Capítulo 11

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Gandalf estaba sentado sobre un roca, fumando de su pipa y sumido en sus pensamientos.

El resto de la comunidad lo dejaba a solas para que se decidiera entre los tres túneles con los que se habían encontrado tras una hora andando. Gandalf se había detenido de repente al llegar allí y había dicho que no se acordaba de cuál era el camino correcto.

Los hobbits se sentaron sobre sus capas y se pusieron a mordisquear unas cuantas manzanas. Boromir se acostó en el suelo y se fue a dormir, mientras que Gimli se sentó con Aragorn a unas cuantas yardas. Legolas se había ido por el pasillo del que habían venido.

"Voy a asegurarme de que nadie indeseado nos siga" –había dicho.

El enano observó al montaraz, pensativo. Aragorn tenía la espalda apoyada en el muro de roca y miraba a la lejanía, ausente. Gimli sabía que ese era el mejor momento para hablar con él de un problema que ya llevaba dándole vueltas en la cabeza un tiempo.

"¿En qué piensas?"

Aragorn miró a Gimli.

"En nada."

"Ya, claro –el enano bufó-. ¿Estás pensando en Legolas?"

Aragorn no respondió, deseando con todas sus fuerzas que el enano dejara el tema. Pero Gimli era persistente.

"¿Por qué estás tan enfadado con él?"

"No es de tu incumbencia, Gimli" –dijo Aragorn, con los dientes apretados.

"Sí que lo es. Legolas es mi amigo. Y pensaba que significaba lo mismo para ti."

Furioso, Aragorn no respondió.

"Me pregunto qué tan malo es lo que ha hecho como para hacer que te olvides de todo lo que ha soportado por tu bien todos estos años."

Aragorn abrió los ojos como platos. ¿El enano lo sabía? El hombre abrió la boca para hablar, pero Gimli no había acabado.

"¿Tiene que ser así, Aragorn? ¿Solo un error para estropearlo todo? ¿Miles de cosas buenas que ha hecho borradas por un solo error? ¿El Legolas de buen corazón que conocemos ya es para ti solo alguien sin honor? ¿Su amor no significa nada? La verdad es que siempre he envidiado la amistad que tiene contigo. Yo lo conocía mucho antes que tú, pero es mucho más cercano contigo. Y ahora lo tiras todo a la basura. ¿Su error fue tan grande que no puedes perdonarlo?"

"¡Cállate, Gimli! ¡Tú no sabes nada!" –dijo Aragorn, incómodo con la conversación.

"¡Puede que no sepa qué ha causado esta pelea, pero nunca olvidaré el momento en el que llegó Keldarion con Legolas medio desnudo en brazos y pidiendo mantas! ¡La luz que brillaba en sus ojos la primera vez que lo vi ya no estaba! ¡Y tardé años en descubrir qué había pasado! ¡Si crees que no merece tu perdón a pesar de todo lo que ha pasado por ti entonces no te mereces su amistad!"

Y con eso, Gimli se levantó de un salto y se alejó hacia donde Legolas se había ido.

Aragorn se quedó allí sentado. Se había quedado sin palabras. Estupefacto.

El enano no necesitaba su hacha para darle un golpe certero. Sus palabras le habían hecho sentirse escoria y por fin recuperó algo de sentido. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para reparar la brecha en su amistad con Legolas.

Si es que esa amistad todavía existía.

Si es que esa amistad todavía existía

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