Propuesta

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El nudo en su garganta fue peor al ver las rejas cerrarse cuando el auto se adentró al recinto donde se dirigían

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El nudo en su garganta fue peor al ver las rejas cerrarse cuando el auto se adentró al recinto donde se dirigían. Cuando el auto frenó, Shōyō se quedó congelado sin atreverse a abrir la puerta.

No sabía qué podían hacerle, ni qué podría suceder al entrar a la casa.

Kuroo abrió la puerta al ver que el menor no lo hacía, y lo observó un buen rato en silencio. Analizándolo con la mirada. Pudo saber enseguida que el chico estaba muerto de miedo por dentro, aunque trataba de no aparentarlo.

Dio media vuelta y elevó la mirada a la ventana del segundo piso, enseguida encontrándose con unos ojos ajenos.

Kuroo sacudió la cabeza, siendo claro que no aceptaba lo que estaba haciendo. Y la mujer de la ventana sólo dibujó una pequeña sonrisa, elevando los hombros y después cerró las cortinas, desapareciendo del campo de visión.

Bajó la mirada a Shōyō y el menor todavía estaba encogido en los asientos, apoyando su frente en las palmas de sus manos.

— No puedo prometerte nada en vano, pero haré lo posible para sacarte de esto. — susurró, acercándose al oído del menor.

Shōyō conectó su mirada con la de Tetsurō. No pudo saber qué descifrar en los ojos negros del hombre, pero hizo que tomara un poco de valor y asintió, bajando del auto con las piernas un poco temblorosas.

La puerta fue abierta por una mujer vestida de traje, con los párpados cerrados e inclinaba un poco la cabeza cuando pasaron por su lado.

Shōyō no pudo dejar de mirarla hasta que ella le ofreció un par de zapatos, que parecían más unas pantuflas.

Ahí cayó en cuenta que estaba descalzo. Bajó la mirada para ponérselos, sintiendo la mirada de Kuroo sobre sí y eso lo hizo sentir incómodo.

— La señorita me indicó que los guiara. — una voz sobresaltó a Shōyō, que casi pierde el equilibrio y se enderezó con sus pies ya cubiertos. Alzó la mirada hacia un hombre de traje también.

Shōyō no pudo no fijarse en una cicatriz que cubría la mitad de su rostro hasta su oreja izquierda.

Otro escalofrío lo invadió por completo.

Estaba aterrado y el silencio de toda la casa no ayudaba.

Agradeció con la mirada a la mujer y siguió a Kuroo cuando lo vio avanzar.

Unos cuantos pasos llegaron a una especie de recibidor, no había ninguna clase de sillones, pero sí muebles con varias decoraciones y dos ventanas, donde Shōyō pudo ver una especie de jardín.

Pasaron por una puerta y Shōyō miró hacia atrás antes de avanzar, había una escalera que iba hacia el segundo piso.

Siguió avanzando por el pasillo donde un lado no tenía pared y tenía salida al jardín que había visto por las ventanas.

Deuda | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora