Abismo

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Se tocarán temas que pueden ser sensibles para algunas personas, se requiere discreción al leer. Nada explícito, pero es mi deber advertir.

Cuando entró en esa casa se preguntó en silencio si saldría con vida o no de ahí

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Cuando entró en esa casa se preguntó en silencio si saldría con vida o no de ahí.

Todavía podía sentir el frío del arma apoyada en su frente, con el gatillo a punto de tirar y disparar a sangre fría.

Shōyō observó la puerta de la habitación en la que se encontraba ser cerrada y la venda de sus ojos cayó sobre el colchón. Apenas pudo llevar una mano a su rostro para quitarla por completo, no teniendo fuerzas suficientes para mover su cuerpo como quisiera.

Cerró los párpados por un momento, cansado, y al volverlos a abrir, el sol ya había salido.

Con los brazos temblando como pudo se sentó en el colchón, observando a su alrededor.

Quizá si el hombre hubiera disparado, no tendría que pasar por todo esto. Muchas veces tenía aquellos pensamientos, cuando era tomado por hombres y mujeres en las noches desde que había llegado ahí.

Arrastró los pies al baño que había en la habitación y se dejó caer de rodillas frente al excusado, vertiendo lo poco y nada que había en su estómago. Vomitando hasta vaciarse e hizo arcadas cuando ya nada había.

Su cuerpo se contrajo con cada arcada y las lágrimas que había contenido, no tardaron en deslizarse por sus mejillas.

Shōyō se sentó a orillas de la bañera, llorando en silencio.

Trataba de aguantar por su hermana y su madre, pero ya estaba harto. Había pasado una semana, pero cada día era como el mismísimo infierno.

No podía entender la maldad que había en todas las personas de ahí. Shōyō les tenía asco, rabia y tantas cosas negativas que jamás creyó tener por alguien.

Se sobresaltó al escuchar la puerta de la habitación ser abierta, observando a una mujer, la misma de todos los días, aparecer en su campo de visión.

Shōyō ni siquiera quería saber su nombre.

Ella fijó su mirada en él y dejó las sábanas nuevas encima de una silla que había a un lado. Caminó a Shōyō, observando la taza del baño toda vomitada sin ninguna clase de expresión.

— ¿Se encuentra bien?

Shōyō casi se ríe por la estúpida pregunta que había hecho. ¿Acaso se veía en buen estado? Quería escupirla, pero sólo abrazó sus piernas y escondió su rostro entre ellas, con lágrimas todavía fluyendo de sus cansados ojos.

La mujer tiró la cadena y volvió a la habitación para cambiar las sábanas por las nuevas que había traído.

Cuando miró que habían pequeñas manchas de sangre, se quedó quieta por un momento. Apretó las manos en las sábanas y tiró de ellas, tirándolas al piso, sin cambiar su expresión.

Deuda | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora