, ya pasó... shh... shh mi niño, todo perdonado, shh... shh... osito ya pasó, shh mami esta aquí.-dijo acariciando la espalda del niño.
Con las caricias de su madre, en un par de minutos se tranquilizó.
-¿De verdad... me... perdonas?.-murmuró con vergüenza.
-De verdad, mi osito bello.-le aseguró Cinthia mientras le daba un beso en su mejilla.-Ahora, hijo, ¿porqué no te vas a cambiar? Ya los llamaré para que vengan a merendar.-le sonrió y le entregó el celular que su padre le había quitado con un guiño.
Neal asintió y salió corriendo escaleras arriba, casi chocandose con su padre que venía de bajada.
-Hey, ¿que parte de no corran en las escaleras no entienden?.-preguntó, claro que lo hizo al viento por qué no había nadie ahí prestándole atención.
Llegó a la cocina y vio a su esposa sacando unas galletas del horno.
-Estas cada día más bella.-le dijo recostado en el marco de la cocina.
-Ajá.-murmuró sin darle importancia.
-En realidad, creo que soy el hombre más afortunado del mundo por tenerte a mi lado.
-Si, lo eres.
-Y... me alegra que seas la madre de mis hijos.
-¿Quien más si no?.-dijo sin voltear a verlo.
-La verdad es que eres perfecta: inteligente, valiente, educada, amorosa, buena en la cocina...
-Sé lo que intentas hacer.-le dijo señalandolo con una cuchara de madera, interrumpiendo su discurso.
-¿Yo?.-dijo ofendido, y Cinthia alzó una ceja.-¿Y que se supone que estoy tratando de hacer?.
-Convencerme para que deje a Neal ir a la fiesta.-al ver la cara de sorprendido de su marido le arrojó un trapo a la cabeza y se giró de nuevo hacia las galletas para terminar de decorarlas.
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El pasado llega al presente
RandomLa verdad sale a la luz, el pasado se aparece en su vida, tenía la necesidad de saber qué había pasado, pues veamos si encuentra la respuesta. ATENCIÓN: Está historia tiene referencias a violación, maltrato y abuso. Posee spanking paternal, nalgadas...