Que difícil

133 16 67
                                    

— Tienes mucha hambre ¿Verdad?

— Supongo, nunca había sentido algo así antes, es un dolor diferente a todos lo que he experimentado antes.

— Tranquilo, te prepare algo y luego seguiremos.

Lo llevó a una cabaña en medio de un bosque, mientras ella buscaba algo de comer en la cocina, Piccolo miró las fotografías de las paredes, algunas estaban en relieve

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo llevó a una cabaña en medio de un bosque, mientras ella buscaba algo de comer en la cocina, Piccolo miró las fotografías de las paredes, algunas estaban en relieve.

— Tuvimos suerte, todavía hay atún, y algo de avena, no es lo ideal para ser tu primera comida, pero es lo único que no está vencido. Vengo poco por acá — le gritó mientras calentaba agua para preparar té también.

— No importa, nunca he comido, con que llene mi estómago estaré bien, creo.

Mientras esperaba, siguió mirando las fotografías, en una había una mujer con alas, obviamente su madre, y al lado abrazándola, su padre.

— Ya está, ven a comer, por suerte soy una buena cocinera — sonrió mientras acomodaba todo en la mesa.

Comieron en silencio, aunque no fue una gran experiencia, al menos como dijo el hombre su estómago dejó de rugir. Luego de terminar, mientras ella limpiaba y ordenaba todo, notó que a Piccolo le pasaba algo, se movía mucho en el asiento donde estaba.

— ¿Qué te pasa grandote?

— No lo sé, siento una presión extraña en el bajo vientre, es un dolor, pero no como el de recién.

— Entiendo — dijo después de pensar un rato — lo que te pasa es... hay un pasillo al fondo, busca a mano izquierda, la tercera puerta, hay un tallado de un hombre y una mujer.

— ¿Por qué? — preguntó curioso.

— Solo anda y sabrás enseguida que debes hacer.

Cuando llegó a la puerta vio que decía BAÑO. Al salir encontró a Izbet escuchando un libro, pasaba una máquina pequeña que estaba en su mano, e iba traduciendo las letras en sonidos, era el sistema que usaba para poder leer algo cuando no estaba en sistema Braille.

— ¿Qué escuchas?

— Un libro de poemas, es muy lindo, éste se lo dedicaría a Vegeta... "Me gustas cuando callas porque estas como ausente...". (*Parte de 20 poemas de amor y una canción desesperada).

— Hummm.... sí, muy lindo — respondió tenso e irónico.

— Trata de relajarte. Es mejor irnos, está poniéndose helado, y no traemos ropa adecuada.

— No me hace falta... solo me molesta el calor, el frío no me complica.

— Antes no, ahora sí, recuerda que ya no eres namek, vamos.

Unas horas después llegaron a la ciudad donde vivía la mujer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Unas horas después llegaron a la ciudad donde vivía la mujer.

— Voy a prepararte la pieza.

— ¿Te ayudó? — preguntó estirándose, ir tanto tiempo agachado le hizo doler la espalda.

— No — le respondió firme.

— Pero tú no ves.

— Este es mi terreno por decirlo así, si vas atrás mío solo te chocaré, sé dónde está todo. Prometo que no te daré la con adornos rosados.

— Ni se te ocurra — rugió furioso.

La mujer lo dejó en la sala sentado mientras iba a prepararle un cuarto de su casa. Mientras estaba solo, Piccolo vio el diario que le regaló Gohan, y decidió intentar escribir algo.

Diario

Hoy comienzo mi vida como humano, no sé qué tan bueno puede ser esto, debo cada cierto tiempo comer, los sabores se sienten extraños, y ni hablar de ir al baño, de solo acordarme que debo ir regularmente a hacer eso... es muy traumatizante. Tuve que venir tomado de Izbet, quien lo único que quería era traerme en sus brazos, preferiría tirarme del templo sagrado y reventar en el suelo a permitirle eso, como no entiende que soy un guerrero, y aunque no soy namek sigo teniendo mi orgullo. Ojalá el tiempo pase rápido como me han dicho. No sé si lograré llegar cuerdo al próximo año... UN AÑO ASÍ.

Mañana Izbet quiere llevarme a comprar ropa, me pone nervioso tener que soportar tantos humanos a mi alrededor, no sé por qué no puedo usar mi traje de entrenamiento como siempre, total si se rompe o se ensucia lo puedo regenerar. Diablos, ahora que lo pienso ya no puedo generar ropa, NO SOY NAMEK, maldito sea este cuerpo. Me grito que me llevaría al mall sí o sí, si no quiero lo hará a la fuerza, se aprovecha que ahora soy como una hormiga comparado con ella. Dice que iremos temprano para que no encontremos muchas personas, siempre que me ven los humanos se asustan. Aunque ahora soy uno de ellos ¿Me seguirán teniendo miedo? Sigo siendo alto, aunque no tanto como antes, y cuando me vi en el espejo, me parezco a como era antes de ese maldito deseo, solo que ya no tengo mis colores, ni mis antenas, las orejas puntiagudas, y me salió toda está mata de pelos en la cabeza ¿Y si hago como Krillin y me afeito? Ya debo dejar de pensar en todo lo que tengo que hacer mañana, solo quiero solo quedarme en cama y no salir hasta que pase el año.

Al otro día cuando Piccolo despertó por un momento estuvo muy desorientado, no era el templo, ni estaba en su típica posición de meditación.

"¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? — de pronto lo ocurrido el día anterior volvió a su mente — ya recuerdo todo, pensé que tal vez era una pesadilla, pero no, ahora soy humano — se tomó la cabeza — y tengo esto — empezó a sentirse de nuevo extraño, con una opresión en el bajo vientre — ¿Dónde dijo que estaba el baño?".

Una hora después se sintieron golpes en la puerta. Como Izbet no obtuvo respuesta abrió suavemente un poco la puerta.

— ¿Estás visible? — preguntó suave.

— Sí, nunca he podido hacerme invisible ni cuando era namek.

— Quiero saber si estas vestido — se tocó la frente con la mano, como diciendo no me entendió.

— Ya tengo puesta mi ropa de entrenamiento.

— Está listo el desayuno — indicó entrando al cuarto, él la tomó del brazo y bajaron las escaleras.

Mientras iban caminando al comedor de la cocina algo le pareció raro al hombre.

— ¿Por qué preguntaste si estaba vestido? Tú no ves.

— Pero tú si, no creo que te gustaría que si estas desnudo yo entre a la pieza ¿O sí? Por mí no hay problemas — sonrió maliciosa.

— Hummm... — susurro sonrojado.

Ya sentados el guerrero no supo por dónde empezar a comer.

— Prueba pan tostado con mantequilla, a mí me gusta mucho, de todas maneras, puse también mermelada, en el medio hay una jarra con jugo de naranja.

— ¿Y eso qué estás tomando qué es?

— Es un té de hierbas algo fuerte, sí quieres te hago un poco para que pruebes.

— Bueno.

A pesar que lo hizo algo más suave, al tomarlo él lo encontró muy amargo, empezó a toser.

— Toma agua — le pasó la mujer un vaso — creo que debes ir de a poco, toma cosas más suaves por ahora.

— Odio tener que comer — gritó furioso y golpeó la mesa, pero quien se hizo daño fue él, al final se fue a su cuarto, para que se le quitará la rabia empezó a arreglar el lugar.

Al rato Izbet de nuevo tocó suave al cuarto.

— ¿Puedo entrar?

— Para que preguntas si es tu casa.

— Sé que estás molesto, pero no por eso me trates así, es mi casa, pero está es TU habitación — suspiro para relajarse — tendrás que aprender a llevar una vida como los humanos por estos meses, solo deberemos tener más cuidado la próxima vez que comas.

Ángel Ciego 2.  Diario de Vida de PiccoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora