dieciocho.

1.1K 167 30
                                    

Lloro porque no puedo olvidar.
Lloro, así desee olvidar.
Al final es por mi egoísmo;
es todo por mi culpa.
Ya no hay lugar en mi corazón donde pueda esconderme.

Las luces de la ciudad son abundantes; los edificios enormes, pero dispersados entre muchos establecimientos que no pasan de cuatro plantas; y calles, limpias pero estrechas, se hacen largas e interceptan con las avenidas que se llenan de medios de transporte. Hay mucho ruido alrededor; los autos, las personas hablando, el sonido de sus zapatos contra la acera... Incluso podrías escuchar el sonido del viento si te concentraras lo suficiente. Taeyong alza la vista, fijando su mirada en los extensos e imponentes puentes que yacen a unos cuantos kilómetros de él en el oscuro y a la vez iluminado paisaje. Yuta canta a su lado, en voz baja e increíblemente afinada, canta una balada que no consigue reconocer. La melodía de su tono le hace creer, sin exageración alguna de mi parte, que en realidad murieron hace mucho y ahora yacen en una especie de paraíso. Yuta es su paraíso. Ha traído a su amigo a Seúl, y este sabe que Taeyong le dio un tour turístico con el objetivo de enamorarlo del lugar, él ya estando enamorado sin embargo. De todas formas el problema recae en que quedarse en un país ajeno nunca es fácil; sin importar cuán enamorado se esté.

Conforme pasan los días
hablo menos y menos.
Tengo miedo de tener que decirlo todo ahora.
No, no me malinterpretes:
aunque no lo diga en voz alta, siempre has podido escuchar a mi corazón

Parece que le está dedicando la canción. Los mechones más claros se mecen, uno por uno a causa del fresco viento. Lo corto del cabello de Yuta le da un aire realmente masculino pese a su cara infantil, cuyas características resaltantes siempre han sido esos ojos redondos que reflejan todo lo que ven y esa comisura en sus labios, ni tan delgados ni tan gruesos, cual delata a sus blancos dientes que son una obra de arte de la naturaleza. Sus dedos bailan acompañando a los de Taeyong hasta entrelazarse.

En el centro de la ciudad, hay una zona llena de kioscos donde la comida es (más o menos) económica y se tiene buena vista al río Han. Taeyong adora cómo la fuente del puente Bampo, el cual se extiende sobre el río, se ve durante las noches; expulsa el agua con elegancia y da la impresión de ir por degradándose por colores. Provoca que tenga ganas de extender los brazos hacia ella ignorando la lejanía, para tocar ese arco iris artificial hecho de agua. "No por nada la llaman fuente del arco iris y rayos lunares" comenta a Yuta quien observa donde él le señala, ambos sentándose en uno de esos puestos ambulantes para pedir un buen ramen y un par de cervezas. "¿El ramen es tu comida favorita?" le pregunta Taeyong al japonés, reposando sus brazos sobre la mesa y evitando colocar sus codos. "Es el arroz frito que tú preparas" le confiesa Yuta, y Taeyong se ríe, tapándose la boca avergonzado "debí prepararte más aquella vez". Comen, bromean, beben por un rato y luego los tenemos caminando hacia el humilde hotel que en realidad pertenece a un familiar de Taeyong. Yuta se pone a cantar de nuevo, de manera casi imperceptible. Sus pasos son lo que más se escucha sobre la madera del piso, lisa y fría.

Mis lágrimas no tienen una pasión verdadera,
mis suspiros se han convertido en mi respiración
y es que espero por ti de nuevo

Y se besan apenas se acuestan en la cama. Se besan en los labios con suavidad, repitiendo los contactos, ladeando sus rostros e invitándose a explorarse. Así fue ayer y así querrían que fuera todos los días. "Feliz cumpleaños, Yuta" le canta entonces Taeyong, a mitad de los besos, estando los dos ocultos bajo las sábanas mientras la temperatura aumenta y sus piernas se cuelan una sobre la otra. "Feliz 19 años. Ahora sí los tienes".

Vuelven a besarse, porque tampoco es como si pudieran cansarse. Hacen el amor por primera vez esa noche, un domingo esclarecido de octubre.

Al día siguiente, cuando regresan a Icheon y Taeyong le acompaña al aeropuerto, Yuta tiene que limpiarle las lágrimas que caen por sus ahogadas mejillas. Las limpia con sus pulgares, acariciando la piel pálida de su novio y aprovechando para tomar su rostro y así presionar sus labios. No le importa qué vaya a pensar el resto que los mira con cara de asco y (o) sorpresa, y mucho menos le importa a Taeyong. Él está un poco ocupado intentando detener el temblor en su labio y haciendo un esfuerzo sobrehumano por soltar la chaqueta naranja del mayor. Es un desastre hecho persona.

Te quiero —le suelta cuando ya tienen que separarse. El dolor es abrumador, le revuelve el estómago y hace hipear sin darse cuenta.

Yuta se detiene ipso facto al escucharlo. Ve el suelo del aeropuerto y después a donde tiene que dirigirse y voltea, sonriénsole al menor para tranquilizarle. Le sonríe más radiante que nunca y sus gestos se muestran seguros, así su corazón esté a punto de explotar.

Y yo te amo, Taeyong.


Si tú me preguntas
si creo en el amor...
solo a ti te asentiré, y asentiré, y asentiré,
y es que esperaré por ti otra vez








Nota:

Adivinen: este es el penúltimo capítulo :')

NODS ‹ yutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora