Cambios

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— Lo de recién lo hiciste a propósito ¿Verdad? Para reírte de mí — le reclamó.

— Para nada, solo quiero que estés cómodo este tiempo, debí hacerlo mucho más suave, deberé tener más cuidado con todo. Ahora anda a prepárate, vamos a ir a comprar tu ropa y cosas de aseo.

— No quiero salir, ve tu sola.

— Debes ir, sino como sabré que talla traerte, o quieres que te tome las medidas con las manos — le tocó el pecho riendo para relajar un poco el ambiente.

— No quiero probarme nada, no soy un modelo — replicó molesto, le tomó las manos a la mujer y las quitó de su cuerpo.

— Está bien — se dio por vencida al sentir su firmeza al hablar — solo acompáñame, no tendrás que probarte nada, pero tienen que verte ¿Está bien para ti así?

— Sí — río de lado al haber ganado en esta ocasión.

Cuando ya estaban en el Mall camino de la tienda, Piccolo sintió que todos lo miraban al pasar

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Cuando ya estaban en el Mall camino de la tienda, Piccolo sintió que todos lo miraban al pasar.

"Demonios, todavía me miran raro, aunque ahora su expresión es distinta, no es como que les molesta mi presencia... más bien... es como si estuvieran molestas con Izbet, y son solo las mujeres quienes tienen esa forma de mirar, que extraño ¿Por qué no les gusta verla conmigo? Tal vez saben que soy un extraterrestre y no quieren que ella me traiga a este lugar... nunca entenderé a los humanos y mucho menos a las mujeres".

Por fin entraron a una tienda, una morena de unos 30 años se acercó apenas los vio.

— Hola Iz, tanto tiempo que no venías, llegó hace poco una ropa interior que sé que te gustará — le saludó muy contenta.

— Hola Madeleine, gracias, pero hoy vengo por mi amigo — como le digo pensó, en eso recordó una conversación donde él le contó su pelea en el torneo cuando quería matar a Goku — Ma... Ma... Junia.

— Un gusto Sr. Junia — respondió la vendedora sonriente.

— Humm... igual — molesto apartó la vista.

— Siéntate aquí, ya venimos.

— Debes disculparlo, viene por una temporada, y perdieron todo su equipaje, ya sabes cómo son las líneas aéreas — explicó la ciega, se acercó a la mujer y le dijo muy bajo — odia probarse ropa, es algo quisquilloso, tiene un carácter muy especial ¿Podrías ayudarnos?

— No hay problema – lo miro fijamente — ¿Qué quieres comprarle?

— En ropa de todo, además ¿Tienes jabón, shampoo, desodorante y colonias para hombre? — en un susurro — con olor a rosas— río suave.

— Sí, déjame buscar a ver que le gusta a tu amigo.

Empezó a mostrarle cosas, Piccolo solo afirma o negaba con la cabeza, eligió calcetines lisos y con rombos, bóxer con diseños a cuadros, un traje de baño azul con la cintura café (aunque él se preguntaba para que querría algo así) camisetas sin estampados, de colores oscuros, alguna camisa, pantalones deportivos largos verdes y azules, polerones, chaquetas, pijamas, lentes oscuros, gorros, zapatos y zapatillas. Ya había pasado un poco más de una hora, y la cantidad de útiles de aseo y ropa era impresionante, por suerte tenían una cápsula para guardar todo, pero antes Izbet tomó un bóxer, calcetines, zapatillas, pantalón de deporte azul y una camiseta oscura.

— Anda a cambia tu traje de entrenamiento por esto — bastante fastidiado fue a ponerse la ropa — ¿No necesitas ayuda? — rio mientras él entraba al probador, muy serio.

— Iz, aprovecha que tu amigo se demorará algo, y pruébate este conjunto, te quedara precioso — insistió Madeleine.

Así que la mujer ciega entró con su amiga al lado de donde estaba Piccolo.

— Estaré probándome algo al lado tuyo — le dijo al guerrero.

Como él termino primero, salió a esperar a Izbet frente a donde ella estaba, pero por su estatura, alcanzó a ver fugazmente los senos de la mujer que se colocaba un coqueto sostén. Todo sonrojado, se alejó un poco. Cuando la medio demonio salió con la vendedora del probador estaba feliz con su nueva compra, ya que tenía mucha confianza en la dueña, ella era quién le proporcionaba toda su vestimenta, y estaba segura que si le decía que se le veía bien, la del mechón blanco estaba segura que era así. Colocaron todo en la cápsula, pagaron y se fueron.

— Toma — le pasó un rectangular de cuero doblado por la mitad con pequeños bolsillos.

— ¿Qué es esto? — lo miró extrañado.

— Tu nueva billetera, dentro va una tarjeta de débito, tiene un par de millones para que puedas pagar lo que quieras comprar, la clave es 666 — sonrió — no creo que tengas problemas para recordarla, también hay dinero — pensó un rato — lo antes posible te traeré una tarjeta de identificación, no quisiera que tengas problemas con la ley — sacó un iphone ultradelgado, negro — este será tu teléfono móvil, ya agregue mi número... y el de Gohan por supuesto, en casa te enseñaré como usarlo. Qué te parece si vamos a una pizzería que conozco cerca de acá, con todo lo que hemos hecho ya me dio hambre.

— Esta bien, yo también tengo ganas de comer algo... que extraño sonó eso — dijo meditativo.

Diario

Hace una semana atrás Izbet me llevó a comprar ropa, por suerte no tuve que probármela nada, no quería sentirme tan humillado como Vegeta o Goku, que sus mujeres los llevan y los tratan como maniquís, la vendedora de la tienda donde fuimos solo me miró y eligió las tallas para mí, cuando me cambie para salir a la calle ya era como "cualquier otro humano", por suerte todo me quedó bien. Luego fuimos a comer pizza, la gente a mí alrededor no me miraba con miedo, si algo extrañada por mi altura... supongo. Al parecer ella es conocida en ese lugar, los empleados la saludaron, y le preguntaron "la de siempre", sí, les gritó, pero ahora familiar y me apuntó, que vergüenza pase ni que yo comiera como los sayayins.

En muy poco tiempo teníamos en nuestra mesa una pizza con tomate, queso y peperoni, era algo picante, pero lo tolere mejor que eso que me dio esa mañana. Volvimos en auto a su casa, fue un viaje interesante, igual que cuando fuimos al mall, nunca había visto la ciudad a esa altura, normalmente pasó volando y apenas me doy cuenta de las cosas, solo veo los techos descoloridos, en realidad está es una experiencia extraña, pero no tan mala como pensé, demoramos un poco en llegar a su casa, había un taco, si pudiera volar... pero ahora no puedo hacer nada de eso.

La casa de Izbet tiene ante jardín y un gran patio, este último siempre me gusto porque permite entrenar bien, y es bastante privado, mi habitación queda en el segundo piso, en uno de los 6 dormitorios que hay, la construcción es de estilo tradicional, nada parecida a la Corporación Capsula. Acomode mis cosas nuevas en el ropero y en mi baño, pero de repente encontré un conjunto de lencería negro de encaje... se lo lleve inmediatamente a ella, obviamente no lo compro para mí. Mis sentimientos al ser humano son más intensos, menos mal que no ve, sino se habría reído de lo rojo que estaba, sentía que estallaría de vergüenza.

Ángel Ciego 2.  Diario de Vida de PiccoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora