El lugar donde quieres ir

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Cuando eres el chico nuevo, todo a tu alrededor se ve bastante extraño.

Como las paredes, por ejemplo, pintadas de un color que no era del todo blanco pero tampoco era por completo azul; o las baldosas del suelo, formando una cuadrícula casi perfecta. Cuando eres el nuevo, los pasillos no parecen llevar a ningún lugar, no sabes cómo abrir tu casillero ni cómo se llega a los salones en los que tienes clase. No conoces a nadie, y todas las personas tienen rostros que no haz visto jamás en tu vida, todas mirándote como si fueras parte de alguna extraña especie extraterrestre, o como si no les interesaras en lo más mínimo.

El verano de aquel año había comenzado a acabarse, el clima era agradable, y yo estaba de pie en frente de mis futuros compañeros de curso, presentándome. Los salones en esta nueva secundaria estaban sin duda mejor iluminados que los que yo había visto hasta ese momento, quizá por los limpias que estaban las ventanas, o lo grandes que eran, o porque todas estaban abiertas, dejando entrar una suave y fresca brisa. Mirando a través de las ventanas, vi una gran cantidad de aves volando por todo el campus, de colores que no alcanzaba a distinguir por lo lejos que estaban y por la intensidad con la que estaba brillando el sol; se veía de verdad hermoso, todo combinado con la vista que ofrecían los árboles al ser agitados por el viento, iban y venían, algunas veces más lento, algunas veces en direcciones distintas, como si fueran las mismas hojas las que, por voluntad propia, se elevaban y se movían para desprenderse de las ramas que las ataban a la tierra, o para llevarse a las ramas con sigo, para llevárselo todo en absoluto.

—Bonnie... ¿Bonnie?

La voz de la maestra me sacó de mis pensamientos; con un pequeño salto, me giré en dirección a la clase. La mayoría tenían todavía una expresión de aburrimiento en el rostro, pero había algunos que me estaban mirando y sonreían.

—Oh —dije, respondiendo con una pequeña sonrisa amistosa—, hola.

—Bonnie será su compañero a partir de hoy —continuó diciendo la maestra, o repitió, en realidad no le estaba poniendo mucha atención—. Espero que lo hagan sentir bienvenido. Bonnie, ya puedes sentarte.

Le sonreí a ella también y asentí con la cabeza. Había varios puestos vacíos repartidos por todo el salón, por lo que decidí sentarme en el que estaba en la última fila, para evitar llamar la atención si no era necesario, o para quedarme dormido si así lo necesitaba; saqué una pluma de mi mochila y la libreta color morado que llevo a todas partes, listo para tomar apuntes de la clase que estaba por comenzar, o para ponerme a dibujar si la clase se tornaba demasiado aburrida. Otra ventaja de sentarme al fondo del salón.

Me giré hacia el chico que estaba sentado junto a mí, mirándome con una expresión de curiosidad; tenía ambos pies sobre la mesa, uno encima del otro, y balanceaba su silla sobre las patas traseras mientras su cabeza descansaba en sus dos manos juntas detrás de su nuca, era pelirrojo, sus ojos eran color ámbar, su camisa de la escuela estaba desabotonada y su corbata sin nudo colgaba floja sobre sus hombros. Se veía como una persona agradable.

—Hey, chico —me dijo, levantando la barbilla en mi dirección—. Luces... raro.

—Lo escucho seguido —le respondí, con una pequeña sonrisa, y extendí mi mano hacia él—. Soy Bonnie.

Él se enderezó, colocando su silla de nuevo sobre las cuatro patas, y estrechó mi mano con media sonrisa en su rostro.

—Foxy —dijo—. Bienvenido, o no del todo. Esta escuela apesta en serio.

Me reí un poco, porque era algo bastante divertido de decir, y quizás hasta era un chiste ¿quién sabe? Foxy se recostó contra el espaldar de su silla de nuevo y no dio ninguna señal de querer sacar un cuaderno o algo con lo que escribir. Veinte minutos de la más aburrida de las clases de Literatura después, entendí por qué, y no pude evitar distraerme con cada pequeña cosa a mi alrededor. Había tres personas dormidas, intentando disimularlo con su cabello y la posición de sus brazos, otros cuantos estaban concentrados en las pantallas de sus celulares, que escondían bajo sus escritorios, soltando ocacionalmente una pequeña risa; y luego, estaba Foxy, viendo qué tan cerca podía llegar a estar de tocar con el pie la cabeza de la chica que tenía delante.

Like A Love Song (BonXBonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora