9

467 46 16
                                    


Gerard llevaba dos semanas limpio para ese entonces, y a pesar de los síntomas de mierda de la abstinencia, empezaba a sentirse mucho mejor.

Ya no le pedía líneas a Frank, en lugar de eso, cuando tenía deseos ponía esa energía en algo más... o hacía lo que Frank y él hacían mejor, follar.

Frank podía notar la diferencia en su vida sexual a medida que Gerard seguía limpio; ya no se cansaba tan rápido como antes, y generalmente también duraba más.

Aún no conseguía otro trabajo, pero Mikey no lo presionaba, solo estaba feliz de ver a su hermano regresar más y más cada día.

El punto es que estaba intentando mejorarse, y de hecho estaba teniendo éxito.

"¿Cómo te sientes hoy, nene?" Frank preguntó suavemente, mirándolo mientras despertaba esa mañana.

"Bastante bien, de hecho." Gerard sonrió genuinamente. "Aunque quisiera hacer algo..."

Frank mentiría si dijera que eso no lo puso nervioso, pero se quedó en silencio de todos modos y esperó a que le dijera qué quería.

"Quiero cortarme el cabello." Gerard murmuró, mirando los largos mechones enredados alrededor de su rostro. "El cabello largo me hace sentir un tanto sucio, me recuerda cuando me drogaba y emborrachaba tanto... no quiero ese recuerdo."

"Entonces iremos a que te cortes el cabello hoy." Frank sonrió, inclinándose para besarlo. "Podemos cortarlo como quieras."

"Gracias, Frankie." Gerard lo envolvió en sus brazos en un abrazo. "Te amo."

"También te amo, nene." Frank le devolvió el abrazo con fuerza. "Ahora, ¿por qué no voy a preparar el desayuno?"

"No, no, yo quiero hacerte el desayuno." Gerard le sonrió mientras se alejaba, saliendo de la cama y poniéndose los bóxers. "Déjame consentirte una vez."

Frank quería objetar, pero Gerard salió corriendo del cuarto, soltando risitas a la vez.

Mikey estaba en la sala cuando Gerard pasó por ahí, y lo siguió a la cocina para ver qué estaba haciendo.

Estaba complacido de ver que Gerard había aumentado un poco de peso desde que estaba con Frank, los huesos que solía ver con claridad ahora estaban cubiertos por una ligera capa de grasa.

Se veía más y más sano cada día.

"¿Hoy vas a trabajar?" Gerard le preguntó mientras buscaba en el refrigerador, tomando los huevos y la leche.

"Nop, es mí día libre."

"¿Quieres ayudarme a hacer el desayuno?" Le preguntó con timidez, todavía se estaba acostumbrando a interactuar de nuevo con Mikey. "No tienes que- solo pensé-"

"Me encantaría." Mikey lo interrumpió. "¿Pan francés?"

"Sí." Gerard sonrió, aceptando el pan que Mikey le pasó. "¿Preparas la mezcla mientras yo empiezo la plancha?"

"Sí." Mikey también sonrió, tomando un tazón y quebrando ahí los huevos. "¿Cómo te has sentido?"

"Muy bien." Gerard contestó con honestidad. "Ahora empiezo a ver mucho más claro también."

"Me alegra." Mikey asintió. "De verdad estoy orgulloso de ti."

Gerard detuvo lo que estaba haciendo, de pronto se sintió abrumado por la emoción debido a las palabras de su hermano.

"Gracias, Mikey." Susurró quedo, se le formó un nudo en la garganta. "Lamento mucho haber sido tan horrible contigo."

"Hey..." Mikey habló suave, caminando hacia él y levantándole la mirada. "El que te estés limpiando significa todo para mí, no te preocupes por lo que solías hacer, ¿de acuerdo?"

Una Nueva DrogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora