Corazón Anestesiado (+18)

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El día de trabajo soportado por Ignacio lo había dejado totalmente exhausto. Atender a más de veinte pacientes diarios, cada uno con una patología diferente y con unas ganas de hablar inmensas, parecía una explotación para sus ojos. Al parecer se había olvidado de los días enteros sin dormir vividos cuando hizo su internado de medicina en un hospital público de recursos aún más bajos que los demás.

Con el día laboral ya terminado se dirigió al estacionamiento donde le sacó el seguro a su auto pulsando un botón del llavero. A unos metros sonó el lujoso Mercedes Benz del año que había adquirido hace no más de 2 meses. Guardó su maletín y se acomodó en el asiento que parecía amoldado para su espalda. Arrancó el auto sin que se produjera un solo ruido, apretó el acelerador y se dirigió a su hogar.

Ignacio era un hombre de 36 años que hace poco había terminado la especialidad de cirugía cardiaca en Estados Unidos. Fueron años de intenso estudio y un sacrificio inmenso, pero no se arrepintió en absoluto. A penas terminó sus estudios tomó un avión hacia Chile, su país de origen, trayendo consigo las dos cosas más importantes que había obtenido en el extranjero: su título y a Lindsay, su novia.

Lindsay era una mujer cinco centímetros más baja que Ignacio. Había estudiado cine, una carrera de la cual nunca pudo obtener muchos beneficios ya que carecía de un importante factor a la hora de tener éxito en ese ámbito, un contacto que te ayude a surgir. Era una mujer de cuerpo esbelto con un cabello castaño claro, sus ojos eran de color café y era dueña de una nariz respingada – Uno de los atributos que más le gustaban a Ignacio -. Se conocieron una tarde en un bar en la ciudad de New York cuando Ignacio celebraba el término de su primer año estudiando en Estados Unidos, mientras que Lindsay trataba de olvidarse de lo poco que había logrado desde que se había titulado.

El minutero no tuvo que avanzar demasiado para que Ignacio se separará por unos minutos de sus amigos y se acercará la muchacha triste en a barra. - ¿Puedo sentarme aquí? – dijo mientras señalaba la silla al lado de Lindsay. Ella lo miró mientras de reojo se dio cuenta de que todas las otras sillas estaban desocupadas <<Bueno, quizás sirva para pasar el rato>> pensó al darse cuenta de las – no muy camufladas – intenciones que tenía Ignacio, -Sí claro – le respondió.

- ¿Quieres beber algo? – Le dijo Ignacio mientras señalaba el vaso vacío frente a ella.

Lindsay no era la única que se había dado cuenta de las intenciones de Ignacio. El barman del local también las había visto por lo que decidió sacar partido de la situación preguntándoles que se iban a servir, mientras ofrecía lo tragos más caros del lugar sabiendo que si Lindsay quería alguno de ellos a Ignacio no le quedaría otra que agachar la cabeza y pagar. Ignacio se percató de la jugarreta del barman cuando se dio cuenta de que todos los tragos que ofrecía eran dulces y se los nombraba solo a Lindsay. A pesar de saber lo que hacía el muchacho tras la barra Ignacio no se enojó, más bien le provocó una pequeña risa muda. Además, siendo honesto, pidiese lo que pidiese, no tendría problemas en pagarlo ya que su situación económica no era para nada precaria.

- Quiero un White Russian – Respondió Lindsay mientras le entregaba el vaso al Barman.

- Yo quiero un Whisky Sour Clásico por favor – Dijo Ignacio.

Rápidamente el encargado de los tragos comenzó con la preparación de los pedidos. Comenzó por el de Lindsay. Tomó un vaso de whisky, le agregó una medida y media de vodka, otra de licor de café y finalmente de crema. Luego preparo el whisky de Ignacio. Tomó una copa de tipo coctel, le agregó dos medidas de whisky, una medida de jugo de limón, otra de jarabe de goma y finalmente un clara de huevo. Dejó ambos tragos frente a sus respectivos dueños y se dirigió al otro extremo de la barra sabiendo que su presencia no haría más que molestar.

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora