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Jules PoV

Sí, ya aterricé. De acuerdo, buscaré un cartel con mi nombre, no creo que sea tan difícil encontrar uno que esté en español. Ya, nos vemos, mamá. —Corté la llamada y guardé el celular en el bolsillo de mi jeans.

Hacía cinco minutos que había llegado al aeropuerto de Incheon, Corea del Sur. Dios mío, había sido el vuelo más largo de mi corta vida. ¡Treinta y dos horas en el aire! Bueno, había tenido unas cuantas paradas, como en Canadá, un par de horas para poder estirar las piernas, asearme y comer algo que no supiese a plástico, y otra en Japón hacía unas horas. Finalmente había llegado a mi destino y el frío del invierno lo había comenzado a sentir desde que cruce la frontera hacia el otro hemisferio. Aquí era invierno y vaya que se notaba. Gracias al cielo, se me había ocurrido guardar ropa de abrigo en el bolso de mano que traía, aunque sospechaba que debería de sacar algo más grueso de mi maleta antes de subirme al auto que me llevaría a Seúl.

Fui por mis maletas —que demoraron cerca de treinta minutos en salir por la cinta mecánica—, en cuanto las tuve conmigo, abrí la que sabía que contenía ropa más abrigada y saqué una chaqueta de cuero que me puse sobre el suéter delgado que traía, también aproveche de tomar una bufanda y enrollarla en mi cuello. Ahora sí, me sentía lista para enfrentarme al frío de afuera. Una vez eso cubierto, seguía encontrar el cartel con mi nombre que me llevaría al hermano de Minsoo, quién me trasladaría a la capital. Esperaba que hubiese puesto mi nombre en un alfabeto que pudiese reconocer y no en coreano que si apenas me las apañaba con hablarlo y entenderlo, pero a la hora de escribir y leer...daba pena.

Seguí a la horda de pasajeros que se dirigían hacia la salida —esperaba yo— y pronto me encontré con un montón de gente gritando nombres —o eso me parecía— y con muchos carteles en diferentes idiomas. También me percaté de que había algunas personas con cámaras con enfoques realmente grandes y profesionales. Bueno, estaba en la parte de vuelos internacionales, no me sorprendería que viniese una estrella en alguno de los vuelos y yo ni enterada. Estiré mi cuello y me puse de puntillas para tratar de obtener un poco más de visibilidad aparte de la que me daba mi metro sesenta y cuatro, pero no logre ver ningún papel con mi nombre en él, a menos que estuviese en coreano y yo no me hubiese dado cuenta. Me alejé de la entrada porque ya veía que me empujaban o pateaban mis cosas por estar parada ahí en medio y me ubiqué en una esquina para poder sacar mi celular y marcar el número del susodicho que vendría por mí y que mi madre me había dado en caso de. Sin embargo, mis manos de mantequillas más el/la torpe que pasó por mi lado y me empujó, sin siquiera disculparse, hicieron que mi celular saliese disparado de mis dedos y terminase a un metro de distancia. ¡Qué los iPhones no caían del cielo, joder! ¿Acaso la gente no sabía lo caro que salía mandar a arreglar una pantalla? Mi mamá me mataría si ese celular moría. Corrí a recogerlo antes de que alguien lo pisara, pero alguien me ganó y se agachó a tomarlo por mí.

—¡Es mío! —exclamé en un intento de coreano. No iba a hacer que fuese algún aprovechado.

—Sí, lo sé, vi cuando se te cayó. —contestó en inglés mientras me lo pasaba en las manos.

Me alegraba que me hablase en un idioma más familiar para mí, pero también me dio a entender que di asco hablando en coreano. Debería de practicar más.

—Ah, gracias —farfullé y di una leve inclinación, como me habían dicho que se utilizaba aquí.

Miré al salvador de celulares; parecía joven, quizás de mi edad o unos cuantos años más, pero no le echaba más de veintiuno. Tenía el cabello negro, algo corto con un flequillo que dejaba ver el centro de su frente y parecía no tener muchos rasgos asiáticos. Era más alto que yo, me sacaba una cabeza al menos. Llevaba un cubrebocas negro que dejaban a la vista solo sus ojos. ¡Tenía ojos color miel! ¿En serio? ¡Los chicos con ojos de ese color me seguían hasta al otro lado del mundo!

You can lean on me ➳ Vernon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora