Capítulo III

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Pequeñas gotas de sudor resbalaban de forma tortuosa por su mejilla y frente. Había intentado de todo para poder entrar y escuchar cada palabra de aquel cadete. Aquella era la sexta vez que no llegaba a la hora del interrogatorio; por más que corrió, cruzando la mitad del campo de entrenamiento, no llegó a tiempo. Aquel enano adorador de la limpieza, le había vuelto a atrancar la puerta.

"¡Maldito, enano!"

—Superior Hanji, piden su presencia en...

—Ya voy —. El joven que había llegado en un momento crítico, fue despedido con una mirada que daba más que miedo.

Hanji, que yacía apoyada en la puerta de madera, retiró sus manos para así erguirse y suspirar desanimada. Realmente estaba molesta. ¿Por qué no le dejaban escuchar la hermosa anécdota de aquel humano-titán que dentro de unos días sería juzgado? ¿Acaso no era objeto de nuevas teorías, de nuevas hipótesis (un tanto alocadas), de nuevos descubrimientos? Porque aquello era un maravilloso descubrimiento ¿cierto? ¿Qué tenía de malo que escuchara?

—¡Mierda! —dijo entre dientes, pateando la puerta. Detestaba cuando no tenía lo que quería, y más cuando podía responder a más de una de sus tantas preguntas sobre su único tema preferido: los titanes.

Se marchó hecha una furia, dejando atrás su última oportunidad para conocer más (ya que había escuchado rumores) sobre aquel joven llamado Eren. Mientras tanto, en el despacho de Erwin, el pobre cadete Jean Krischtein se encontraba sentado en una silla —a petición del comandante— con los nervios en su máxima. Había relatado los hechos ocurridos, cuando vio emerger a Eren de la nuca de un titán de quince metros; los superiores le escucharon con la atención debida, aun y a pesar de que habían escuchado la misma historia unas seis veces (contando la de ese momento). La mirada constante de Levi le erizaba la piel y el silencio de Erwin le carcomía la conciencia. El tiempo se le hacía sumamente lento y todo por la actitud de esos dos que parecían disfrutar su tortura.

—Joven Jean —el llamado de Erwin le hizo elevar su mirada para toparse con la ajena y sentirse pequeño —, usted fue testigo de que Eren Jaeger se transformó en un titán ¿cierto?

—Sí, señor. Tal como se lo he contado, yo lo vi.

—¿Tiene alguna idea en concreto del porqué es eso posible?

—No, señor.

—En su reporte se dice que es humano, ¿usted qué piensa al respecto? —. La duda estaba implantada en la faz de Jean quien no sabía qué responder.

Erwin, al ver que no respondía Jean, dijo: —Él tiene una enorme determinación, según lo escrito aquí —. Señaló el folder con los papeles de Eren Jaeger.

—... —. No quería reconocerlo, pero ése tipo le había demostrado varias veces que aun y a pesar de no tener una habilidad en especial, con trabajo y esfuerzo se podían lograr las cosas. Tensó la mandíbula de tan solo recordarlo.

—Su silencio me lo dice todo, cadete Jean —. Los ojos marrones del nombrado se posaron en los orbes azulados del comandante, quien le veía con su natural autoridad —. Sé que no le cae bien Eren, pero nos sería de mucha utilidad que nos dijera todo lo posible sobre él.

—Concretamente, ¿qué desea saber, señor?

—Si esa basura es de confianza o no —. Levi había hablado y eso ponía inquieto a Jean.

Si era confiable o no.

Bueno, Eren, a pesar de ser cabeza hueca, tiende a cumplir sus objetivos y es firme en sus decisiones ¿eso no lo hace confiable? En todo caso, ¿para ellos qué significaba ser confiable? ¿Ser sumiso y obediente? ¿Decir siempre la verdad? ¿Cumplir con su deber? ¿Qué era ser confiable? Por un instante, Jean, vaciló para responder. Sin un significado claro de "confiable" en su mente, era incapaz de afirmar o negar algo que ni él sabía.

¿Dónde están tus alas? [Riren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora