Cuando Jony abrió los ojos, su cabeza le hacía pasar un dolor bestial. Por los primeros segundos veía borroso, y escuchaba una música a lo lejos. Se veía en un callejón al que el sol le daba muy fuerte, y se estaba muriendo de calor. (Llevaba la chaqueta preparada para soportar bajísimas temperaturas).
- ¿Donde coño estoy? – dijo Jony, sacando el móvil. Marcaban las 9:11, y al abrir el Google Maps se dio cuenta de que no tenía datos. – Pero si los tengo activados, qué me estás contando...
Sabía que ya no estaba en aquella montaña. Al minuto, no vio otra solución que salir del callejón y ver lo que pasaba en el exterior.
Una tremenda luz le cegaba, haciéndole cerrar los ojos por un momento, hasta que se dio cuenta de que enfrente de él había una calle enorme por la cual pasaban hombres con una especie de túnica negra montados a caballos.
Los laterales de las calles estaban completamente llenos de gente. Jony no sabía qué hacer, estaba completamente perdido. No tenía ni la más mínima idea de donde estaba, hasta que vio a María montando a caballo con un vestido precioso entre Camilo y Leopoldo, que iban con aquél atuendo negro.
- ¡Hey, chicos! Joder, ¡cuánto me alegro de veros! – dijo Jony corriendo hacia ellos. Cuando pasó la acera entrando en el camino (porque no era ni una carretera), un hombre le cogió por detrás.
- ¿Pero qué te crees que haces, muchacho? ¿Y donde me vas con esa ropa? Ni que fuera un carnaval... - dijo aquél hombre. La verdad es que era cierto, todo el mundo llevaba una ropa fina, las mujeres iban con falda y los hombres iban con pantalones, pero... eran diferentes. Jony decidió ignorarlo, pero al no poder llegar a sus amigos gritó sus nombres para que le vieran
- ¡Leopoldo! – dijo Jony, haciendo que este se girara.
- ¿Le conoces? – dijo María a Leopoldo mientras se alejaban de Jony debido a que, obviamente, no se detuvo aquella especie de "cabalgata". Así lo llamó Jony la primera vez que lo vio.
- Ni putis de quien es – dijo Leopoldo.
Jony logró escuchar aquella conversación, haciéndole dejar de piedra. ¿Cómo era posible que los amigos con los que ha estado no le reconocieran? Todo lo que estaba ocurriendo en aquél momento, era lo más extraño que Jony pasó en toda su vida. No podía comprender absolutamente nada.
Aquél hombre de 2 metros que le tenía cogido, le estuvo manteniendo el resto de la cabalgata, y cuando se acabó dijo:
- Piérdete niñato, y como te pille faltando el respeto al ejército te mataré, trozo de mierda.
¿Ejército? De Leopoldo se lo creía, porque estaba haciendo la carrera militar, pero ¿Camilo? ¿Que sólo pensaba en mujeres desnudas? ¿Y María? Siempre era muy asustadiza con cualquier cosa...
Jony estaba completamente perdido, necesitaba que alguien saliera de un arbusto y dijera "esto es una broma de cámara oculta, la cámara está ahí".
Al cabo de media hora, notando que tiene hambre, se dirigió hacia el bar más cercano. Cuando entró, todo el mundo se estaba pegando, así que decidió salir rápidamente para ahorrarse problemas. Estuvo caminando por todo el lugar, pero no encontró otro bar, así que después de 3 horas, que fue el tiempo que estuvo buscando otro recinto para tomar algo, entró de nuevo.
Todo el mundo se seguía pegando, parecía la típica película del oeste. Jony, con cuidado se dirijió a la barra.
- Una coca cola, por favor.
Al cabo de unos segundos, el tabernero puso una jarra de cerveza frente suyo.
- Perdone, he pedido una coca cola...
El tabernero no le hacía ni caso, seguía limpiando jarras.
Al ver que no tenía otro remedio, se llevó la jarra a los labios y empezó a beber. De repente, se dio cuenta de que el tabernero era el mismo hombre que le cogió durante la cabalgata, pero no le pudo reconocer al principio porque estaba de espaldas lavando.
Jony estaba totalmente asustado, sólo se dedicó a beber su cerveza y sacar la cartera para pagar.
- ¿Cuánto es?
- 10 monedas.
Jony, al escuchar eso sacó 10 monedas del valor más pequeño que tenía, y las puso en la barra.
- Te estás quedando conmigo, ¿puto niñato? Te he dicho 10 monedas, quita esa basura de mi vista, ¿De acuerdo?
Al ver que no funcionó, sacó monedas de 50 céntimos, que son más grandes y con un color dorado. Al ver el tabernero que le estaba tomando el pelo, cogió a Jony por el cuello de su camiseta.
- Oye trozo de mierda, ya puedes pagar
- P...Pero no puedo pagarlo... - dijo Jony con el rabo entre las piernas.
Al escuchar esas palabras, el tabernero se abalanzó sobre Jony y le empezó a dar puñetazos, en el estómago, dejándole en el suelo.
- Para... Por favor... - dijo Jony suplicando mientras salía sangre por su boca con cada puñetazo que recibía.
- Que no te vuelva a ver, trozo de mierda – dijo el tabernero echándole del bar.
Jony, que estaba en la mierda después de recibir tal paliza, se sentó en el suelo apoyando la espalda en la fachada del bar, y se durmió.
Cuando despertó, ya era de noche. No sabía qué hacer. Ya podía caminar, pero aún sentía un intenso dolor en el estómago, así que se levantó y buscó lentamente por un refugio, algún lugar en el que pudiera comer algo, ya que estaba muerto de hambre. Parecía que ese día pudiera acabar más mal aún, pero de un callejón vinieron tres hombres y rodearon a Jony. Este no podía ni correr debido al dolor de estómago, así que no pudo hacer nada al respecto.
- Tú, danos todo lo que tienes.
Jony no podía aguantar tal dolor, así que se arrodilló y estaba por perder el conocimiento, pero antes de hacerlo, vio como el cuello de dos de los tres hombres que le asaltaron cayeron al suelo con un cuchillo en el cuello.
El otro, asustado empezó a correr.
Lo último que recordó antes de cerrar los ojos fue a una persona encapuchada frente a él cubierta de sangre, probablemente de los asaltadores.