Capítulo 8: Oculta entre las sombras

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El sol ya se iba ocultando asi que trataron de no hacer mucho ruido al entrar. Con mucho cuidado, empujaron la gran puerta pero una de las empleadas los vio ingresando.

—Bienvenidas señoritas —dijo cordialmente mientras se acercaba a ellos.

Mikasa se asustó.

—Shhh... Petra...—dijo Mikasa acompañado de un gesto de silencio.

—¡Oh si! Su madre está tomando la siesta de la tarde —le comentó la sirvienta.

Ambos dieron un suspiro, pero el mundo les llevaba la contra, y la mencionada bajaba por las escaleras.

—Buenas tardes niñas —dijo la señora Kuchel— ¿Dónde está la ropa que compraron? —en su tono de oía nerviosismo.

Los hermanos tragaron saliva y dirigieron la mirada a Petra para que les ayudase.

—Ya los lleve a su habitación, señora —mostró una sonrisa mientras se acercaba a su ama— venga... tiene que tomar sus pastillas. —trató de llevarla del brazo, pero la otra se resistió.

—¡¿Porqué me mienten?! —hizo otro esfuerzo y se safó del brazo de la sirvienta, se arrodilló en su mismo lugar y empezó a llorar.

La empleada ya no podía hacer nada, así que dejó a ambos hermanos a cargo de su madre.

Esto se iba poner feo.

—Madre... tranquila —susurró Levi mientras trataba de acercarse a ella.

—¡¡ERES UN DESGRACIADO QUE LE MIENTE A SU MADRE!! —le tiró un manotazo, pero Levi volvió a acercarse.

Mikasa estaba petrificada, sus pies y manos no reaccionaban, apenas pudo salir del lugar, su madre jamás le había hecho caso cuando se encontraba así.

Esta vez Kuchel le rasguñó con impotencia el vestido celeste de su hijo. La tela rasguñada cayó al piso suavemente, mientras Levi apretaba los puños.

Ya estaba cansado de su maldita vida, su maldita madre y odiaba al maldito que la había abandonado. Corrió hacia su habitación haciendo caso omiso a los gritos desesperados de su madre que hacían ecos por toda la casa de una forma escalofriante.

Cerró la puerta con brusquedad y fue a tomarse un baño relajante, era lo único que él necesitaba en ese momento.

Al terminar de ducharse los gritos de su madre habían cesado, suspiró aliviado.

En su cama sonó un tilín tilín, era un mensaje nuevo. Se acomodó la toalla en la cintura y agarró su celular.

De: Mikasa

Levi ¿Estas bien?
Tengo que decirte algo...
Si quieres ven a mi habitación.

Visto √√ a las 7:15

Leyó con detenimiento y bufó.

¿Qué tramaba su hermana?

Se puso un vestido rosa pastel, junto con sus pantis y unos zapatos de charol oscuros. Eran las únicas mierdas que tenía en su armario; vestidos y accesorios de niñas mimadas.

Salió sigilosamente de su habitación para ir a la se Mikasa, que se encontraba cerca.
Tocó dos veces y la puerta se abrió.
Pasó tranquilamente y su hermana que se encontraba tras de él, cerró la puerta.

Levi pudo apreciar la habitación.
Era muy parecido al suyo pero con la diferencia de que los colores eran un poco más alegres.
La mesita de noche le llamó la atención, algo brillaba en éste, se acercó un poco y pudo ver lo que era; un collar dorado que llevaba como complemento el nombre Rose.

Le pareció extraño el collar.

Se sentó en el sillón rojo que se encontraba al costado de la mesita.

—¿Quién te lo dio? —preguntó señalando el collar.

—Mi mamá —contestó tranquila.

Levi levantó una ceja, era imposible que le hubiese dado ella. Se notaba claramente que era un collar barato, y su madre no permitía comprar algo como eso.
Pero no le importaba mucho. Había venido por otro asunto.

—¿Qué me querías decir Mikasa?

—Bueno... —se sentó al costado de su hermano. Levi se asombró, debía ser algo importante— ...quiero que nos vayamos de esta casa, escapemos. —dijo casi en un susurro, no quería que nadie la oyese.

Le abrió los ojos tanto como pudo, sus ojos esmeralda temblaban.

—No Mikasa, no... —tomó un poco de aire y suspiró.

—Pero nos iríamos lejos, Levi... —dijo y sus ojos se cristalizaron— no me gusta verte así hermano..

Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y se perdieron en el vacío de su cuello. Cerró los ojos con fuerza tratando de tranquilizarse.

Pocas veces eran las que Mikasa lloraba en frente de alguien. Era muy dura consigo misma.

—Basta Mikasa, no necesitas preocuparte por mí. Si quieres tu escapa, yo no lo haré —dijo Levi molesto.

Esas palabras le dolieron como agujas perforandole el corazón, creyó que su hermano le apoyaría, que el diría que sí. Pero no, el quería seguir viviendo en ese infierno de vida y ella solo lo quería ayudar.

Si Levi no quería, ella tampoco lo haría. Su hermano era el que más sufría, todo lo hacía por él. Pero eso Levi no comprendía.

Entró directa al baño para así encerrarse por horas, no quería ver a nadie, se sentía traicionada y sola.

Aunque siempre había estado así, pensó.

                          ●  ●  ●

Era un lunes por la mañana, ambos hermanos bajaron de su coche sin dirigirse la palabra hasta llegar al pasillo que estaba desolado.

Mikasa había tratado de estar como siempre, pero no podía. Aún se sentía irritada por la respuesta que le había dado su hermano, pero lo trataría de convencer.

Aprovechando de que era temprano y que no había nadie llevó a Levi hasta afuera de un aula, le dió una mirada rápida a éste, estaba completamente oscuro así que empezó a hablar.

—Levi... quiero hablar sobre el tema del sábado... Por favor —pidió Mikasa.

¿Levi? ¡¿Eh?!

—No Mikasa, ya te dije lo que pienso al respecto

—¡Pero hasta alguien del colegio se puede enterar de que eres un chico!

Así que un chico....
Que interesante...

—¡Nadie se va a enterar a si que cierra la boca!

Mikasa salió corriendo y Levi siguió detrás de ella.
Una chica rubia salió del supuestamente aula oscuro, masticaba chicle gastado con movimientos rápidos.

Estaba sonriendo.

Había descubierto el secreto de esos riquillos de los Ackermans.

—Esto se va a poner bueno.... —dijo mientras una sonrisa maliciosa se formaba en su rostro. Tiró el chicle que mascaba a un cesto de basura que se hallaba a unos dos metros de ella, encestando perfectamente— muy bueno...

Y volvió a la oscuridad de la que había salido.

Un amor confuso『 ErenxLevi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora