Desdén (+18)

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Ya era bastante entrada la noche. La luna estaba en lo más alto del cielo y al sol le quedaban por lo menos 5 horas antes de que volviera a hacer acto de presencia.

La música estaba lo suficientemente fuerte como para que nadie escuchara las conversaciones de lo demás. La luz estroboscópica tintineaba al ritmo adecuado para que nadie pudiese entender completamente lo que estaba pasando a su alrededor. <<Así es mejor>> pensé. La única razón por la que pensaba así era porque no quería ver a Lya con alguien más, "ojos que no ven corazón que no siente" o algo así dice esa famosa mentira, después de todo, cuantas veces el corazón sufre más de lo necesario por inventar historias que no fueron confirmadas por los ojos.

Como no me gustaba bailar lo único que hacía era estar sentado al lado de la mesa con las botellas de alcohol y beber con la esperanza de que el siguiente vaso me diera el coraje para sacar a bailar a la única persona que esperaba notara mi presencia.

- Buena fiesta viejo, deberías cumplir años más seguido – me dijo uno de mis compañeros mientras se terminaba de servir un vaso de ron con Coca-Cola.

Oh claro se me había olvidado contarles. La fiesta era para celebrar mi cumpleaños. Supongo que eso era suficiente razón para tener esperanzas de que Lya se me acercara.

Llegó el momento de que me cantaran cumpleaños feliz. Mi mamá entro al lugar donde todos estaban bailando con una torta para 24 personas y dos velas sobre ella que juntas formaban el 17. Empezó la vieja canción que todos conocemos y mientras todos cantaban yo trataba de mirar a Lya de la manera más disimulada que pudiese, aunque creo que se dio cuenta de que mi atención no estaba centrada en la torta.

- Pide tus tres deseos – dijeron casi todos mis invitados al unísono.

Cerré los ojos y pedí solo un deseo. Lo pedí como si realmente creyera que se iba a cumplir. Como si el universo fuese a conspirar brindándome un milagro como regalo de cumpleaños. <<Deseo a Lya, la deseo ahora>>. Soplé las velas con los ojos aún cerrados. Cuando sentí que el calor de las velas se había extinguido abrí los ojos y vi que la única persona que estaba frente a mi era Lya.

- Al parecer me pediste a mi – Dijo Lya mientras iba descubriendo su hombro.

- No vale la pena que te mienta, eres mi regalo de cumpleaños – Le respondí

- ¿Y que pasa si me niego? – preguntó con una mirada inquisitoria mientras se desabrochaba el botón de la falda.

- Quizás deba obligarte, quizás de tomarte entre mis brazos y tomarte tan fuerte que no puedas liberarte. Mirarte a los ojos profundamente, de tal manera que ni siquiera un suspiro de tu alma pueda escaparse de mí – No sabía de donde habían salido esas palabras, pero debo admitir que no me arrepentí de decirlas.

Al segundo después vi como Lya se tocaba disimuladamente. Su mano exploro su propio cuerpo bajando lentamente por su abdomen, pasando detrás de su falda y delatando su llegada con un gemido. <<Cuantas veces esa mano habrá tocado su cuerpo>> pensé mientras una evidente erección se hacia presente en mis pantalones.

- No podrías distinguir mi alma John, mis ojos son igual de negros que ella – Dijo mientras el movimiento de su brazo le brindaba el material necesario a mi imaginación para saber que estaba pasando entre sus piernas.

Me acerque a ella mientras desabrochaba mis pantalones y bajaba mi ropa interior. La tomé de la cintura e hice contacto con la suave piel de su brazo con mi pene. Lo moví contra ella de manera que parecía estar masajeándola con él. Achiqué aún más el espacio que había entre nosotros. Tome su brazo y lo moví para que su mano abandonara su cuerpo y comenzara a juguetear con el mío. Lya bajo la mirada y vio mis intenciones, pero no se negó a ellas, sino que se entregó.

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora