¿Cuáles son sus historias?

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Autora POV.

06:00 am

Correccional Sing Sing. N.Y

Las sirenas del lugar comenzaron a sonar despertando a todos los reclusos y a algún que otro guardia. Todos fueron al comedor para "desayunar" si es que se le puede llamar desayuno al pan con moho y agua sucia que decían era café.

En el comedor, uno de los lugares mixtos de la correccional, los hermanos Lightwoods no tardaron en encontrar una mesa vacía, Isabelle invito a Clary y está a Simón. Magnus se sentó, como de costumbre, en una silla apartada, no era por falta de popularidad, ni mucho menos respeto pero él simplemente no se juntaba con nadie en específico. A Alec le llamó la atención, desde la mañana, cuando habían despertado no cruzaron palabra. Su mamá le enseñó desde muy pequeño que debía ser cortés siempre y dado que de ahora en más compartía mazmorra con el asiatico por quien sabe cuánto tiempo, tomó valentía de algún lugar inexistente y se levantó de su lugar, camino a donde estaba Magnus y le tocó el hombro para llamar su atención. Este, ensimismado en su propio mundo, pegó un saltito de sorpresa pero rápidamente se enderezó.

-Eh... ¿Quieres sentarte conmigo?- Pregunto sin saber a dónde mirar. -Y con mis hermanos...- Aclaro. - Clarissa Ferchaid y Simon Lewis también nos acompañan.

Magnus quedó estático, había pasado mucho tiempo desde que alguien, fuera de su chiquitismo círculo social, lo trataba de forma amable sin razón aparente. Cuando estuvo libre no tenía mucho dinero pero siempre conseguía lo que quería por eso la gente se acercaba solo para pedirle favores, dentro de la cárcel la mayoría de sus "amigos" lo abandonaron sin dudar. Rápidamente se ganó el respeto de todos por su expediente y un par de peleas ganadas pero así de rápido también se enteraron de que tenía ciertos beneficios y por eso la gente seguía buscándolo para "pequeños favores".

Sin embargo, el precioso ángel frente a él parecía totalmente desinteresado, en sus ojos se mostraba un brillo de sinceridad que no había visto jamás. Eso de alguna manera logró mover algo en el corazoncito de Magnus.

El ojiazul al ver que el otro no respondía se dio media vuelta para volver. No hay ni qué decir que estaba sumamente avergonzado y más rojo que un tomate transgénico. Magnus reaccionó a su movimiento y con la charola en mano siguió al ojiazul, ambos se sentaron en la mesa quedando frente a frente, sumiéndose en un silencio cómodo que el resto ni siquiera entendió.

-Y bien... ¿Qué hicieron para estar aquí?- Preguntó Magnus tratando de romper el hielo.

-Hackee al pentágono para obtener información de Valentine Morguersten y salvar a mi mejor amiga.- Dijo el castaño a su lado, con la mirada perdida tras sus gafas de pasta.

-Yo fui la amiga que salvó. Y al escapar ataque a cinco de sus matones.- Dijo la pelirroja tímidamente... Obviamente no les cayó muy bien. Los mataron y me inculparon.

Todos la miraron de pies a cabeza. Jamás en la vida se hubiesen imaginado que esa chica enana y chaparrita podría contra cinco matones de El Círculo, una de las organizaciones criminales más poderosas de todo el mundo.

-Nosotros casi matamos a más de diez.- Dijo con orgullo el rubio.

-¿Que?- Preguntaron atónitos los dos amigos.

-Tenían a Izzy, tuvimos que pasar a los de seguridad para sacarla. A decir verdad me sorprende que ustedes se encontrarán sólo con cinco.- Respondió el ojiazul.

-Hola Clarissa.- Saludo un chico alto, de tez pálida, cabello cobrizo y ojos verde aceituna, se había acercado con la barbilla en alto y al menos seis de sus matones. Su voz tranquila y actitud juguetona desencajaba un poco con la reacción arisca de todos sus acompañantes.

-Morgenstern.- Susurro Magnus con hastío.

Sebastián miró directamente a Clary, con ojos deseosos y sus labios curvados en una sonrisa escalofriante. -¿Cómo has estado, hermanita?- Preguntó con sorna. Esas dos palabras fueron suficientes para que todos los presentes en el comedor hicieran silencio absoluto y prestaran suma atención.

-¡Tu no eres mi hermano! ¡Eres un monstruo!- Escupió la chica con rabia.

-¿Enserio? Deberías pensarlo mejor hermanita. Ya no estás en Brooklyn, este es mi territorio.- Amenazó.

-Me da igual. - Afirmó Clary mirando al frente, tratando de ignorar a Sebastián. Él asintió sonriente, se dio media vuelta y volvió a su mesa. El comedor volvió a su bullicio natural.

Clary suspiró con pesadez, dejó caer su cabeza contra la mesa en un ruido sordo y respiro hondo para alejar las lágrimas.

-Bien. Creo que hablo por todos cuando digo que quiero una explicación.- Demandó Magnus.

-Valentine Morguersten es mi padre biológico. No tengo nada que ver con él, ni con Sebastián, yo ni siquiera lo conocía, de hecho él tampoco sabía de mi existencia. Pero me encontró por una maldita casualidad y ahora está obsesionado conmigo.- Explicó sin cambiar de posición.

-¿Y tú, porqué estás aquí?- Preguntó la pelinegra con interés hacia Magnus.

-Prostitucion en asociación con Camille Bentancur, miembro destacada de El Círculo.- Respondió con simpleza volviendo a su comida. -Soy originario de Indonesia. A los ocho años mi madre se suicidó, mi padrastro se quedó con mi tutela y la uso para tratarme como un trapo viejo. A los dieciséis murió y Camille Bentancur me encontró, ella me dijo que podía ayudarme. Se suponía que yo vendría a Brooklyn para bailar en bares por cuatro años y ella a cambio me conseguiría los papeles para ser ciudadano y así conseguir un trabajo mejor y quizá hasta podría terminar mis estudios. Al pasar los meses las cosas fueron subiendo de nivel pero no le di importancia, así ganaba más y podría tener una mejor vida. Los años pasaron y el trato se cumplió, ella me dio los papeles, pero me fue imposible conseguir trabajo, busque de todo y por todos lados pero no lo logre. Derrotado volví con ella. Después de unos días me enteré que ella estaba involucrada en mi falta de trabajo, además de que ganaba mucho conmigo pero me daba menos de la mitad. La enfrente y me inculpó por el siguiente cargamento de chicas que llegó. - Explicó Magnus con tranquilidad.

-Espera... ¿Sabías que secuestraba chicas y no dijistes nada?- Preguntó la pelinegra con furia.

-No. Bueno, lo sospechaba pero esas chicas estaban en otro bar y yo no tenía permitido ir a otros bares que fueran de su propiedad.

-Siento mucho lo de tu madre.- Habló Alec en voz baja y tranquila.

-¿Por qué llevas gafas de sol?- Preguntó el rubio a su lado, Alec recálculo en su mente. Era verdad jamás había visto a Magnus sin las gafas. Ni bien despertó él se las puso, como ocultando algo.

-Tengo una mutación genética hereditaria. Mis ojos son diferentes.

-¡Quiero ver!- Chillo Isabelle.

Magnus se quitó las gafas dejando ver sus peculiares ojos; su iris de un intenso verde-dorado con la pupila tan fina como una aguja. Tenía ojos de gato. Los cuatro chicos a sus costados ahogaron un grito mientras que el ojiazul de enfrente solo sonreía. Era la primera vez desde que habían llegado que Alec había sonreído.

-Son hermosos. -Susurro el ojiazul.

-Gracias- Contestó un muy sorprendido Magnus.

Amor Tras Las Rejas #MalecAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora