diez.

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Por alguna razón Yuta no le responde los mensajes ¿habrá hecho algo mal? Taeyong está preocupado porque lleva dos días exactos sin saber nada de su amigo japonés, y la preocupación aumenta conforme el tiempo se traga los minutos y las horas.

Hoy el colegio le parece más tedioso que de costumbre y por ello se ha saltado la clase de historia. Él, Taeyong, quien tiene una asistencia perfecta y procura estar pendiente en clases. No es que sea un nerd, no se confundan, Taeyong simplemente es alguien organizado que hace una excepción, este martes de octubre del 2013.

Mira su celular sin que este le avise de ninguna notificación, desmotivado en uno de los pasillos de último año, y entonces alza la cara para encontrarse a quien justo se detiene al darse cuenta de que él está allí.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta su amigo Jaehyun, formando una sonrisa que expresa total confusión ¿Taeyong haciendo el vago, en serio?

No es el día de las bromas que se sepa.

El chico rebelde se sorprende, mas solo saluda levantando de a poco la mano, al final formando una sonrisa incómoda que le confirma a Jaehyun que algo no anda bien. Se sienta a su lado sin siquiera pedir permiso, olvidándose de que probablemente pierda una hora de matemáticas por escuchar los líos románticos que su amigo gay guarda a distancia. Sabe que no va a arrepentirse.

—Te estás mortificando demasiado, hombre —le asegura, estirando sus piernas y sintiendo la brisa que se cuela por las ventanas remover su flequillo, el clima está agradable. Taeyong aprieta sus labios, hay algo que le impresiona de sobremanera.

Ya no se siente igual con Jaehyun, o bueno, no del todo. Se sigue sintiendo bien a su lado, pero ya no quiere acortar más la distancia entre ellos, tampoco quiere besar su frente y mucho menos, quiere tocarlo y ser tocado por él tal y como lo deseó a principios de año.

Resulta que el mundo se mantiene cambiando y en consecuencia, hay cosas que siempre irán cambiando igual, y chocarán, por supuesto, con aquellas que cambian muy de vez en cuando y esas últimas que son escasas, las que nunca lo hacen, ni lo harán.

Taeyong está seguro de que se ha enamorado de Yuta y solo de él, y de esa forma, rompe una maldición que no dejó ser a su alma durante tres años; el sufrir de un romance joven, unilateral y jamás correspondido.

—Siempre me mortifico demasiado, tú me conoces —y el otro se ríe porque es verdad.

—Tal vez no tiene renta.

—Podría ir a algún cyber café...

—Puede que esté ocupado, ¿quién te crees? ¿La única Coca-cola en el desierto? —suelta Jaehyun, y consigue sacarle una risita breve a su best friend.

—¿Es egoísta?

—¿Hm? —ladea su cabeza el más alto.

—Es egoísta, lo sé —se responde a sí mismo el más bajo—. Me refiero, es egoísta pensar de la manera en que lo hago. Esperando a que me mantenga informado de lo que hace y emocionándome porque él me pregunta qué estoy haciendo... Creyendo que porque no me escribió por dos días, ya me olvidó.

Obviamente, el ambiente se torna tenso por las palabras de Taeyong. Jaehyun recoge una de sus piernas y desordena su propio cabello, resoplando después. Piensa que es irreparable, su amigo es demasiado bueno por donde quiera que lo mire. No entiende cómo es que pudo llegar a gustar de él.

—No eres egoísta por querer comunicarte con la persona que te gusta —respondió, formando un puchero y deformándolo en cuestión de segundos—. De hecho, yo me enojaría bastante si mi novia no me respondiera en dos días.

—Si parece que ella es quien no te deja respirar a ti.

—¡Bueno! Pero es que somos el uno para el otro —afirma casi gracioso—, no obstante si me enterara de que ella ama a alguien más... La mataría.

—Qué psicópata —contesta Taeyong apretando los dientes, mirándole, y ambos se echan a reír nuevamente, con más energía.

Podrían haberse quedado hablando por más rato, sino fuera porque la profesora de matemáticas de Jaehyun los encuentra, y la carrera que inician para escapar de ella (y del castigo hasta la cuatro de las tarde) es olímpica por donde se mire.




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