El chico de los ojos bonitos
Pero Sebastian era un joven orgulloso, y no iba rebajarse a suplicarle a su hermana que cambiara alguna de sus tareas con él. Así que la primera semana, mientras su hermana aún estaba en la universidad, él tomo sus llaves, su billetera y se encaminó hacia el supermercado.
Una vez allí, tomo un carrito y comenzó a recorrer los pasillos buscando todos los productos que Emily, amablemente le había apuntado en una lista.
Una vez se aseguró de tener todo lo necesario, avanzó hasta las cajas registradoras, en donde hizo uso de toda su poca paciencia, pues tal parece que todo el vecindario se había puesto de acuerdo, y habían decidido hacer las compras el mismo día que él, porque todas las cajas tenían una fila enorme.
Cuando finalmente fue su turno, Sebastian estaba casi asqueado de estar allí, por lo que simplemente paso las cosas apresuradamente del carrito a la banda movediza esperando salir de ahí lo más rápido posible.
La voz del chico que lo atendió fue la que lo saco de su plan de erradicación mundial, y tuvo que pedir que le repitieran el precio, porque cuando levantó la mirada, Sebastian tiene que admitir que no le prestó atención a lo que el cajero le había dicho.
Pues para él, los brillantes ojos miel del adorable chico frente a él eran mucho más interesantes que el precio que tenía que pagar por las cosas que debía comprar.
El chico repitió el precio y le dedicó una sonrisa nerviosa, por lo que Sebastian se dio cuenta que se había quedado embobado sin hacer nada, rápidamente le dio el dinero. Una vez recibió el cambio, tomó sus cosas y salió del lugar.
¿Qué demonios le había sucedido?
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El chico de la tienda
RomancePara Sebastian, el hacer la compra de la casa era una tarea que siempre le había fastidiado. Pero no podía quejarse o decir algo al respecto, porque cuando se mudó a la ciudad de Seattle en compañía de Emily, su hermana pequeña, ambos se habían divi...