Capítulo 22

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Helena trató de ayudar al camarero pero no sabía como.

Ella no podía pararlo, lo sabía, lo único que podría parar la sangre era... era la Voz.

Era la única forma, lo sabía, así que se paró y empezó a hablar: "Voz, haré cualquier cosa, solo haz que Wilfred pare de desangrarse" dijo Helena.

Hubo unos minutos en que no se escuchó nada más aparte de unos susurros que no se sabía muy bien dónde provenían. La chica se había sentado junto a Wilfred y trataba de ayudarlo, no sabía como, pero creía que hacía algo.

Entonces el silencio se rompió y se pudo escuchar la horrible, metálica y robótica Voz que decía: "Muy bien, si estás dispuesta a hacer cualquier cosa por Wilfred... la tarea es simple, mata a todos los hombres lobos restantes que quedan en el jardín subterráneo, que son, exactamente, veinte" estas palabras fueron seguidas por un silencio absoluto.

Helena Wood lo pensó. Sabía muy bien que deshacerse de veinte horribles hombres lobo no era una tarea fácil en absoluto, tendría que hacer un plan y encontrar las armas indicadas, lo cual era más fácil decirlo que hacerlo. Pero si eso le prometía salvar la vida de su amado... era necesario.

"Lo haré" dijo Helena. Wilfred estaba moviendo la cabeza en forma de negación, pero la Voz ya había escuchado a Helena. "Muy bien, muy bien, tienes tres días, en este instante afuera es de madrugada. Cuando sean las doce de la noche del primer día, sonara una campana, del segundo, sonarán dos y del tercero, sonarán tres y eso significará que se te acabó el tiempo. Si no puedes cumplir con tu misión en el tiempo indicado, Wilfred morirá, si lo haces, el camarero contará con más vida que desde que llegó a este restaurante. Ve y no pierdas tiempo." Dijo la Voz metálica. Helena le dio un abrazo a Wilfred que le habían parado de sacar sangre (ella había parado de llorarla) y se fue corriendo hasta el subterráneo.

Estaba en el laberinto, nuevamente. Empezó a caminar, tendría que encontrar sola la salida al jardín subterráneo y tendría que hacerlo rápido.

Dio vuelta en un pasillo y encontró un arco y flecha, las flechas eran de plata. "Un pequeño regalo, ya que aquí no hay nada de plata" dijo la Voz. Al lado del arco había una espada, también de plata. Inmediatamente escuchó muchas patas que se acercaban. Una araña gigante le cerraba el paso.

Levantó la espada de plata y amenazó a la araña con esta, naturalmente ésta ni se inmutó. Le cortó una pata sin mayor esfuerzo, el insecto cayó y no se pudo parar otra vez. Helena le clavó la espada en el corazón y el arácnido murió.

La chica tomó el arco y las flechas y siguió su camino, corriendo, pero estaba más tranquila que antes, tenía armas y eso le hacía sentir más segura. Estaba entusiasmada, en verdad parecía que lo iba a hacer. Por una vez desde que llegó al restaurante, se sintió bien.

Abrazos. Ciao S2.

El Restaurante En El Medio De La NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora