Lo mejor de los víspera de San Florenzo era la pancetada de la tarde, donde podías comer y beber todo lo que quisieras. Además, como las señoras que servían la carne conocían a Puck de toda la vida, la daban cachos de panceta más grandes que al resto.
Elís y ella ya iban por el tercer cacho, mientras que Andrés no había comido nada y Nathan y Jesús ya iban por el sexto, o el séptimo.
Aquella tarde, Juan y Carlos habían ido al pueblo y como los otros chicos no querían amargarse las fiestas, decidieron juntarse todos, por muy mal que se llevaran.
— Carlos ¡Espérame! Que se me cae la carne.
Nathan salió corriendo de Dios sabe donde para abrazar a Puck o Dios sabe qué. Pero cuando la rodeó con los brazos dió un manotazo sin querer a la carne de Puck y tiró la mitad al suelo.
—¡¿Que haces?!
— Ups... Perdón.
Puck sentía la perdida de su trozo de panceta, pero como aún le quedaba el chorizo se rió.
— Ha tirado tu filete.
Dijo Elís de repente.
— Ja ja, quieres filete — añadió sin motivo Carlos.
Nathan y Puck arrugaron los morros y se rieron.
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Septiembre
RomanceElisabeth, Elís, era una chica normal. Tenía sus amigas, sus amigos y sus chicos. Pero había uno, un chico inalcanzable, incluso de altura, que la volvía loca. Andrés era diferente al resto, porque no vivia en madrid, como los demas. Si no que a él...