Lograremos lo que sea sin dudarlo

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Revisé mi reflejo una vez más, me quité la corbata, desabotoné el primer botón de mi camisa, lo volví a abotonar, me cambié de camisa otras dos veces, peiné mi cabello hacia un lado, hacia el otro, hacia atrás. Media hora después, salí de mi habitación, y me encontré con Joy de pie frente a la puerta, que me miró de arriba a abajo un par de veces, evaluándome, ladeando la cabeza de un lado a otro con una mano bajo su barbilla. Su expresión no me tranquilizó.

—¿No te gusta? —pregunté, ansioso.

—No es eso, Bon —se apresuró a decir, agitando las manos en frente de ella—, te ves...

—Lo sabía —dije, mientras entraba de nuevo a la habitación—. Me voy a cambiar.

Joy me tomó de la muñeca, para evitar que avanzara, negó con la cabeza, se puso en las puntas de los pies para acomodar mi cabello hacia el lado contrario, lo volvió a colocar como estaba y se alejó un poco para ver el resultado. Luego de unos segundos, sonrió, y volvió a acercarse para abotonar los puños de mi camisa.

—Te ves bien —dijo, pasando las manos por encima de mi camisa para alisarla, antes de comenzar a organizar el cuello—, eres increíble, el mejor novio del mundo, y te van a amar. ¿De acuerdo?

Suspiré, repitiendo sus palabras en mi cabeza hasta que tuvieron sentido, y luego respiré profundo un par de veces. Al principio, lo que Bonnie me había pedido sonaba bastante lógico, como algo sencillo, que no tenía por qué llenarme tanto de ansiedad.

«Quiero contarle a mis padres», había dicho él, «Ven a cenar mañana y les decimos juntos».

Le había contestado que sí, por supuesto, porque lo haría todo por él, pero estaba empezando a pensar seriamente que no tendría la capacidad para lograrlo. Porque había cosas importantes en juego, porque yo era un tonto, y los padres eran difíciles por definición.

«No te pediría que lo hicieras si pensara que algo podría salir mal».

Quería poder creerle, en verdad, pero la seguridad tan absoluta que tenía, de que había infinitas cosas que podrían salir mal, se interponía en el camino. Además, ¿por qué tenía que elegir justo el día anterior a la presentación de la banda para decirles? Todo podría ir mal, definitivamente; podrían enojarse y prohibir que se presentara con nosotros, obligarlo a abandonar la banda, o la escuela, o...

—Bon, vamos —dijo Joy, interrumpiendo mis pensamientos—, cálmate.

—¿Dije eso en voz alta?—pregunté, mientras desabotonaba sin darme cuenta el botón de una de los puños de mi camisa.

—No —contestó ella, volviendo a abotonarlo—, pero no deberías pensarlo tampoco.

Asentí con un pequeño suspiro, una vez tras otra, y seguí asintiendo hasta que estuve lo suficientemente cerca de convencerme de que no había de qué preocuparme. Dios, estaba preocupado. Joy me acompañó hasta la puerta de entrada, peinó una última vez mi cabello y me abrazó con fuerza, antes de cerrar detrás de mí y dejarme a mi suerte, casi tan perdido en mis pensamientos como en mi camino a la casa de Bonnie.

Al llegar, dudé tan sólo un segundo antes de tocar el timbre, y dejé salir todo el aire que había estado conteniendo cuando fue Bonnie quien abrió la puerta. Se quedó bajo el umbral por un momento, mientras me miraba de arriba a abajo, y su sonrisa poco a poco desaparecía para convertirse en un gesto de apreciación.

—Wow —dijo, de una forma que puso mis mejillas rojas—. Te ves increíble. 

Giré los ojos, con una pequeña sonrisa y un poco más de color en mi rostro. Me hizo pasar, saludé a sus padres (de una forma que esperé pudiera pasar por casual), y me senté a la mesa en el puesto junto al suyo. Poco después estábamos comiendo, respondiendo de forma sencilla preguntas triviales acerca de la escuela y la banda, casi con la misma facilidad de la última vez que habíamos cenado juntos. Bueno, estaba siendo bastante difícil para mí.

Like A Love Song (BonXBonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora