9-Gritos en el bosque

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-Tú hermana...

No tuvo fuerzas para pronunciar su nombre ni decirlo más fuerte. Ambos se dieron la vuelta solo para encontrarse cara a cara con la joven, que se había parado de su carrera en medio del camino. Vestía ropa de viaje y lo más sorprendente de todo, un arco con una flecha cargada.

-¡¿De dónde has sacado eso?!-gritó de inmediato Elisha, pero ella no le hizo ni caso. Tenía su vista clavada en los ojos verdes de Sachar.-¡Es muy peligroso que vayas por ahí con armas!

-Te vas.-murmuró simplemente, ignorando a su hermano.

-Sí.-respondió Sachar en otro murmullo. Un silencio tácito inundó el bosque mientras el viento comenzaba a soplar, meciendo el pelo que a ella se le había salido de la trenza.

-No me miréis así -dijo inmediatamente, pasando su vista de uno a otro- ¡Yo también voy!

-¡No digas tonterías! -la increpó Elisha.

-No las digas tú. -Rebatió ella-¡No tienes ningún derecho a tratarme como a una niña!

-¿Qué? -replicó él, incrédulo- Yo no... ¿Cómo sabías que nos marchábamos hoy?

-¡No soy una ingenua! -respondió ella con fuerza. Nunca había hablado de sus extraños presentimientos con nadie y ese no iba a ser el momento de empezar.

-Ah -se burló su hermano.

-¿¡Qué!? No soy una chiquilla boba a la que haya que salvar. ¡Necesitaréis ayuda! ¡Voy con vosotros! -declaró ella.

-¡Ni hablar! -gritó Elisha furibundo.

-¿Por qué? ¡Dame una buena razón, una sola! -exigió ella con las manos en los costados. Ante el silencio desconcertado de su hermano, se rió sarcásticamente en señal de desafío. --¿Has visto? ¡No existe ninguna razón!

-No vienes -intervino Sachar con determinación. No alzó la voz, no se metió entre los dos hermanos. Solo lo dijo.

No'ah, enmudecida, volvió sus ojos hacia el joven. La voz de Sachar era tan firme y seria que ninguno de los dos estrellados tuvo dudas acerca de lo que pensaba. Aquellas palabras eran su decisión. No'ah apretó los labios y fijó su mirada en las piedras del camino.

-¡Bien dicho! -dijo Elisha, asombrado por cómo aquellas dos únicas palabras habían logrado zanjar la discusión con su hermana.

-Así que eres como los demás. Tú también... -murmuró la chica, decepcionada.

-¿Qué significa eso? -Se entrometió Elisha. No'ah hizo caso omiso de la pregunta de su hermano y siguió mirando a Sachar.

-Siempre he sido la niña de la casa, la hermanita, la niña delicada, paciente y sensata, la que nunca desobedecía... ¡Sólo tú me has tratado siempre de otra manera! Como si me consideraras capaz de cuidar de mí misma.

-Y estoy convencido de ello - afirmó Sachar con gentileza.

El muchacho no quería meterse en la conversación ya que sabía que el algún momento ella le pediría que se quedase, y él no podría decir que no.

-Yo también lo creo -añadió Elisha- Es sólo que... En fin, ¡que estoy preocupado por ti! No veo qué tiene de malo.

-No quiero que os preocupéis por mí. ¡Quiero decidir por mí misma! ¡Y quiero ir con vosotros! ¡Soy capaz de hacerlo!

-¡Esto no es un juego! -gritó Elisha. No'ah no le prestó atención y clavó sus ojos en Sachar.

-Pero ¡tú no quieres que te acompañe! -dijo.

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