Muy cuidadoso debes ser con aquellas cosas de gran importancia

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Bon era mi novio. Era algo sorprendente, algo mucho más que eso, algo como una manifestación metafísica de las vueltas tan abruptas que puede llegar a dar la vida. Pero, incluso más que sorprendente, era algo absolutamente hermoso.

Y un secreto.

Nuestra relación era sorprendente, hermosa y secreta, porque, bueno... Razones que no tenían mucho sentido, pero que eran importantes para él. Así que pasábamos nuestros días actuando como los amigos que éramos oficialmente, sentándonos lejos durante las clases, y hablando con el grupo de temas triviales. Nos seguíamos comportando como compañeros de banda, esperando que nadie notara (y por nadie, hablaba de Chica) que durante los últimos ensayos en la casa de Bon, no habíamos avanzado nada en absoluto con las canciones; que cada palabra que él escribía era romántica, y que cada vez que cantaba lo hacía mirándome a los ojos.

A la hora de la verdad, ninguno de los dos era muy bueno guardando secretos.

—Es que aún no lo entiendo —dijo Mangle durante el almuerzo, señalando a Bon con su tenedor—, el Viernes dijiste que no podías salir porque estabas ocupado.

—Así es —contestó él, moviendo de forma indiferente su comida con su tenedor—. Estaba ensayando con Bonnie.

—Pero pasé por tu casa —continuó Mangle—, y no había nadie.

En realidad, mi mamá no estaba en casa ese día, y nos habíamos saltado el ensayo para pasar el día juntos. La expresión en el rostro de Bon reveló lo acorralado que se sentía, y también cuánto esperaba que nadie lo notara; y yo, por mi parte, no pude hacer otra cosa más que ocultar mi sonrisa y golpear mentalmente mi frente.

—Oh, eh, eso es... —intentó decir— porque terminamos temprano, y fuimos hasta su casa.

—¿Por qué? —Mangle se inclinó sobre la mesa, con una mirada llena de sospecha.

Entonces tuve que intervenir, con una voz que esperaba le quitara toda importancia a la situación.

—El otro día me presto una púa —me encogí de hombros—, la necesitaba y le dije que podíamos ir por ella.

Todo se quedó en silencio por un segundo, hasta que ella volvió a abrir la boca, y Foxy rodó los ojos de una forma exagerada.

—Ya, en serio —dijo, con tono burlón—, ¿eres detective?

Mangle le mostró la lengua mientras los demás sonreíamos, y, con eso, cualquier detalle de la conversación quedó olvidado. Casi pude escuchar a Bon suspirando de alivio.

Cuando terminamos con el ensayo del Martes en la escuela, Bon y yo nos quedamos atrás, para «organizar el salón», con una actitud que, por supuesto, no era nada sospechosa. Todos salieron poco después, con Chica detrás de Foxy amenazando con pegar las baquetas a su cabello si las volvía a perder, y Joy detrás de ambos, con una mano en su frente.

Sonreímos, y pronto nos dedicamos esa misma sonrisa, tan grande y brillante como en realidad era, sin tener que disimular nada. Me solté el cabello y me volví a colocar mis gafas, mientras Bon conectaba su guitarra y se sentaba en el suelo con ella sobre su pierna; lo miré por un momento, antes de sentarme a su lado con una sonrisa y apoyar mi cabeza sobre su hombro, escuchando la hermosa melodía que estaba tocando. Nos quedamos de esa forma por un largo rato, sin hacer otra cosa más que existir, mientras el tiempo pasaba junto a nosotros sin tocarnos, y yo estaba feliz de escuchar los sonidos que más tranquilidad me producían; la lenta respiración de Bon, y su forma de tocar la guitarra eléctrica. Era como una canción de cuna para mí.

—Maestro —murmuré, con la sensación de que me quedaría dormido en cualquier momento—, tengo una duda.

—¿Es de música? —preguntó él, todavía tocando con suavidad.

Like A Love Song (BonXBonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora