Locura

4.2K 423 211
                                    

La habitación de Kiyoko estaba a penumbras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La habitación de Kiyoko estaba a penumbras. Ninguna luz encendida, pero como era de día, un poco de claridad entraba por las orillas de las cortinas.

La chica estaba sentada en una silla, abrazando sus piernas y mirando a la nada. Con el rostro neutro y sus labios en una línea, respirando de manera pausada.

Pasó la noche en vela, así que se podía ver una diminuta línea negra ocupando espacio debajo de sus ojos, que se notaban más que cansados.

Cuando la puerta fue abierta, ni siquiera se inmutó de ver a Tobio entrando. Junto a Kuroo, ya que este estaba ayudándolo a manejar la silla en la que estaba.

La puerta fue cerrada por los guardias que estaban custodiando fuera desde que la confiaron en su cuarto. Pero esta vez no colocaron llave, por cualquier cosa que sucediera dentro.

— Te ves patética.

Kiyoko dejó que su cabeza se apoyara en el respaldo de la silla, mirando al techo y sonrió sarcástica.

— Eso debería decírtelo yo.

Kuroo dejó a Tobio cerca de la puerta y fue a las cortinas para abrirla, dejando entrar luz natural.

Un silencio sepulcral se instaló en la habitación, dejando una incómoda situación. Pero a ninguno de los presentes pudo importarle aquello.

— ¿Por qué Kiyoko?

Kiyoko miró a Tobio, sin ninguna expresión en particular.

— ¿Por qué mierda hiciste algo como eso? ¿Perdiste la cabeza?

Pasaron diez segundos de silencio, donde se miraban sin pestañear. Entonces, de pronto, Kiyoko se puso de pie, asustando a Kuroo, que estaba bastante tenso y alerta de cualquier acción proveniente de la chica.

— Contesta.

— Perdí la cabeza desde que me trajeron a esta casa- no, incluso antes de poner un pie en la entrada. — murmuró, muy bajo, acercándose a Tobio — Cada día. Cada semana. Cada mes. ¡Cada maldito segundo día acá me volvía loca!

Los párpados de Kiyoko se abrían cada vez más al hablar. Gritando sin perder la compostura. Su mirada volviéndose cada vez más fría.

— ¿De qué hablas?

Kiyoko se dejó caer de rodillas frente a Tobio, mirándolo sin pestañear.

— Desde que me trajeron a este lugar en contra de mi voluntad, empecé a perder la cabeza.

A Kiyoko la trajeron a esa casa cuando tenía más o menos once años. ¿El por qué? Era bastante oscuro.

La familia Shimizu no tenía nada que ver con la mafia. Su núcleo estaba conformado por sus padres y dos hermanos pequeños, unos gemelos muy bonitos. A pesar de tener sus altos y bajos como cualquier familia con hartos integrantes, se amaban y eran felices.

Deuda | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora