La Casa Roja (+18)

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El sol aún brillaba con fuerza en el cielo y Carlos caminaba en medio de la calle sin preocuparse por nada que no fuesen sus recuerdos. No había pasado mucho tiempo desde que quedó soltero. Estaba en el momento más alto de la melancolía, un lugar que a veces puede ser una simple cresta y otras una planicie de enorme tamaño. Su corazón latía sin fuerzas, sin ganas, como si estuviese esperando que alguien simplemente le susurrara "detente" para hacerlo. Sus pasos eran desanimados y los daba sin tener un objetivo al cual llegar, solo caminaba por un parque que a sus ojos era un túnel oscuro y sin nada que ver más que un color negro.

Carlos era consciente de su estado depresivo, sabía que lo correcto era intentar salir de él, pero no podía, no quería, su agonía se había transformado en todo su ser. Su mente le gritaba que tenía que distraerse, que no había nada que hacer. Pero bien sabrán todos los que se hayan enamorado alguna vez que las esperanzas nunca se pierden, por lo menos hasta que vez a la que era tu pareja con otra persona o simplemente porque ya pasaste por esa situación anteriormente y sabes que el mundo sigue, no de la forma que querías que lo hiciera, pero así es.

<< Que sentido tiene que me sienta bien si ella no está conmigo>> se decía Carlos cada vez que pensaba en hacer algo respecto a su estado de ánimo. <<Quizás debería intentar recuperarla>> pensaba a continuación. Luego recordaba que le habían dicho claramente que siguiese adelante. Pero Carlos no quería ir adelante, todo lo contrario, necesitaba volver a aquellos momentos en los que andaba de la mano con Franchesca por plazas como aquellas.

Se detuvo un momento y se sentó a la sombra de un árbol tratando de camuflarse en ella. Poco a poco se fue deslizando del tronco hasta que quedo tumbado en el pasto mirando por un lado las ramas del árbol y por otro las nubes que viajaban lentamente en el cielo.

Pasó minutos, horas, días y semanas recostado a la sombra del árbol. No se levantaba para nada, no le daba hambre ni sed. Estaba totalmente vació por dentro, todo su ser se había ido con ella.

Un mes después seguía aún recostado, hasta que de repente una voz hizo que se sentará para observar si sus sospechas eran ciertas. Resultó ser Franchesca de la mano con otro hombre que Carlos no había visto jamás en su vida. Iban de las manos y miraban el paisaje del parque. Miraron directamente hacia el árbol donde estaba Carlos y decidieron caminar hacia él. Estiraron una manta justo al lado de Carlos y comenzaron a platicar sobre el lugar que visitarían la próxima semana. Hablaron y hablaron sin notar la presencia de Carlos, a pesar de que en infinidad de ocasiones Franchesca miraba directamente el lugar en el que estaban los ojos de Carlos, ella solo veía el café del árbol.

<<¿Qué demonios esta pasando aquí>> se preguntó Carlos sin entender porque había dejado de ser un ser tangible a los ojos de Franchesca ni quien era el idiota que la acompañaba y que evidentemente buscaba algo más que una amistad. Una de sus preguntas se contestó inmediatamente cuando Franchesca tomo el rostro del tipo y le dio un tierno beso en los labios.

Los quedó mirando con unos que ojos parecían estar viendo el vació mismo. Su alma se congelo poco a poco y en un impulso de ira grito a los cuatro vientos que la odiaba. Tan fuerte fue su grito que absolutamente todo en el parque lo quedo mirando. Las ardillas dejaron de correr y se dieron vuelta hacia él, las personas dejaban de conversar para buscar el origen del grito, incluso los niños que se lanzaban por el tobogán quedaban a mitad de trayecto, congelados, mientras miraban al hombre sentado bajo un árbol. Todos lo escucharon menos las dos personas que estaban a su lado, lo único que ellos sintieron fue una fuerte brisa en sus espaldas que fue subiendo hasta producirles un escalofrió en la espalda, lamentablemente para Carlos esto solo produjo que se abrazaran y se besaran de nuevo.

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora