La verdadera historia parte dos

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La bestia dio un salto a una gran e inmensa velocidad en dirección al joven Jyevenus, una velocidad completamente abominable, solo un parpadeo y estaba encima del muchacho dando un golpe directo que casi mata al joven de no haber sido porque el guerrero oscuro reaccionó y lo saco del impacto completo.

Ya era demasiado tarde, la bestia había dado un golpe directo que casi pierdo la vida, pero en ese momento sentí que me jalaban hacia atrás con una velocidad que apenas sentí mi alma.
-Joven Jyevenus, ¿Se encuentra bien?- me preguntó el extraño hombre de piel y cabellos blancos como la nieve, de ojos azules iguales a los mi padre, quien después de algunos segundos me jalo a otro lugar y me libró a una distancia mayor de la bestia.
Me recostó en el pasto que estaba entre los árboles, se escuchaba como se rompían las hojas secas que estaban tiradas por todos lados, le puse más atención, me quede viendo a mi rescatador.
-Como es posible, que estes cambiando de color sus cabellos y ojos- mi mirada se queda un poco perpleja, empiezo a ver oscuro.
Alcanzo a ver una especie de energía, una aura negra rodeandolo mientras que sus ojos se tornan negros endemoniados- esos ojos tan bonitos se han convertido en ojos de ira, poder, dan mucho miedo.
Sus cabellos empezaron a cambiar de semblante y color de blanco a plata y casi seguido a negro azabache él aparta su mirada de mi y la dirige hacia la bestia. Un aura de guerra, un aura de muerte, el aura más aterrorizante jamás había visto, mis ojos se cierran por un momento o tal vez mucha oscuridad me abrazo, él grita con una voz muy diferente a la de antes.
-¡Soy Lucian! ¡El rey sin trono! ¡El Dios de la guerra!- sus palabras resuenan en todo el ambiente, es cómo si su voz viajará en el aire.
-No importa quién seas, aún siendo el rey de los Reyes no podrás contra mi, recuerda que yo aún tengo el arkh del tiempo- dijo la bestia respondiendo con tanta burla a lo que el otro ser de oscura apariencia había dicho.
Mis ojos no ven bien empiezo a ver aún más oscuro.
A lo lejos, podía oír, ya no muy bien -¡Haunt!- gritó la bestia, volteo por inercia a la dirección de la bestia
-¡me voy de aquí!- de un segundo para otro había desparecido la enorme bestia. No sabía que pasaba, tenía tanto miedo como confusión. Que es lo que había pasado, no lo sabía -¿Moriré?- mis párpados se empezaban a cerrar -No quiero morir- ...

Hunter: Ojos dorados; El herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora