El paisaje pasaba rápidamente ante sus ojos mientras Justin conducía, ambos estaban sumidos en sus pensamientos, pero aun así, estaban muy pendientes del otro. Allison había pillado varias veces a Justin mirándola de reojo y esta se quedaba mirándole fijamente sin importarle lo más mínimo disimular.
La música de la radio sonaba débilmente, haciendo que el silencio no se convirtiera en incómodo.
-¿Dónde vamos?- preguntó Allison observando la carretera, solo se veían kilómetros y kilómetros de nada.
-No estamos muy lejos, vamos a un sitio donde solía ir de pequeño
-¿Vivías en Nueva york?- Justin asintió- pensé que era la primera vez que pisabas tierras neoyorquinas
-No- rio- me crie en un pueblo no muy lejos de aquí, me mude una vez cumplí la mayoría de edad
-¿Venias aquí por alguna razón? Esto está lejísimos de la humanidad
Justin sonrió débilmente recordando su infancia.
-Solo para distraerme y olvidarme de la realidad
El sol había salido apenas unas horas antes, el calor no se había presentado aún, pero amenazaba con hacer acto de presencia durante todo el día sin piedad.
-Llegamos- expuso Justin aparcando en la cuneta
-¿A dónde exactamente?
Estaban en medio de un prado, había arboles a lo lejos y una diminuta casa abandonada.
El rubio comenzó a andar sin contestar a la pregunta, se movía con agilidad, como si hubieran estado allí mil veces, saltó la pequeña valla eléctrica que rodeaba la casa, dando a entender que no hacía mucho que se había desocupado. Allison le siguió a duras penas, tropezando de vez en cuando y agradeciéndose a sí misma, no haber optado por los tacones rojos.
El aire era limpio, raro por la cercanía de la carretera donde se encontraba, pero desde hacía varios kilómetros, no se habían cruzado con ningún otro coche, era como si ese tramo fuera completamente ignorado por la humanidad.
Justin abrió la puerta con total facilidad, entró con una sonrisa dibujada en la cara y dejando a Allison en el porche observando todo con lentitud.
Piedras y pequeños trozos de madera adornaban la fachada, dándole un toque antiguo, pero bien organizado. Había una mecedora rota a su izquierda rodeada por pequeñas plantas en macetas que habían crecido lo suficiente como para haberse agarrado al objeto.
Aunque la estética dejaba mucho que desear, el interior era completamente diferente, recordaba a la típica casa de leñador de las películas. Estaba dividida en cuatro secciones, solo una separada por una puerta. Estaba adornada con cuidado, no había nada por el suelo a parte de polvo, las estanterías estaban llenas de libros ordenados alfabéticamente y aunque seguramente llevara años sin ser visitada, aún conservaba el dulce olor a vainilla y a hierbabuena.
-Solía venir aquí, cuando la situación en casa me sobrepasaba- dijo Justin sonriendo mientras quitaba el polvo de encima de la mesa- Por si lo preguntas, si, en mi familia las cosas nunca fueron bien, a mi padre solo le importaba que sacara buenas notas, mi madre se pasaba la vida preguntándose porqué su marido no la hablaba y creían que yo, por ser solo un niño, no me enteraría de lo que ocurría- se apoyó en la mesa, alzando las manos para que Allison anduviera hacia él, ella no tardó en obedecer, no había terminado de hablar, cuando ella ya se encontraba entre sus piernas- una noche me escapé de casa cuando escuché a mis padres discutir, desaparecí durante días, vivíamos en un pueblo no muy lejos de aquí, había caminado durante horas y no me había fijado en absolutamente ninguna de las calles por donde pasé.