You can lean on me ➳ Vernon

06

Hansol's PoV

El vuelo se mantuvo sin ningún otro inconveniente. Mingyu y Seungkwan dejaron el tema de la chica y yo aproveché de dormir un poco. Aunque no mucho porque el avión se movía bastante y me despertaba cada dos por tres.

Cuando aterrizamos, me paré rápidamente a sacar mi equipaje de mano y a entregarles el suyo a Mingyu y Seungkwan porque después la gente empezaría a bajar y tendría que esperar a el avión se vaciase para poder levantarme.

—¡Bajaremos después! —Me gritó Seungchol desde su asiento, dos filas más adelante— Hay fans en las puertas.

Asentí con la cabeza y le transmití la noticia a Hoshi que estaba más cerca. Volví a sentarme y observé como el resto de los pasajeros se bajaban. Y una delgada a figura apareció en mi campo de visión. Otra vez, Seungkwan me codeó. A este paso terminaría con moretones en el brazo y costillas.

—Deja de hacer eso, Boo —mascullé.

—Es tu oportunidad —canturreó.

—Qué no.

Y...se fue. Siguió su camino y salió por la puerta. Hasta ahí quedó. Por más que Corea era más pequeño de lo que pareciese, de seguro ella venía de vacaciones o algo y las posibilidades de volver a encontrarla eran más que mínimas. Además, tampoco se trataba de esos típicos casos de "amor a primera vista" o los fugaces crush que uno tiene. Simplemente me pareció alguien interesante.

S. Coups nos dijo que ya podíamos bajar, así que tomé mis cosas y me puse detrás de DK para salir del avión. Al poco rato ya estábamos esperando nuestras maletas en la cinta mecánica. No me molesté en buscar a la chica, quizás ya se había ido, así que no valía la pena. Agarré mi equipaje en cuanto lo vi y esperé al resto mientras prendía los datos de mi celular. Tenía un mensaje de mi hermana y una llamada perdida de mi mamá. De seguro querían saber qué tal había estado mi vuelo y cuando iría de visita. Echaba de menos a mi familia, sin embargo, la agenda era apretada.

—Intenten pasar desapercibidos. —dijo Jeonghan y se subió su cubre bocas.

Imité su acción y subí el mío, luego me acomodé la gorra y subí el cierre de mi chaqueta. Estaba frío. El invierno ya estaba tomando lugar y de repente me dieron ganas de un café.

Nos movimos como siempre; juntos y directo a la salida para evitar más conmociones con las fans que a veces nos esperaban para poder sacar fotos o tener alguna chance de vernos. Yo no entendía cómo podían estar siempre atentas y saber dónde estábamos. Realmente me sorprendía. Pero también me preocupaba que dejasen cosas de lado para seguirnos o ¡su salud! Que estaba haciendo frío y ellas podían enfermarse.

Y ahí estaban. No eran muchas, pero se distinguían por sus carteles y las cámaras profesionales que llevaban. Como agradecimiento las saludábamos un rato y luego nos íbamos.

En ese instante, por el rabillo del ojo, visualicé una cabellera color chocolate y corta. No pude evitar girarme a verla. Se había abrigado y estaba parada a unos metros de la salida del área internacional, mirando su celular. De repente, un tipo que iba tan apresurado como si el demonio lo siguiera, pasó por su lado y la empujó levemente. El celular le voló de las manos y patinó por el suelo unos metros más adelante, cerca de donde estaba. Y podía jurar que mis pies se movieron solos. Cogí el celular.

—¡Es mío! —La escuché decir en coreano, aunque con el acento muy marcado.

—Sí, lo sé, vi cuando se te cayó. —Le contesté en inglés y le entregué su celular.

Aunque supiese el idioma, podía notar que no estaba muy familiarizada con él. Y entendía lo que era adaptarse a un nuevo lenguaje. Así que quise facilitárselo.