12-trampas y tramperos

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A la mañana siguiente se pusieron en pie de nuevo, listos para marchar hacia donde les indicaba la brújula. Esta les hizo cambiar de rumbo varias veces pero al final llegaron a una especie de camino de tierra que por lo visto había dejado de ser transitado años atrás y donde de nuevo aparecían las garras caminando justo en la dirección que indicaba la brújula.

-Genial. Sea de lo que sea me temo que nos vamos a encontrar con él.-dijo Elisha con desagrado. Le daba mala espina cualquier cosa con garras incluso una cuyas huellas no fueran mucho más grandes que un pulgar.-¿Qué crees que será?-le vino a la mente el pequeño lagarto con plumas que se le había estado apareciendo.

-Me recuerdan a las patas de un dragón.-le respondió Sachar con seriedad, aunque Elisha esperaba que bromease.

-Ya, bueno, los dragones tienen pinta de ser criaturas más bien grandes ¿no?

-¿Una cría?-dijo Sachar elevando las cejas.

-¿Un escupe fuego en un bosque de madera?-comentó imitando su gesto.-Además ese tipo de criaturas se extinguieron hace mucho.

-Ahora mismo hay cosas que creía extintas y que parecen existir.

Elisha adivinó sus pensamientos. Hadas. Él todavía estaba un poco desconcertado con la noticia pero en el fondo creía en ellas. No tenía motivos para no hacerlo, en el fondo creía incluso en los dioses.

Un par de horas más tarde vieron a lo lejos un camino de tierra en buenas condiciones y que por tanto debía estar frecuentemente transitado. La brújula lo apuntaba así que fueron directos a él pero justo antes de salir a luz abierta Sachar detuvo a Elisha. Le indico con las manos que había oído un ruido. Elisha aguzó el oído y pudo escucharlo también.

-Voces.

Le hizo eco el relincho de un caballo. Los dos amigos se miraron e hicieron un gesto recíproco de entendimiento, luego se separaron y se dirigieron hacia el punto del que provenían las voces, pero por dos caminos distintos.

Avanzando lentamente entre la vegetación, Sachar consiguió adentrarse lo bastante para ver a un grupo de sombras oscuras: dos caballos negros y tres figuras. Solo ver caballos ya le puso alerta. En el reino de las estrellas no había muchos caballos. Solo unos pocos nobles habían podido criarlos, pero a la llegada de los Malevos se hartaron de verlos. Parecía que cada uno en el ejército de las brujas tenía su propio caballo. Una de las figuras estaba en el suelo y trataba de inmovilizar a una criatura que se revolvía.

-¡Ser maléfico! ¡Me has mordido! -se quejó, poniéndose en pie con una mano ensangrentada. Desgarró un trozo de su manga y con ayuda de los dientes se lo ató alrededor de la herida para detener la hemorragia. Era de menor estatura que las dos enormes figuras que estaban a su lado. Para mala suerte de Sachar estaba de espaldas y no pudo vele bien-¿Qué hacéis ahí parados? ¡Metedlo en la jaula! ¡No olvidéis que vuestro amo os ha ordenado que me ayudéis! -gritó a los otros dos, que habían permanecido quietos todo el tiempo.

-La caza y la inspección de las trampas es tarea tuya -dijo con voz profunda uno de los dos colosos-. La nuestra es impedir que te ocurra algo desagradable cuando estás fuera de las murallas.

-Bueno, esa cosa me ha mordido, algo desagradable sí que me ha ocurrido...

Sachar entrevió a quien hablaba: se trataba de un hombre delgado y débil, con el pelo negro despeinado y las ropas sucias; de pronto giró la cabeza un poco, clavando sus ojos oscuros exactamente en la posición en la que él se encontraba. Movido por el instinto, Sachar se agazapó un poco más en su escondite.

Uno de los dos colosos, cubierto por una capa negra, avanzó hacia la curiosa criatura a la que Sachar no conseguía ver y la agarró con su enorme mano. Se oyó una especie de gruñido. Metieron a la criatura en un saco y luego en una jaula que estaba sobre una carreta. Sachar pudo distinguir, por fin, algunos detalles de los dos colosos: llevaban pesadas armaduras y los rostros tapados con capuchas de tela gruesa. Mientras estos lo hacían el señor observó a su alrededor con los ojos iluminados de luz ambigua.

El hogar de las hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora