Era una noche tan oscura como las sensaciones que se albergaban en mí. El humano no está adaptado a las diferentes situaciones negativas que nos pueden suceder, el ser humano aprende de las experiencias negativas o errores fatales del pasado. Al aprender de estos errores se hace más maduro y para la siguiente adversidad que se atraviese este sepa cómo responder de manera efectiva.
Aun así, nadie me dijo que dolería tanto. Me dolía el pecho, llevaba todo el día encerrada en mi cuarto, con mi corazón herido y mis emociones hechas un tornado. En momentos así es difícil saber que quiero y necesito. No sabía si necesitaba un abrazo o escaparme toda la noche con alguien y perderme entre las calles de la ciudad y mis pensamientos.
Llame a alguien que creí que podría ayudarme con el nudo mental que sentía.
Al estar con él, perdida entre calles que no conocía y hablando de todo lo malo del momento, sentí como las cosas empezaban a fluir en mi cabeza.
Aun así, también sentí una extraña tensión proveniente de él. Cosa que no me hizo sentir más que una pequeña desconfianza.
Me dijo que fuéramos a caminar, no habían muchas opciones así que le dije que sí. Bueno, en realidad tenía muchas opciones, pero la curiosidad nació y crecía a la par de esa extraña tensión sexual que emanaba mi acompañante de esa noche.
Me llevo a un parque que él conoce, la noche le daba un aire de tranquilidad mezclado con misticismo. Parecía que el mismo se había envuelto en esa atmosfera. Me adentro más en ese parque, hasta llevarme a un bosque que estaba justo atrás del parque.
Mientras analizaba en silencio toda la situación, él me abrazó por la espalda. Francamente esperaba eso. Mi historia con este desconocido no es tan conocida, pero la recuerdo con claridad.
En pocas palabras, fue un encuentro de dos cuerpos que llevan el fuego dentro, solo que yo no entre en su juego, y él entró en el mío. El fuego que sentí por el hoy no eran más que cenizas. Ahora lo que había dentro de mí era tierra y cenizas. Cuando él seguía sintiendo ese mismo fuego.
La situación empezó a parecerme graciosa. Yo solo quería consuelo y parecía darme ese consuelo, pero sabía que él me había tentado al encuentro para quemarme en el mismo fuego de años antes. Es realmente curioso como los seres humanos volvemos a los lugares que jamás esperamos regresar.
Salí de mi eterno análisis mental, me quite del abrazo y le dije "yo no quiero tener sexo contigo, por algo no se dio la ocasión pasada". Su reacción no fue más que una sonrisa, él lo sabía. Cretino.
A pesar de saber sus intenciones ocultas, la curiosidad se había apoderado de mí, y en este punto yo ya no sabía el porqué.
Podría estar sumida en una gran tristeza, pero eso no me impedía ver las intenciones de él.
Lentamente se acercó y me abrazó. Pudo haber sido el abrazo que pedía desde un principio, pero no se sentía así. No sentí algo cuando me dio el abrazo, ni tensiones extrañas o tranquilidad.
El tierno abrazo se convirtió en algo con erotismo cuando bajo su mano a mi cadera y me atrajo a él, pegando más nuestros cuerpos.
Agachó la cabeza y empezó a dirigir su boca hacia la mía, lentamente voltee la cara y sus labios cayeron en mi cuello. No parecía molesto por mi evasiva tan obvia. Recorrió mi cuello con sus labios, como explorando mi piel. Hasta ese momento sentí un pequeño cosquilleo, pero no indicaba gran cosa.
Las cosas fuero de 0 a 50 en cosa de segundos. Metió una mano debajo de mi suéter y con la otra me agarro de la cintura, para evitar que me zafara. La mano debajo de mi suéter acariciaba fervientemente mi espalda. Eran las palabras que no salían de su boca lo que me decía lo que buscaba. Buscaba la forma de seducirme para prender de nuevo el fuego que sentí, y de paso quemarme con su fuego.
Rápidamente busco aprisionarme en un árbol, no sé si para sentirme más cerca o evitar que me fuera. Pero era raro, mi mente no estaba con mi cuerpo, pero no sentía deseos de irme, quería saber que iba a pasar, saber que se siente.
Acaricio mi cuerpo de todas las formas que pudo, sin llegar a tocar una parte en específico. Eso sí, sin dejar de buscar mis labios. Mi curiosidad contradictoria no me dejaba en paz, hasta que entre en otro análisis mental.
Cerré mis ojos y me deje llevar por mis pensamientos.
¿Qué era lo que me había llevado a esta situación? Querer olvidar las cosas, me dije.
¿Por qué permites esto si sabes que no quieres? Por curiosa.
Su voz me sacó de mis pensamientos. Sé que eres curiosa, pero recuerda que la curiosidad mató al gato. Reí, entonces dije sin pena alguna, entonces ya he muerto muchas veces.
Nos miramos fijamente a los ojos.
Sentí que aflojó su agarre, me lo quite de encima y me fui de ahí.
Al otro día, cuando desperté, todo lo sucedido la noche anterior se sintió bastante como un sueño.
Desde entonces no volvimos a hablar, y entendí que lo mejor es que no volviéramos a hablar, porque la siguiente vez que nos viéramos, lo más probable es que hubiera conseguido lo que tanto busca solo por curiosidad mía.