La Playa (+18)

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El mar bañaba las costas de la playa con un parsimonioso movimiento de vaivén, arrastraba algas hacia la costa, luego robaba arena para llevarla hacia fondo marino. El sol brillaba con el máximo esplendor que tendría ese día, iluminaba los escasos puestos donde venden helado, algunas sombrillas puestas por los veraneantes, y a una pareja de jóvenes ocultos tras la mezquina sombra que les ofrecía un conjunto de rocas, cuya particular distribución se asemejaba a una muralla.

El muchacho de cuerpo atlético y ojos verdes abrazaba a la muchacha de caderas un tanto abultadas y de rostro algo regordete.

- Me gustas tanto como el sonido de las olas Karla -.

- Aun no entiendo cómo es eso posible, tu eres tan perfecto y yo... -

- Tú eres inteligente, creativa, reflexiva, alegre, y sin importar lo que puedan decir los demás, incluyéndote, eres preciosa – la interrumpió Edson al mismo tiempo que con sus manos atraía a Karla hacia él y la miraba directamente a los ojos, pidiéndole en silencio que lo besara, gritando mediante sus ojos lo que sus labios se guardaban, traspasando en el roce de sus dedos el deseo de tocar su piel desnuda y acostarse en la misma playa para hacer el amor, camuflando el sonido de sus gemidos con el de las olas del mar. Karla observaba detenidamente la situación, paseándose por múltiples teorías originadas en su propia imaginación sobre como Edson podía estar diciéndole cosas tan bellas como las que había dicho. Quizás todo era una estúpida apuesta entre él y sus amigos, quizás quería aprovecharse de su muy buena situación económica – no, eso no es, nadie sabe de mi realidad pudiente en su real magnitud – se dijo a sí misma. Quizás tan solo era una broma que no involucraba a nadie más que a él y ella, solo quería reírse de las esperanzas de una muchacha que no tenía el mejor cuerpo, ni los ojos claros como el mar, y mucho menos los labios carnosos o en forma de corazón. Jugar con una mujer "bajo su liga" tal vez lo hacía sentir una ilusión de control o quien sabe qué. O quizás, pensó Karla, aunque sea difícil de creer, yo le gusto. Decidió creer en esta última opción con todas sus fuerzas, tomó las caderas de Edson con una fuerza parecida a la aplicada sobre su cintura, tocó los oblicuos marcados del muchacho y se acercó paulatinamente a él. Cuando quedaron frente a frente respondió las súplicas de la mirada de Edson sin separar sus labios, solo con una mirada que brillaba, mirada que podría haber sido traducida en palabras como un: "bésame, te lo permito... te lo ruego".

Edson pudo comprender las palabras que volaban en el silencio, acercó sus labios a los de Karla. Fue un movimiento lento y tierno, como si masajeara el preámbulo con la calma de su aproximación. En un principio fue consciente del sol en su rostro, luego del calor emanado por el cuerpo de Karla, finalmente toda su atención se centró en la pequeña brisa proveniente de los labios medianamente abiertos de la joven, quien entre más cerca sentía a Edson, más agitadas se volvían sus inspiraciones y exhalaciones. Juntaron sus labios por un momento tan efímero como eterno, se trasportaron juntos a una dimensión en la cual estaban ellos dos, y todo lo demás era baladí y frívolo, siendo la única fuente de calor sus labios transformados en chispa y bencina, intercambiando los papeles continuamente para mantener viva la llama originada por el beso. Separaron sus bocas, apoyaron sus frentes en la del otro, de repente Edson escucho:

- Aun no puedo creer que esto esté pasando, ¿Cómo es posible que entre todas las mujeres me eligieras a mí? -. Sin tener que observarla Edson podría haber sabido que Karla miraba la arena bajo sus pies al momento de hablar, como si fuese culpable de un crimen, como si lo que estaba pasando en ese momento, esa magia que estaba originándose entre ellos, fuese algo malo.

- ¿Cómo sería posible que no fueses tú? – La voz de Edson sonó tan honesta y pura que por un segundo Karla tuvo la impresión de que había sido el mar quien había hablado. Karla sonrió de manera espontánea, sintió una dicha que produjo un extraño, pero agradable, calor en la zona donde se ubica el corazón. Apretó a Edson contra sí, y esta vez, dejando cualquier duda de lado, lo besó con fuerza, pasión, e ímpetu, lo hizo ser parte de ella por cada segundo que duró el beso. Mordió los labios de Edson para demostrar que lo deseaba, apretó la cintura de Edson con sus dedos como si estuviese desesperada por concretar el sentimiento – que para esas alturas no tenía dudas de que fuese mutuo – en un acto de amor supremo. Edson sujeto el rostro de Karla con ambas manos y respondió el beso con vigor, movía su cabeza de lado a lado para que sus labios coincidieran de la mejor manera con los de Karla. Ingresó su lengua en la boca de Karla y comenzó a explorarla hasta que chocó con su lengua. Sus lenguas se empujaban y acariciaban mutuamente, la de Edson era algo más tiesa y rugosa, pero bastante cálida, por su parte la de Karla era suave y blanda, ocasionando una sensación muy agradable al tacto, sensación que rápidamente estimuló los genitales de Edson al punto de provocarle una para nada disimulada erección. Edson poseído por el momento bajó sus manos hasta el lugar donde comenzaba la blusa de Karla, con cada mano en un lado emprendió la misión de subirla hasta retirarla. Karla se percató y pensó en detenerlo, le daba vergüenza mostrar su cuerpo, creía que con una sola mirada a su vientre Edson correría asqueado, finalmente interpuso sus manos para evitar que su prenda siguiese subiendo.

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora