10-Mago

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No'ah se había quedado allí, parada durante un buen rato, viendo como se alejaban. Había sido una estúpida. No le había dado el colgante.

No'amah llegó unos instantes después de que se fuera. La había perseguido, pero la había perdido de vista poco después. El chico sonrió para sus adentros. Era una chica delgada y finita, con aspecto delicado, pero era rápida, ágil y fuerte, sin temor a muchas cosas.

-Ey, te has llevado mi arco.

Su voz la sacó de la ensoñación y la obligó a mirarle. No'ah no sabía qué hacer, le apetecía irse a casa y sentarse en la cama abrazando sus rodillas pero volver a casa significaba dar con la realidad de que allí ya no estaba su hermano ni su amigo. Se acercó a No'amah despacio pero sin pensarlo mucho y se abrazó a él. Así se quedaron durante horas, sin decir nada, sin que se volviera incomodo. Ella no soltó una sola lágrima por su pérdida. El calor de No'amah era suficiente. Él tampoco preguntó que sucedía, solo se prometió a si mismo que si ese forestal le había hecho algo a No'ah, lo pagaría caro.

La luna se veía ya en el cielo cuando No'ah tuvo fuerzas para apartarse.

-Lamento esto.-dijo en voz baja.-Pero gracias, por todo. Luego si quieres ven a casa, te daremos algo en compensación por haber perdido un día de caza.

No'ah no notó como se le rompía la voz. ¿Realmente podía llamar casa a un hogar casi vacío?

-No te preocupes, lo hemos pasado bien ¿no? Eso me vale.-respondió el con tono cariñoso.

No'ah le miró, él le ofrecía una agradable sonrisa que ella no tenía ganas de corresponder.

Una luz verde iluminó el cielo nocturno, un maravilloso color esmeralda que impregnó hasta el más mínimo lugar en el pueblo. Los dos alzaron la vista al cielo hasta que desapareció el resplandor. Después todo se quedó en calma.

-Ya está hecho.-murmuró No'ah con tristeza. No'amah la miró con ganas de abrazarla y tranquilizarla.

-¿Qué ha pasado?-se atrevió a preguntar por fin.

No'ah alzo la mirada y se encontró con los ojos azulados del chico. Quizá marcía una explicación. Abrió la boca para comenzar a contarle pero no llegó a pronunciar palabra. El peor sentimiento que jamás había tenido se adentro en ella, rompiéndole el corazón en mil pedazos, destrozándolo desde dentro. Pensó que moriría allí mismo. Gritó con fuerza y su voz se sumó a otro chillido, mucho más poderoso que el suyo. Un terror insano se apoderó de ella. Los dos alzaron la vista al cielo solo para ver una inmensa bandada de pájaros rojos sobrevolarles y acercarse a ellos.

Una marea de sangre, pensó No'ah.

La rabia se apoderó de su cuerpo. Ella ya no era dueña de sus actos. Le quitó de las manos unas cuantas flechas a No'amah y una a una las fue disparando al cielo, abatiendo uno a uno a aquellos malditos pájaros que fijaron su atención en ella. Pero no le importó, quería acabar con su existencia, por el sufrimiento que sentía dentro y que sabía que no era el suyo. Todos a una, los cuervos se tiraron en picado hacia ellos. No'ah cargó la ultima flecha en su arco, lista para dispararla.

Algo pasó en ese instante. El tiempo pareció ir más lento. Una chispa se prendió en el cuervo que estaba al frente de todos. Él explotó y la chispa pasó al siguiente, repitiendo el proceso una y otra vez. Cientos de cuervos cayeron en un instante, pero otros muchos cientos se dispersaron antes de que la chispa les alcanzara. No'ah y No'amah se quedaron allí, solos, de pronto envueltos en silencio. Estaban cubiertos de un líquido viscoso que había caído de los cuervos pero todavía estaban en Shock.

-¡Maldita chica estúpida!-gritó un hombre a su espalda-Mira que ponerte a lanzar flechas así, ¡sin más! ¡Como si fueran a hacer algo unas cuantas flechas de madera contra el ejército de la bruja!

El hogar de las hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora