La Corbata (+18)

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A la mierda el contexto de la historia, esto no se tratará de amor, en esto no habrá cariño, esto será solo pasión y cuando la pasión nace de la nada, los nombres y las situaciones dan igual.

La tomé de la cintura fuertemente, sentía la tensión en mí, sentía como todo y absolutamente todo mi cuerpo estaba duro solo por imaginarme lo que vendría en unos minutos. La acerqué fuertemente y sin ningún ápice de ternura, fue casi como si la hubiese tirado hacia mí, empecé a apretarme cada vez más y más fuerte, hasta tal punto que la pasión y la sensación de placer se mezcló con la del dolor y la desesperación. La besé tan fuertemente y tan apasionadamente como me fue posible, quería volverla loca, en este momento ella es nadie, no tiene nombre, no tiene sueños, no tiene familia, no tiene nada, en este momento ella es mía, es mi propiedad y deberá someterse a todo aquello que mi voluntad dicte... le guste o no.

Tome su blusa desde el lugar en que se abrocha, hice el amague de sacar uno a uno los botones, pero no, era una pérdida de tiempo, con ambas manos tome la blusa y la tire en direcciones contrarias, provocando que los botones salieran volando y que la prenda dejase de ser útil, me saque la polera y la lancé tan lejos como me fue posible, me abalance sobre ella, sentía como su piel hacia contacto con la mía, estaba ardiendo, estaba caliente, su pecho se levantaba y bajaba rápidamente a causa de su respiración agitada. Intento dar vuelta los papeles, ella quería estar arriba y dejarme a mí recostado sobre el piso, pero no se lo permití, que diablos te crees, eres mía, yo soy el que maneja la situación, tú no tienes nada que decidir, tu solo acata. Cuando nuevamente quedó en el piso la mire seriamente, entendió de inmediato que no debía intentar hacer algo de ese estilo otra vez, su labor era solo la de participar.

Besé su cuello, y me quede ahí por un buen rato, debajo de su mentón y un poco a la derecha logré sentir el olor de su perfume mejor que en cualquier otro lugar de su cuerpo, era ese lugar en el que debía dejar mi marca, comencé a besar muy despacio, para más rato empezar a chupar tan fuerte como me fuese posible, la escuchaba suspirar, podía ver como su cuerpo se retorcía de placer, alcancé a observar cómo tocaba sus pechos con su mano derecha, estaba volviéndose loca, retire mi boca del lugar logrando dejar mi marca, pero ella se seguía tocando, ¿Por qué te tocas, acaso yo no te basto?, tome su mano y la apreté fuertemente, ella tenía que entender de que en este momento había dejado de ser dueña de su cuerpo, en este momento su cuerpo era solo mío. Cerca nuestro había una corbata tirada, la tome y la usé para amarrar su mano a la pata de una mesa que estaba cercana a nosotros, no volvería a permitir una falta de respeto de ese tamaño de nuevo. Seguí bajando por su cuello y me encontré con sus pechos, los cuales estaban tapados por su estúpido sostén, si no me había molestado en desabrochar un blusa tampoco lo haría con esto, tome ambas copas fuertemente y repetí el movimiento con el que logré hacer volar los botones, así fue como quedo su busto libre, apreté ambos pechos fuertemente, ella gritó, esta vez no de placer, esta vez de dolor, oh mierda su grito me volvió loco, quería escucharlo de nuevo, volví a apretar, esta vez con más fuerza, mientas que con mi pelvis empuje tan fuerte que al moverse ella se movió la mesa a la que estaba amarrada, levante la mirada y en su rostro pude ver como poco a poco su voluntad dejaba de existir, pero dejaba de hacerlo voluntariamente, lo estaba disfrutando, disfrutaba la sensación de estar bajo absoluto control, y yo disfrutaba la sensación de ser el absoluto dueño de dos cuerpos.

Como aún estaba amarrada tuve que desvestirnos de las caderas para abajo a ambos, apenas quedamos desnudos la excitación quedo a la vista, yo tan erecto, ella tan húmeda, sus pezones tan levantados, y sus pupilas tan dilatadas.

Antes de cualquier cosa, decidí que no quería ningún tipo de interrupciones, modifique el nudo que había hecho con la corbata de tal forma que ahora ambas manos estuviesen aferradas a la mesa y seguí con el cometido.

Primero la bese, un poco más abajo del ombligo y desde ahí baje lentamente, dando pequeñas mordidas, pequeños bailes con mi lengua en su piel, pero me detuve un poco antes de llegar a su vagina, no hay mayor excitación que la que produce el preámbulo, pero esto no era un preámbulo, porque no habría nada después de eso, acerque mis caderas a las suyas y sin ningún gesto de ternura se lo metí tan fuerte y duro como pude, al instante soltó un gemido, tan fuerte, tan agudo, tan lleno de placer, fue el primero de varios. Podía sentir como su cuerpo se amoldaba perfectamente a mí, podía sentirla, y estoy seguro que ella me sentía a mí, comencé a metérselo tan fuerte y profundo como podía, al principio lento, quería ver como su cuerpo se retorcía en el piso, quería ver como intentaba moverse pero no podía por el simple hecho de que una corbata lo evitaba, esta imagen, me calentó aún más, me lancé sobre ella y con mi mano izquierda apreté su pecho derecho mientras seguía metiéndosela, fuerte y lento, pero cada vez menos lento, hasta volverse rápido, rápido y vertiginoso, pero sin perder fuerza. Se mordía los labios y gritaba fuertemente, me levante un poco, lo suficiente como para poder darle un manotazo en un pecho, éste quedo de un color rojo vivo, quedo marcado, marcado por mí, era mío, ella entera era mía. Seguí moviéndome tan fuerte y rápido como lo había estado haciendo durante todo momento, admiraba como sus pechos rebotaban, me excitaba ver como su cabello que hace unos minutos había estado tan peinado se desarmaba completamente en el piso, pero lo que más me gustaba, era ver como su cuerpo trataba de girar, para la derecha o para la izquierda, pero no podía, estaba preso por mí.

De aquí en adelante no hay mucho que decir hasta el final de todo, cuando estaba por irme, empecé a ir más lento, pero entraba y salía de ella con toda mi maldita fuerza, podía sentir como venía ese pequeño escalofrío en mi cuerpo, y cuando sentí que no podía más, empuje fuertemente hacia dentro, mientras con mi mano derecha apreté uno de sus pechos y con mi mano izquierda apreté el pezón del otro, la escuche gritar, de dolor o de placer, no lo sé, no me importa, lo que realmente me importa, es que esa noche, fue mía... tan mía que incluso renuncio a si misma.

Fin

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora