Capítulo 10 - Presentandome a Lucía

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P.D.V. Lucía

¿Qué le pasará a Sergio?

Mi querido "hermanito" lleva días sin salir de su habitación, casi sin comer, descuidado. Algo que nunca antes lo había hecho hacer... Bueno sí, sólo cuando se dio cuenta de que Esther no le merecía, que era yo la única que lo podía llevar al cielo, que era la única que se lo merecía al 100%.

*FLASH BACK LUCÍA

Estaba leyendo un libro bastante entretenida cuando vi entrar a Sergio dando un portazo y como alma que lleva el diablo. Ese era mi momento, estaba molesto, y lo más seguro que lo estaba por Esther.

¿La habría encontrado ya con aquel francés? Si era así, tendría que darle las gracias a ese hombre. Había sido una brillante idea, y todo estaba calculado, lo más seguro es que ahora Sergio no quiera saber nada de esa pija y sepa de una vez que yo soy todo lo que necesita.

Me levanté del sillón con una sonrisa en la cara. La tendría que ocultar para que Sergio no descubriera lo feliz que estaba.

Llegué a su habitación, oí golpes y cosas romperse. Todo estaba saliendo según lo planeado.

Toqué dos veces y entré. Todo estaba tirado y él estaba sentado al borde de la cama ocultando su cara. Pude notar como tenía la cara roja, sintómas de que había estado llorando. Me preparé, era hora de mi gran actuación.

- ¡Sergio! ¿Qué ha pasado? Oí unos ruidos y veo todo esto así y... - puse mi mejor cara de preocupación - ¿Estás bien?

- No ha pasado nada, vete. - espetó. Se le notaba que había bebido.

- Venga Sergio, puedes confiar en mi. ¿Qué te pasa? - no respondía asique opté por meter el dedo en la llaga. - ¿Es por Esther? 

- Déjame. - y empezó a sollozar.

- Ven aquí. - lo abracé; todo estaba saliendo a la perfección. - ¿Que te hizo para que estes así, Sergio?

- Lo encontré con otro... 

- ¿Lo conocías? 

- Era el francés que conociste en su trabajo y que nos presentaste... - ¡Bingo! Sin duda, ese hombre se merecía un gran premio.

- ¡Lo siento mucho, Sergio! Si no se lo hubiera presentado... - me hice la victima desplomandome sobre la cama y mirando al techo. En ese mismo instante el me imitó.

- No tienes la culpa, tranquila. 

- Sergio... Hey, mírame. - Nos miramos y en ese momento lo besé. Al principio no me correspondía, pero el despecho y las ganas de olvidar fueron más fuertes que todo y me besó colocandose encima de mí. 

Le quité la camisa en un intento desesperado de hacerlo mío por fín. Lo deseaba. Le fui desabrochando el cinturon y él me quitó la camisa, sin dejarnos de besar salvajemente. 

Estabamos en la cama, desnudos, disfrutando como, yo por lo menos, nunca lo había hecho. 

Se introdució dentro de mi, salvaje y brutalmente. Fue la mejor experiencia de mi vida. Por fín era mío. O eso creía en ese momento. Nos dormimos abrazados. Yo feliz, por lo que me había hecho sentir. Habíamos hecho el amor, y ahora incluso lo quería más que antes.

Desperté a la mñana siguiente. Él seguía durmiendo como un angelito, pero tenía ganas de más, asique le empecé a besar haciendo que despertara.

Sonrió y cuando abrió los ojos puso una cara de espanto.

- ¿Qué ha pasado? - Se tocó la cabeza en señal que le dolía la cabeza.

- ¿No lo recuerdas? - le sonreí - Nos amamos, hicimos el amor hasta el amanecer.

Afortunada CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora