Sachar explicó a Elisha lo que había sucedido en pocas palabras, resumiéndole también el hecho de que se conocieran Salaila y él. Le costaba sacar en claro cosas acerca de su vida con ella para decirle quien era, por lo que se limitó a llamarla amiga de la infancia. Después de muchas quejas de Elisha por no poder enterarse de lo que sucedía a su alrededor y comentarle a Bes su problema, este les dio la solución.
-La vieja Kantaa tiene el remedio contra los idiomas.-dijo mientras caminaban en fila por el bosque hacia lo que había llamado refugio.-Hay una piedra que te hace oír bien. No se explicároslo, pero podrá ayudar. Es cosa de dioses.
Sachar tradujo y Elisha se alegró. Por fin podría sentirse parte de nuevo.
Elisha había vivido los últimos momentos de la forma más confusa posible. Los caballeros y el cazador habían hablado en la lengua típica de los Malevos, una que ya estaba harto de oír y que, aunque no era exactamente igual a la suya, era capaz de entender bastante bien. La había aprendido en sus primeros días en la rebelión, siendo prácticamente a un niño, para poder entender los planes le esos seres. Era una lengua simple, con retazos de otras distintas. Pero los forestales cuando hablaban parecía que lo hacían desde el estomago, no desde la garganta. Era algo bastante extraño de escuchar y aunque se concentrara no fue capaz de descifrar nada. Tampoco le sorprendió mucho cuando su amigo comenzó a pronunciar tan fácilmente aquello pues, en el fondo, esa era su lengua, con la que había criado. Además, Sachar cuando había llegado a la casa-observstorio no pronunciaba ni pío, pero tendría que haber conocido un idioma, aunque fuera inconscientemente guardado en lo más profundo de su cabeza, para poder entender el concepto de palabras y aprender otra. La que le enseñó fue No'ah, con una extraordinaria paciencia y unas increíbles dotes de profesora. Poco a poco Sachar había aprendido a hablar.
Ahora Elisha podía suponer como se había sentido Sachar en ese momento, con la gente hablando a su alrededor y sin comprender lo que sucedía. Bastante agotador, pensándolo bien, y quizá eso era lo que había forjado el carácter atento de Sachar, que siempre escuchaba dijeses lo que dijeses. O al menos eso aparentaba.
De lo que se había enterado Elisha más o menos era que Bes y Salaila debían ser forestales, probablemente rebeldes, que se habían asustado al verles y les habían atacado. Después supuso que estaban discutiendo que hacer con ellos dos y finalmente había ganado Bes que, por suerte para ellos, pensaba que podían ser bienvenidos. Era algo que sucedía constantemente en su reino con los nuevos que se unían a la resistencia. Se los juzga para ver si son de fiar o son espías, y siempre había opiniones distintas en un mismo grupo, unos apoyando que entrasen y otros con lo contrario.
Lo que sí le había sorprendido era que uno de ellos fuera una chica, y sobre todo con tan malas pulgas como para lanzarse a por Sachar. Resultó algo llamativo, pues al verles los ojos antes de descubrirse la cabeza esperaba una larga cabellera negra y lisa, una personalidad seria y taimada. En el reino de las estrellas todos eran parecidos en cuanto a físico y personalidad, pero allí se veía que no. Los dos forestales tenían el pelo castaño y rasgos parecidos, pero uno sonrió la mayor parte del tiempo y la otra no hizo más que fruncir el ceño, mientras que Sachar siempre tenía expresión calmada y tranquila, por no hablar de un cabello negro diferente.
Durante el camino, Sachar se mantuvo hablando con Bes de cómo estaban las cosas en el reino y de cómo habían cambiado con los años.
Tristemente, ya solo quedaba una vieja colonia de hombres libres que peligraba por ser descubierta. Los hombres de la reina se pasaban los días peinando el bosque en busca de los rebeldes que estaban sueltos, y si encontraban alguno los metían a los campos a trabajar. Los campos estaban en el sur, no muy lejos del lugar en el que habían montado el refugio. Nunca habían conseguido sacar a ninguno vivo de allí.
-Tu padre nos ayudó.-comentó Bes.-Pero un día desapareció contigo sin dejar rastro, llevándose con él nuestra única esperanza. Su dragón.
-¡¿Mi padre tenía un dragón?!-Sachar tuvo la sensación de que se escuchó caer su mandíbula hasta en el Reino de las estrellas.
-Fue uno de los caballeros de la reina blanca, señora de las hadas. Su hogar fue el primero en caer, por lo que viajó hasta llegar aquí, donde se estableció al encontrarse con tu madre.
Sachar sonrió como un niño al saberlo. Su padre era alguien de quien sentirse orgulloso. ¿Porqué se marchó y no ayudó a esa gente? ¿Qué pasó con él tras cruzar la puerta al otro reino? Sumido en esos pensamientos y sin apenas darse cuenta se metieron en una zona nueva del bosque, donde los reflejos azules destellaban entre las hojas.
Dio un bostezo, increíblemente cansado de pronto, casi sin fuerza.
-A partir de aquí pisad donde yo pise.
A Sachar la voz de Bes le llegó muy lejana. Le empezaron a pesar los ojos y sus movimientos se volvieron torpes. Una neblina azul pareció envolverles.
-¿Qué... está pasando...-la voz de Elisha también parecía venir desde la otra punta del bosque.
Ya no pudo con los ojos. Se le cerraban. Su cuerpo parecía tener la consistencia de la gelatina. Empezó a sudar. Cada paso era un esfuerzo demasiado grande. Tropezó con sus propios pies y cayó de boca al suelo. Volvió a intentar abrir los ojos, pero solo pudo despegar las pestañas. Entre ellas vio como Bes, con la cara cubierta de nuevo por la tela, se acercaba a ellos carcajeándose.
"El bosque de los espectros" le susurró la voz de una mujer en la cabeza. "Si tu alma viaja al mundo de los sueños de su mano, nunca regresará al dolor de la realidad"
Y era cierto, pensó Sachar.
Allí en el suelo no sentía el malestar. ¿Para qué esforzarse tanto en levantarse? Te vas a caer de nuevo tarde o temprano.
Cerró los ojos y se abandonó a si mismo, mientras unas manos frías recorrían su cuerpo. Tenía los ojos abiertos, pero no veía nada. Estaba dormido de una forma que no se sabría explicar.
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El hogar de las hadas
FantasyAcompañadme, amigos, yo os contaré la historia de nuestro querido mundo en tiempos remotos. Tiempos en los que la esperanza había escapado y hasta las hadas habían huido. Cuando las guerras teñían de rojo los ríos y la magia se había extinguido. Esc...