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La alarma del celular de Gerard retumbó en la habitación de Frank, sacándolos de su sueño pesado.

"Gerard, ¿qué carajos?" Frank gruñó, mirando su reloj. "Son como las 5am-"

"¡Joder!" Gerard prácticamente gritó, saliendo de la cama cuando se dio cuenta de que la alarma era para el trabajo. "Tengo que estar en el trabajo como en veinte minutos-" Su frase se cortó abruptamente, su estómago se agitó con violencia mientras corría al baño, escupiendo los contenidos de la noche anterior en el retrete.

Tenía resaca, por decir lo menos, y ahora tenía que ir a trabajar.

Iba a llegar tarde, no había forma de que llegara a tiempo; tenía que correr a casa por su uniforme, hacer parecer que no tenía resaca, y todavía tenía que llegar al edificio.

"Gerard, ¿estás bien?" Frank corrió al baño, hincándose a su lado, ya estaba sollozando sobre el retrete.

Iba a perder su trabajo, y luego Mikey lo sacaría a patadas, y terminaría como el tipo del auto.

"Frank tengo que ir a trabajar-" Dijo sorbiendo por la nariz, limpiándose la boca antes de jalar la palanca del baño. "¿Podrías llevarme?"

"Tal vez deberías llamar y decir que estás enfermo..."

"¡No puedo!" Gerard gritó, sintiéndose al borde de un ataque de pánico. "Ya tengo dos faltas, si no me presento me despedirán, y me quedaré sin hogar, y sin dinero y-"

"Hey, hey-" Frank lo tranquilizó, acariciándole lentamente la espalda. "Te llevaré al trabajo, vamos."

Lo ayudó a ponerse de pie, y rápido se vistió antes de llevarlo a su casa por su uniforme.

Gerard estaba hecho un desastre mientras se apresuraba a alistarse, pero logró vestirse y cepillarse los dientes sin desmoronarse.

Sin embargo, para cuando llegó al trabajo, ya eran diez minutos tarde, y considerando que su jefe se enojaba por solo dos minutos, preparó mentalmente su disculpa mientras atravesaba apresurado la puerta.

Frank le prometió que pasaría en un rato, lo cual le daba algo a lo que esperar con emoción, pero aun así, estaba aterrado de que lo fueran a despedir.

"Mira, entiendo que llegué un poco tarde-" Empezó a explicar mientras corría detrás del mostrador, rehusándose a alzar la vista del suelo. "Pero juro que no pasará de nuevo, solo no tuve una buena mañana y sé que eso no es excusa pero-"

"No te delataré." Una voz suave habló, sorprendiéndolo y haciendo que alzara la vista.

No era su jefe, era una mujer, una mujer que no le estaba gritando por lo que le agradó al instante.

"Tú debes ser Gerard." Habló de nuevo, caminando hacia él con la mano extendida.

"S-Sí." Gerard sorbió por la nariz, aceptando lentamente su apretón de manos. "¿Quién eres tú?"

"Yo soy Lindsey, estoy cubriendo a tu jefe hoy."

"Oh." Gerard asintió para sí, dándose la vuelta para ponerse su mandil. "Gusto en conocerte."

"Igualmente."

Unos cuantos clientes entraron entonces, hombres de negocios elegantes, quienes miraron a Gerard como si fuera la basura en las calles.

Aunque su apariencia estaba bastante brutal, tenía bolsas debajo de los ojos, y estos estaban demasiado rojos.

Gerard tal vez se miraría a sí mismo de esa forma también.

Una Nueva DrogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora