Michael
A la semana siguiente, Sebastian ya había olvidado completamente el incidente que había sucedido un par de días atrás. Por lo que nuevamente odiando al mundo y a su hermana, se encaminó hacia el supermercado.
Cuando pasó por el pasillo de los dulces, casi podía escuchar la voz de su consciencia, la cual era demasiado parecida a la de Emily, diciéndole que no comprara nada, que debían ahorrar pues apenas habían salido de una crisis.
Pero decidió ignorar esa voz y tomar dos barras de chocolate amargo, su favorito y el de su hermana, porque sabía que si Emily llegaba a enterarse de que se había comprado un dulce sin haberle comprado a ella, se armaría el pandemónium en casa.
Cuando nuevamente estaba pasando los productos en la banda movediza se percató de que se había puesto en una caja más alejada de donde operaba el chico de los ojos bonitos.
Ya iba de salida, cuando observó fijamente al chico que estaba atendiendo a una señora mayor, y en el pequeño gafete dorado que tenía colgado en el chaleco rojo se podía leer el nombre del oji miel.
Michael.
Sin darle más importancia al asunto, abandonó la tienda y fue camino a casa.
Sebastian definitivamente no había pensado que era un bonito nombre.

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El chico de la tienda
RomancePara Sebastian, el hacer la compra de la casa era una tarea que siempre le había fastidiado. Pero no podía quejarse o decir algo al respecto, porque cuando se mudó a la ciudad de Seattle en compañía de Emily, su hermana pequeña, ambos se habían divi...