Vivir en tus sueños

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— Lo siento, no lo imaginaba, no quise que te pusieras tan triste.

— Está bien — dijo la ciega al rato, cuando ya estaba secando sus lágrimas — era hora de desahogarme, de decirle a alguien esto que llevó en mi corazón, por favor, no se lo digas a nadie, promételo — pidió nerviosa.

— Pero...

— Promételo Bulma, por favor.

— Está bien — al ver como se complicaba aceptó.

— Ahora iré a buscar a Piccolo, quiero pedirle que nos vayamos, no me siento bien, si quiere quedarse pediré un taxi.

— Tranquila, si él quiere quedarse yo te llevo — pero sabía que el guerrero lo único que quería era estar lo más que pudiera con ella, pero no podía traicionar a ninguno de los dos.

La científica pensaba como cumplir con la promesa a Izbet, y ayudar a Piccolo, en eso vio que desde atrás de la cortina el hombre apareció con los ojos vidriosos, él le hizo un gesto para indicarle que escuchó todo, que no se preocupara, que todo estaría bien.

— Te estaba buscando — dijo tranquilo.

— Estaba tomando aire, me siento mareada ¿Te molestaría si vamos a la casa, por favor?

— Para nada, adiós Bulma, gracias por todo — se despidió con mirada melancólica de la mujer del pelo azul.

Diario

Esta noche escuche lo que deseaba, Iz me ama, debería saltar de gusto pero no es como humano, sino como namek, mejor no le diré nada, ya para ella es suficiente llevar ese sentimiento que sabe nunca será correspondido, para cargarla más sabiendo que estoy enamorado de ella en esta forma. Pronto terminará esto, y será lo mejor para todos. Ya no escribiré más.

Unos días antes del cambio él decidió irse con Kami Sama.

— Me voy al Templo — Piccolo tenía miedo de no poder controlarse y decirle sus sentimientos, como casi le pasó varias veces en las semanas pasadas.

— Estaré allí para cuando vuelvas a ser tu mismo, promesa — se despidió feliz la mujer.

La noche antes del cambio, Piccolo tuvo un sueño especial, estaba en su forma normal en su habitación en la casa de Izbet, y frente a él se vio a sí mismo, pero en su cuerpo humano

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La noche antes del cambio, Piccolo tuvo un sueño especial, estaba en su forma normal en su habitación en la casa de Izbet, y frente a él se vio a sí mismo, pero en su cuerpo humano.

— Por fin volveré a ser un namek — dijo el guerrero verde.

— Ella te ama ¿No sientes nada por eso? — replicó el otro.

— Nada, recuerda que yo no puedo sentir ese tipo de amor — cruzó sus manos en su pecho.

— No quiero que esto acabe, quiero estar siempre con ella.

— No puede ser, tus sentimientos se esfumarán de mí al producirse el cambio, volveré a mi vida normal, todo serán recuerdo, nada más. No te preocupes, no le diré nada de lo que escuchaste, la seguiré tratando como hasta ahora, te lo prometo, siempre la cuidaré.

Ángel Ciego 2.  Diario de Vida de PiccoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora