D R A C O [XII]

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Advertencia: Mini maratón de Smut 1/3.

A pesar de su riqueza, que le permitía darse el lujo de no trabajar, Draco se levantaba temprano todas las mañanas para ir a San Mungo y realizar su labor de enfermero. No era la gran cosa, pero aquello lo ayudaba a superar todo el mal cometido en el pasado, su nueva misión era ayudar a las personas. Pero así como se iba temprano, regresaba tarde, sobretodo cuando le tocaba guardia. No le molestaba, pero el estar tanto tiempo fuera y moviéndose de allí para allá, lo cansaba, ¿Y cómo no?

Lo mejor de regresar a casa, además de poder descansar, era Cassandra, su prometida. Se habían conocido en una cafetería cercana a San Mungo tres años atrás. Ella supo rápidamente que él también era un mago, así que no lo pensó dos veces y se acercó a él, dándole comienzo a todo.

Al llegar a su casa, sonrió al detectar un suave aroma a pasta, y ensanchó su gesto cuando la vio saliendo de la cocina, parecía estresada. Draco se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, recostando algo de su peso sobre su cuerpo.

—Se me ha quemado todo, no te dejes llevar por el aroma —Murmuró cuando se separaron. Al chico le enterneció cuando un leve puchero apareció en sus rosados labios mientras se sentaba en el sofá cruzada de brazos. —Volví temprano del trabajo y quería darte una sorpresa y... la carne y...la pasta, me distraje y lo arruiné—Pero el rubio la calló con un beso corto en sus labios, sonrojándola. Así era ella, a pesar del tiempo seguía comportándose como en sus primeras citas.

Draco rió y se sacó la corbata, sintiendo un peso menos. Aquella simple acción logró hacer volar la imaginación de Cassie, algo que él notó.

—¿Ocurre algo? —Preguntó juguetón tratando de no reír cuando ella se puso de pie y se acercó a su cuerpo, pasando sus brazos por los hombros masculinos.

—Mmm, no —Dijo en una falsa duda. Draco no pudo evitar comenzar a dar pequeños besos en los labios ajenos, besos que cada vez se volvían más largos hasta intensificarse de tal manera que los anchos brazos de Draco ya estaban rodeados en la cintura de la menor, elevándola unos centímetros del suelo.

Se separaron unos segundos. Se miraron directo a los ojos y Cassandra fue la de la iniciativa esta vez. Sus lenguas se rozaban lenta y apasionadamente mientras Draco la arrinconaba sobre una pared y ella aprovechaba para rodear su cintura con sus piernas. No les tomó mucho tiempo para llegar a la habitación de ambos.

Él la dejó delicadamente sobre la cama para luego comenzar a sacarse cada prenda que cubría su anatomía, al igual que ella, y todo aquello lo hicieron sin dejar de mirarse a los ojos. Querían hacerse el amor, amarse aún más, unir sus cuerpos en aquella bella unión.

Cuando Draco abrió las piernas de Cassandra delicadamente, esta sonrió para luego morder su labio inferior acompañado de un fuerte apretujón a la sábana debajo de ella. Los dedos se masculinos se movían lentamente por sobre la fina tela que cubría su flor, mojando y estimulando la zona. Los gemidos femeninos motivaron a su novio a seguir con su trabajo, e incluso a ir más allá. Corrió la tela aún lado y rozó su entrada con uno de sus dedos.

—¡Oh! —Exclamó cerrando los ojos cuando uno de sus dedos se introdujo en ella. Mientras movía su dedo y sumaba uno más, la miraba gozar, gemir su nombre.

Cuando sacó sus dedos de su flor, se los acercó a la chica, que con gusto tomó la muñeca de Draco y chupó ambos dedos, mirándolo, pidiéndole más. Pero todavía no, el chico de cabellos rubios quería seguir satisfaciéndola sólo a ella. Se relamió los labios lentamente cuando observó los pequeños pechos femeninos. Sus pezones eran rosados y estaba duros, por lo que le fue casi imposible no llevarse uno de ellos a la boca, sacándole más gemidos a Cassie mientras llevaba una de sus manos a su zona íntima y con uno de sus dedos comenzaba a masajear lentamente su punto.

Entre tanto, la chica bajó su mano hasta el bóxer ya abultado y duro de Draco y rozó la zona lentamente. Draco hizo caso a su pedido y bajó su última prenda, dejando ver su miembro erecto. Luego de besarla cortamente, volvió a correr la tela que cubría entrada y se introdujo en ella completamente.

Las uñas de la morocha se introdujeron en la palida espalda de su amado cuando sus movimientos se tornaron más duros y continuos. Los gemidos y el aroma a sexo inundaban la habitación mientras se unían cada vez más buscando el gran orgasmo.

—¡Draco! —Gritó al acabar con él dentro, y aquel gemido fue suficiente como para que Draco se corriera dentro de ella como nunca antes.

Sus cuerpos estaban completamente bañados en una capa de sudor, pero no les importó cuando terminaron recostados, Cassandra encima de él, desnudos, despidiéndose con un "—Te amo —" y olvidando la cena quemada.

Harry Potter || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora